Jorge Zepeda Patterson
11/09/2013 - 12:01 am
La astucia escondida de Peña Nieto
Parafraseando a los clásicos se podría decir que la propuesta fiscal de Peña Nieto no es ni de izquierda ni de derecha sino todo lo contrario. Quizá por ello ha recibido críticas desde todos los espectros ideológicos. La cuestionan por igual desde articulistas defensores de la economía de mercado como Sergio Sarmiento, hasta líderes de […]
Parafraseando a los clásicos se podría decir que la propuesta fiscal de Peña Nieto no es ni de izquierda ni de derecha sino todo lo contrario. Quizá por ello ha recibido críticas desde todos los espectros ideológicos. La cuestionan por igual desde articulistas defensores de la economía de mercado como Sergio Sarmiento, hasta líderes de opinión de la izquierda como Julio Hernández, pasando prácticamente por toda la comentocracia. O desde Gerardo Gutiérrez Candiani, presidente del Consejo Coordinador Empresarial, hasta Martí Batres, líder de Morena. Unos porque le falta y otros porque le sobra.
A mí me parece que lo más importante de la reforma no está en su contenido económico, sino en el político. Los estrategas del Presidente juzgaron que en el dilema entre generar combustible para la maquinaria económica y el riesgo de un combustible para el incendio social, optaron por la prudencia. Sacrificaron la economía a favor de la política. Y es que en efecto, la reforma fiscal es demasiado tibia para producir un efecto económico significativo al corto plazo; pero haberla hecho más profunda podría haber provocado una intensa resistencia social.
No, no creo que la movilización de Morena este domingo haya impedido el IVA en alimentos y medicinas, como han presumido. O no exclusivamente. Lo hizo un cúmulo de factores que los operadores políticos del gobierno ven con preocupación: la exasperación que miden las encuestas, el potencial desestabilizador de la CNTE con apenas 40 mil maestros movilizados, la proliferación de guardias auto armadas, el frente abierto del crimen organizado y los territorios perdidos, las muchas reivindicaciones de gremios, barrios y comunidades a todo lo largo de la geografía nacional. En conjunto, un pasto en espera de un cerillo que lo incendie.
Y, por supuesto, el juego a las vencidas que sostienen Peña Nieto y López Obrador. La percepción en el gobierno es que existen condiciones de pobreza y descontento que pueden provocar una irrupción social. Y existe el líder popular capaz de aglutinar tal descontento en un movimiento político social. Guste o no su personalidad, AMLO es un político de masas que ha conectado con la desesperanza de mucha gente. La peor de las pesadillas para Peña Nieto es convertir a sus reformas en el factor que permita el resurgimiento del tabasqueño.
En suma, Peña Nieto intenta hacer reformas neoliberales pero sin despertar al oso del nacionalismo popular que acecha en la habitación de al lado.
Eso explica muchas cosas, entre otras:
1.- El anuncio por parte del Presidente de una reforma energética citando a Lázaro Cárdenas más de una docena de veces y satanizando la palabra “privatización” o concesión.
2.- Programar el anuncio de su reforma fiscal horas después del mitin de López Obrador para no darle municiones a la movilización del 8 de septiembre y quitarle los reflectores.
3.- Un incremento de 26.4 por ciento en el gasto destinado a Sedesol para 2014.
4.- Una reforma fiscal progresiva que pegará esencialmente en clases medias y empresarios, relativamente favorable a sectores populares.
5.- El anuncio de un seguro de desempleo (hasta por seis meses al que esté desempleado 45 días hábiles) y una pensión universal para adultos mayores (con costo de 45 mil millones de pesos en 2014).
6.- Déficit fiscal de 1.5 del PIB para el próximo año. En plata pura, esto significa caminar en contra del dogma neoliberal que exige un equilibrio en las financias públicas. Por vez primera en muchos años, el gobierno opera deliberadamente en sentido inverso. Gastará más de lo que recaudará, aunque para eso aumente el endeudamiento o eche mano de las reservas.
Por su parte, López Obrador está intentando capotear este escenario adverso a su causa. En efecto, no le están dando muchas municiones para el combate político. Él esperaba un aumento en IVA a medicinas y alimentos que se convirtiera en un argumento soliviantador.
Y para ser honestos, el mitin del pasado domingo de López Obrador resultó más modesto de lo esperado. La cifra de 55 mil asistentes, incluso si fue subestimada, se queda corta con respecto a las multitudes que asistían a concentraciones anteriores. A la postre, resultó una ventaja que no haya conseguido el Zócalo para el evento: la foto de la plaza a medio llenar habría sido contraproducente. Incluso la estrategia delineada por Andrés Manuel fue anticlimática (un llamado a la no violencia y el anuncio de otra marcha): “nos vemos en 15 días”. En la práctica no fue otra cosa que una postergación del inicio de las protestas.
En resumen, la estrategia seguida por Peña Nieto puede ser vista como una solución parchada, indecisa y blandengue. Pero también puede ser percibida como una estrategia astuta para librar el abismo de un mal mayor. No tengo duda de que la matriz ideológica de la que él procede preferiría impulsar un proyecto de reformas neoliberales y cercanas al gran capital. Sin embargo, el oficio político o la información sobre el estado del ánimo de los mexicanos le llevan a optar por reformas más sociales que económicas.
En conjunto, en todas estas iniciativas Peña Nieto ha preferido (grosso modo) incomodar a las cúpulas y no a “la calle”. Y digo grosso modo, porque en todo ha dado un dos pasos adelante y uno atrás. Pero la narrativa “populista” me parece evidente.
López Obrador intentará contraatacar en la marcha del 22 de septiembre, en lo que constituirá el segundo round de este complicado match. Habrá varios rounds de sombra y muchos fogonazos de tanteo. El gobierno buscará desgastar al rival en un combate extenso con marrullerías desde su esquina e interrupciones por parte del réferi. Cualquier cosa antes que enfrentarse directamente al cuerpo a cuerpo. Esto apenas comienza.
@jorgezepedap
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