Author image

Adela Navarro Bello

07/08/2013 - 8:35 am

Servicio Exterior de Consuelo

Aun antes de tomar posesión como Presidente de la República y a través de los representantes de su partido el PRI en el Poder Legislativo, Enrique Peña Nieto modificó la Ley del Servicio Profesional de Carrera, para que aquellos cargos de segundo y tercer nivel donde se tuviese que acreditar experiencia en el área para […]

Aun antes de tomar posesión como Presidente de la República y a través de los representantes de su partido el PRI en el Poder Legislativo, Enrique Peña Nieto modificó la Ley del Servicio Profesional de Carrera, para que aquellos cargos de segundo y tercer nivel donde se tuviese que acreditar experiencia en el área para encabezarlos, no tuvieran ese requisito.

Así, entrando entrando al Gobierno del PRI en la federación, se le abrió la puerta para el despido de cerca de cuatro mil funcionarios, y poder ocupar esos espacio a discreción presidencial y no por capacidad del solicitante.

Pero o al Presidente se le acabaron los huesos en la estructura del Gobierno de la República en suelo mexicano, o los priistas regresaron al poder más ambiciosos y bilingües. Pues ya los tricolores de cierto pelo, perdón de cierto nivel no tan de primer cuadro, no se conforman con una subsecretaría, una dirección o una delegación. Ahora lo que quieren es un Consulado cuando mínimo, una representación diplomática, una misión si acaso y ya si le pegan al gordo, pues una Embajada.

Transcurridas las elecciones del 7 de julio de 2013, al Senado de la República llegaron los documentos de los nominados por la Presidencia de la República para ocupar cargos en el Servicio Exterior Mexicano, que dada la integración de la lista por cierto aprobada sin reservas en la Cámara Alta, debería de ser Servicio Exterior de Consuelo.

Ahí está el caso de Baja California. Le cuento.

Antes que hubiese candidato del PRI al Gobierno del Estado, nominación que obtendría con magros resultados el diputado federal con licencia, Fernando Castro Trenti, a Baja California llegó en calidad de delegado del CEN priista y para sentar las bases de las elecciones internas, el guerrerense Efrén Leyva Acevedo.

De poco currículum, de corto roce político pero ahijado de Beatriz Paredes Rangel, don Efrén, quien sólo cuenta en su haber con la dirigencia del PRI en su estado, la presidencia municipal de Chilpancingo y un gris paso por el Poder Legislativo, llegó a Tijuana a acomodarse. Literalmente le gustó la vida cómoda y solicitó a los priistas locales, le pusieran autos –varios para repartirlos entre su equipo y familia–, hospedaje en la torre de condominios más nueva de la ciudad, y viáticos para los lugares más exclusivos de la localidad.

Luego que le concedieron lo pedido, se fue y se metió en terrenos del Hipódromo Agua Caliente de donde era asiduo. Cuando Castro Trenti observó que los dados del delegado del CEN del PRI estaban cargos hacia su némesis priistas –de hecho némesis de muchos tijuanenses y mexicanos– Jorge Hank Rhon, iniciaron los trabajos para sacar del estado a Efrén Leyva. Lo lograron. Pero apenas Beatriz Paredes era ratificada en el Senado como Embajadora de México en Brasil, cuando Leyva hacía maletas.

Tiempo después se supo que el delegado hankista había caído parado en el Consulado de México en Orlando, Florida, Estados Unidos. Todo sin más méritos que tener a la ex dirigente del PRI como su hada tehuana madrina.

Para suplir a Leyva llegaron a Baja California los senadores Héctor Yunes, Ricardo Barroso y Ernesto Gándara. El primero fue encargado de la elección estatal, el segundo de la costa y el tercero de Tijuana. Y por el equipo de Fernando Castro Trenti también llegó de enviado nacional –asegún desde el mismísimo despacho del diputado federal Manlio Fabio Beltrones Rivera– el hidalguense Orlando Arvizu Lara. Ave de mal agüero electoral, don Orlando había sido delegado del PRI en Baja California en elecciones anteriores, con los resultados que ha de imaginar. Pues aún no estaba frío el cuerpo de la derrota electoral del tricolor en la gubernatura del Estado, cuando Orlando Arvizu ya estaba comprando billete de avión para irse de Cónsul de México a San Juan, Puerto Rico; quizá por su conocimiento sobre el ron, quizá por su padrino Manlio Fabio, pero en definitiva no por su experiencia en el servicio diplomático, pero el priista que contribuyó al descalabro electoral de Fernando Castro Trenti, ya disfruta a poco más de cinco mil kilómetros de distancia de las mieles del regreso de su partido a la Presidencia de la República.

Y ahora resulta que quien se quiere sumar al Servicio Exterior de Consuelo es el todavía alcalde de Tijuana, Carlos Bustamante Anchondo, el mismo que contrató los servicios de la empresa de Pedro Aspe Armella para refinanciar la deuda de la ciudad y por los cuales le pagó la friolera de 19 millones de pesos.

Detractor de inicio de Fernando Castro Trenti a quien se sumó cuando desde el CEN del PRI les dijeron que el diputado federal con licencia y nadie más, era el candidato a Gobernador de Baja California, vio en el ejemplo de Efrén Leyva y de Orlando Arvizu el camino a tomar para caer parado tras la derrota estatal.

Y Bustamante, un empresario metido a político, solicitó en la oficina de César Camacho, el dirigente nacional del PRI, el Consulado de Washington para que le den el de San Diego, California, donde de hecho tiene un departamento y reside de manera constante.

Otros políticos de cierto nivel a quienes el equipo de Enrique Peña Nieto consoló con una representación diplomática son, Carlos Jiménez Macías, quien fue Senador en la legislatura anterior, alguna vez Secretario General del PRI y hoy despacha en el edificio consular de México en Chicago; José Ramón Martel López, quien no duró ni la presentación de una estadística manipulada en el Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública cuando ya iba directo al Consulado de México en Houston.

Para los políticos priistas que no obtuvieron buenos resultados en materia electoral pero que cuentan con la gracia de un buen padrino en la cúpula priista, no hay preocupación, ahí va: México tiene 75 embajadas en el mundo, 66 consulados, dos secciones consulares (50 consulados sólo en los Estados Unidos) y siete misiones diplomáticas. Así que para todos hay siempre y cuando sepan acomodarse en el círculo del Servicio Exterior de Consuelo.

¿Quién sigue?

en Sinembargo al Aire

Opinión

más leídas

más leídas