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Adela Navarro Bello

30/04/2014 - 12:00 am

La Gravedad de un gobierno sin respuestas

Cuando un pensador se va, lo que más preocupa y en razón de las generaciones que siguen, es el debilitamiento de la opinión pública. Especialmente cuando la sociedad tiende a creer con fe ciega lo que se dice en las redes sociales, donde cualquier falacia o manipulación de hechos puede ser considerada como verdad. Ante […]

Cuando un pensador se va, lo que más preocupa y en razón de las generaciones que siguen, es el debilitamiento de la opinión pública. Especialmente cuando la sociedad tiende a creer con fe ciega lo que se dice en las redes sociales, donde cualquier falacia o manipulación de hechos puede ser considerada como verdad. Ante la realidad de la inmediatez es terrible pensar en un porvenir para México sin sus intelectuales.

La escasez de músicos, filósofos, artistas plásticos, y sobre todo de escritores bien posicionados por su obra, deja a la sociedad constreñida por la estrecha mentalidad, los absurdos, los abusos y los silencios de quienes ostentan el poder, de quienes concentran la información, y de aquellos que manipulan los datos y los números para maquillar con sus estadísticas forzadas la crisis generalizada que se vive en el país.

Los creadores, los hacedores de arte y sus promotores dan un paso enorme hacia adelante cuando desde sus trincheras critican aquello que lacera a los más. Entonces dejan de ser artistas, escritores, bailadores, pintores, fotógrafos, ensayistas, críticos para convertirse en verdaderos intelectuales comprometidos con su momento.

Hombres y mujeres que en la cúspide de su expresión creativa trascienden su campo de acción y se convierte en guías que influyen a su sociedad, gracias a su capacidad para anticipar el futuro. Están del lado de los no beneficiados, declaran a favor de los desprotegidos y de los que no conocen la justicia, de los oprimidos y de los vulnerados.

Por eso ante la muerte de un pensador, de un intelectual, lo que más pesa es la ausencia  de rumbo para el futuro, de su opinión y de crítica hacia el contexto social, político, económico y moral en el que todos vivimos. Después de la pesadumbre por haber perdido a un pensador, a un hombre o una mujer con admirable capacidad crítica, viene el análisis de quienes les preceden.

Es de esperar que nuestros maestros pensadores como Carlos Monsiváis, Carlos Fuentes, hayan dejado escuela, y entonces vemos que son muy pocos los que vienen detrás, los que siguen los pasos de los irreemplazables Carlos, que estamos lejos de reencontrarnos con el humor crítico y el sarcasmo de Monsiváis, o con la reseña dura, frontal, directa, que emprendió por ejemplo Fuentes, contra lo que representa Enrique Peña Nieto.

Inolvidable aquella ocasión cuando en plena Feria Internacional del Libro de Guadalajara, Peña respondió a la pregunta de cuáles eran los tres libros que le habían marcado la vida, con ‘La Silla del Águila’ de Enrique Krauze, cuando la magnífica obra de ficción que no lo parece, es de la autoría de Carlos Fuentes. Entonces el maestro escritor declaró, “Este señor tiene derecho a no leerme… lo que no tiene derecho es a ser presidente de México a partir de la ignorancia, eso es lo grave”, concluyó.

O aquella vez cuando Mario Vargas Llosa se refirió a la política presidencial en México, entonces en manos de Carlos Salinas de Gortari como “La dictadura perfecta”; y la opinión del propio Enrique Krauze cada seis años sobre la ausencia de consistencia, madurez, visión y preparación de los candidatos a la Presidencia de la República.

El 4 de octubre 1968, Octavio Paz, quien sería el Nobel mexicano en literatura, renunció al cargo de Embajador en la India, debido a la matanza de Tlatelolco el 2 de octubre de 1968, cuando el gobierno de Gustavo Diaz Ordaz asesinó a cientos de estudiantes que manifestaban su opinión, sentir e ideología. Ese día, con su renuncia, Paz lo dejó todo sentado.

El poeta Javier Sicilia ha encabezado una campaña desde la esfera intelectual para demostrar la incapacidad de los gobiernos de la República –el de Calderón Hinojosa y el de Peña Nieto- en el tema de la inseguridad en el país, a propósito de un dolor tan grande que le alejó de las letras y le acercó a las causas sociales, la defensa de los derechos de los mexicanos. El poeta levanta con sus brazos el estandarte de la crítica sin tregua contra los gobiernos fallidos que no dan seguridad, ni información, ni paz ni tranquilidad.

Y aun limpiándose los pesares por la muerte de Gabriel García Márquez, aun cuando no era mexicano y aun cuando no acostumbró a hacer pública su opinión sobre los gobiernos, con los que a veces estuvo bien y a veces estuvo mal, aparece un hálito de esperanza. El intelectual que viene desde las filas del séptimo arte.

Alfonso Cuarón ha dado voz a millones de mexicanos que tenemos hartas dudas sobre los beneficios de las reformas que emprendió y sacó adelante Enrique Peña Nieto, y las que se concretarán con las leyes secundarias, donde es evidente, todo se puede y todo es negociable en beneficio de unos pocos sobre lo que pertenecía a unos muchos.

El cineasta ganador del Óscar, nombrado uno de los más influyentes del mundo por la revista TIME –sí, la misma que en su versión para Latinoamérica dijo que Peña estaba salvando a México, pero no lo incluyó entre los influyentes- y “Maestro del Universo” en la reseña que para la revista que lo honra en la categoría de pionero, hace el también cineasta J.J. Abrams, utilizó su estatus como creador a propósito de su exitosa película ‘Gravity’, y su presencia y cada vez más fuerte voz, para plantear lo que muchos mexicanos que son ignorados por el Presidente Enrique Peña Nieto y los suyos queremos saber.

Como el intelectual que es, Alfonso Cuarón publicó en un desplegado el lunes 28 de abril de 2014, una carta abierta que titula, “10 preguntas del ciudadano Alfonso Cuarón al Presidente Enrique Peña Nieto”, y argumenta la ausencia de conocimiento sobre las reformas de Peña: “Mi falta de información no es atribuible a “grupos en oposición” que han “generado desinformación”. La razón es más simple: el proceso legislativo y democrático de estas reformas fue pobre y careció de una discusión profunda, y la difusión de sus contenidos se dio en el contexto de una campaña propagandística que evadió el debate público. No estoy informado porque el gobierno que usted encabeza no ha compartido conmigo –con nosotros, los mexicanos- elementos indispensables para entender el alcance y el sentido de las reformas…

“…La Reforma Energética y petrolera es la más profunda y trascendente que México ha tenido en décadas. Simple y sencillamente se ha cambiado el paradigma del desarrollo nacional. En el entendimiento de que el Congreso está por recibir su iniciativa sobre las leyes secundarias a esta reforma, me permito pedir a usted que nos informe sobre ‘el sentido y alcance de la reforma’. No lo hago como experto pero sí como un ciudadano preocupado por el destino de México. Y lo hago desde la más absoluta independencia política”.

Después, Cuarón agrega diez preguntas –solo diez sabiendo que se trata de un tema vasto-.

“1 ¿Cuándo bajarán los precios del gas, gasolina, combustóleo y energía eléctrica? ¿Qué otros beneficios tangibles se esperan de la Reforma? ¿Cuál es el cronograma de esos beneficios?

“2 ¿Qué afectaciones específicas habrá al medio ambiente con prácticas de explotación masiva? ¿Qué medidas se tomarán para protegerlo y quién asumirá la responsabilidad en caso de derrames o desastres?

“3 Los hidrocarburos son recursos no renovables y su impacto en el medio ambiente es enorme. ¿Existen planes para desarrollar tecnologías e infraestructuras de energía alternativa en nuestro país?

“4 De la reforma aprobada derivarán contratos multimillonarios. En un país con un estado de derecho tan endeble (y muchas veces inexistente) como el nuestro, ¿cómo podrán evitarse fenómenos de corrupción a gran escala?

“5 Las trasnacionales petroleras en el mundo tienen tanto poder como muchos gobiernos. ¿Qué medidas se tomarán para evitar que el proceso democrático de nuestro país quede atrapado por financiamientos ilícitos y otras presiones de los grandes intereses?

“6 ¿Con qué herramientas regulatorias cuenta el gobierno mexicano para evitar que se impongan las prácticas de depredación que puedan cometer las empresas privadas que participarán en el sector?

“7 ¿Cómo asegurar que la reforma incremente la productividad de Pemex si no se enfrenta el problema de la corrupción dentro del sindicato?

“8 Si Pemex aportó durante 70 años más de la mitad del presupuesto federal (con el que se construyó la infraestructura nacional, se sostuvo la educación y los servicios de salud gratuitos), ahora que el aporte del petróleo no irá directamente de Pemex a las arcas, ¿cómo se cubrirá dicho presupuesto?

“9 ¿Cómo asegurar que las utilidades no se canalicen a la expansión de la burocracia sino que lleguen al propietario original de esos recursos, que es el pueblo mexicano?

“10 Dos experiencias desastrosas permanecen en la memoria de los mexicanos: la quiebra de 1982 (luego del dispendio, la ineptitud y la corrupción que caracterizó el manejo de la riqueza petrolera de los años 70) y las reformas discrecionales y opacas de tiempos de Salinas de Gortari, buenas para las manos privadas pero dudosas para los consumidores”.

A diferencia de millones de mexicanos que quisiéramos hacerle preguntas al presidente Peña y podemos morir en el intento, al cineasta, Enrique Peña Nieto sí le respondió. O intentó responderle, o quiso dar frente. Su respuesta y argumento carecen de fuerza y de hecho es lo que precisamente, motiva a Cuarón a hacer su demanda pública de información. Pues mientras el ganador del Oscar argumenta que estando las leyes secundarias a punto de ser entregadas al Congreso para su discusión, desearía la respuesta a las preguntas, Peña Nieto escribió en su cuenta de Twitter y no en una carta pública como lo hizo el cineasta: “El @gobrep (la cuenta de Twitter del gobierno de la República) responderá puntualmente a todas ellas, una vez que sean presentadas las Leyes Secundarias de la #Reformaenergética.”. O sea, nada de respuesta.

Lo que más agrada de toda esta situación, es que –les caiga bien o no- Alfonso Cuarón y sus dudas nos dan cuenta de que la falta de pensadores en el gobierno de Peña Nieto es indiscutible, sin embargo, por fortuna la sociedad mexicana tiene a un digno hacedor del cine, que por cierto es considerada la única expresión artística que además es masiva.

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