Arnoldo Cuellar
08/08/2013 - 8:19 am
El descoordinador panista del Senado
Elevado a la posición de coordinador de la bancada panista en el Senado por un desplante de Gustavo Madero, el dirigente del PAN que termina su periodo confrontado a más no poder con diversas corrientes internas de ese partido, el Senador colimense Jorge Luis Preciado ha pasado a convertirse, más pronto que tarde, en un […]
Elevado a la posición de coordinador de la bancada panista en el Senado por un desplante de Gustavo Madero, el dirigente del PAN que termina su periodo confrontado a más no poder con diversas corrientes internas de ese partido, el Senador colimense Jorge Luis Preciado ha pasado a convertirse, más pronto que tarde, en un pesado lastre para esta fuerza política, justo en un momento central de la política del país.
El sábado 3 de agosto, Preciado estuvo en las ciudades de León y Guanajuato con un pretexto baladí, según lo dijo a algunos de sus interlocutores: supervisar y contratar los servicios para la próxima reunión preparatoria de su fracción, previa al inicio del segundo año de ejercicio, la cual se llevará a cabo en la colonial capital de esa entidad.
Para completar la agenda, Preciado pactó reuniones con sus tres senadores guanajuatenses, que desahogó con calma entre el viernes por la tarde y la mañana del sábado.
En realidad, el Senador panista venía de fin de semana, como lo mostró horas más tarde al pasarse una larga tarde de relax en uno de los más concurridos centros sociales de Guanajuato, el Bar Luna, lleno a reventar los fines de semana.
Muy en su derecho de divertirse, Jorge Luis Preciado se olvidó de la mesura: las copas se multiplicaron; llegó la música, se antojó bailar; su acompañante, una espigada joven de abundante cabellera castaña, tampoco rehuía la diversión y las ganas de exhibirse. Preciado terminó bebiendo a pico de la botella de tequila mientras era acompañado por las palmas de los asistentes.
Hasta allí, no parecía haber nada que no pudiera hacer un turista eufórico en una ciudad que invita a dejar atrás los convencionalismos. Lo delicado, sin embargo, para el coordinador de la segunda bancada en número en el Senado de la República, fue que en el mismo bar se encontraba un joven funcionario priista del gobierno federal, dotado de un sofisticado teléfono inteligente.
Ángel Zamora González es un avispado militante del PRI que a su relativamente temprana edad ya tiene una carrera donde acumula cargos a nivel municipal, partidista y, ahora, en una paraestatal del gobierno de la República. Actualmente se desempeña como secretario particular del Coordinador General de Puertos y Marina Mercante, Guillermo Ruiz de Teresa.
La suerte le deparó la posibilidad de ser un testigo privilegiado de la desbordada tarde de tragos y romance que vivió el coordinador senatorial del PAN en Guanajuato. El acompañante de Zamora, para mala suerte de Preciado, era un hijo del Senador panista Juan Carlos Romero Hicks, quien no tuvo ningún problema para identificar al político.
Los bytes de la grabación que captó Ángel Zamora en su celular se fueron acumulando a lo largo de la tarde, seleccionando las mejores escenas para acumular lo que en tiempos del voyeurismo digital puede constituir todo un largometraje de frivolidad y desparpajo, excesivos hasta para un oscuro Senador que por azares del destino y capricho de su jefe y amigo, el dirigente nacional panista, ocupa la coordinación de la primera bancada de oposición en la Cámara Alta del país.
Preciado, por razones del reparto de poder al que obliga la falta de mayorías en las cámaras federales, será el próximo presidente de la Junta de Coordinación Política del Senado, en donde sustituirá al priista Emilio Gamboa Patrón.
Y, por azares del destino, Gamboa Patrón es también el jefe del grupo político al que reporta Guillermo Ruiz de Teresa, el administrador portuario cuyo secretario particular es poseedor del comprometedor video cuya divulgación podría agravar aún más la de por sí débil posición negociadora de Jorge Luis Preciado, enfrentado con la mayoría de su bancada y retado constantemente por el ala calderonista encabezada por su antecesor, Ernesto Cordero, junto con Roberto Gil y Javier Lozano.
No es aventurado pensar que, a estas alturas y tras hacerse pública la animada farra del panista en Guanajuato, el video tomado por Zamora, debidamente editado y seleccionado en sus momentos más candentes, se encuentre ya en manos del experimentado y pragmático coordinador senatorial priista.
No hay que ir muy lejos para imaginar el grave predicamento en que se encuentra colocado el representante formal de los senadores panistas quien, al igual que su jefe el dirigente Gustavo Madero, está dependiendo para su suerte de los próximos meses, de la complacencia y la gracia de sus adversarios políticos. Y todo esto, en un tiempo en que se avecinan reformas decisivas para el país y para el futuro de las propias fuerzas políticas que deben llevarlas a cabo.
Aunque se sepa de los excesos de Preciado, las imágenes más crudas de su aventura transmitidas por un canal de televisión nacional, algo nada complicado para Emilio Gamboa, lo sumirían a él, a Madero y probablemente también al PAN en un escándalo de proporciones mayores.
Jorge Luis Preciado, sin duda alguna, tiene todo el derecho del mundo a usar su tiempo libre como le plazca. Lo que no tiene, también sin duda, es idea de dónde esta parado y del momento que está por vivir.
Parece lamentable que a quien le toca representar los votos de la segunda fuerza política del país en la Cámara Alta, carezca del más elemental sentido de la oportunidad, ya no se diga de la mesura y el decoro público deseable en alguien que participa en la toma de decisiones que impactarán en la vida de toda una nación.
El senador panista ha dicho que es su “vida privada” y probablemente así sea. Lo que ya no resulta tan privado es la coerción a la que puede ser sometido por su falta de contención y el compromiso en el que coloca a su organización y a los ciudadanos que confían en ella, particularmente en una circunstancia de relativo equilibrio político como el que se vive en este momento en las Cámaras. Esa es la nada sutil y muy relevante diferencia.
Como decían los viejos políticos: el que no quiera ver espantos, que no salga de noche.
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