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Adela Navarro Bello

03/07/2013 - 8:15 am

Por qué es importante la elección de BC

Más allá de elucubraciones, de complots y conspiraciones políticas que en los últimos días abundan en el ideario colectivo, circunscribiendo el resultado de la elección en Baja California al Pacto por México; resulta que ésta de Gobernador es la primera jornada electoral que le toca al Presidente de la República, electo un año antes. A […]

Más allá de elucubraciones, de complots y conspiraciones políticas que en los últimos días abundan en el ideario colectivo, circunscribiendo el resultado de la elección en Baja California al Pacto por México; resulta que ésta de Gobernador es la primera jornada electoral que le toca al Presidente de la República, electo un año antes.

A diferencia de otros estados, Baja California no ha empatado su proceso electoral al federal, y este 7 de julio renovará su poder Ejecutivo (gobierno estatal y municipios) y el Legislativo (25 diputados, de los cuales 17 por mayoría), en el primer año del sexenio federal. En este hecho se sustenta el primer asomo de importancia sobre el resultado de la elección bajacaliforniana: es la primera en el incipiente periodo de Enrique Peña Nieto.

A la usanza priista, el candidato a Gobernador de Baja California es el primero que designa el Presidente de la República. Con ello se estrena en el palomeo del elegido o el destape del ungido.

En 1989, Carlos Salinas de Gortari, entonces Presidente de la República, designó a una mujer para llevar la estafeta de candidata al Gobierno del Estado. La entonces Senadora Margarita Ortega Villa, hoy fallecida. Las elecciones las perdió el PRI, las perdió Margarita y las perdió Salinas. Por primera ocasión en la República Mexicana, se reconocía el triunfo en una entidad federativa de la oposición. En este caso y hace 24 años, del panista Ernesto Ruffo Appel.

En 1995, con el Presidente Ernesto Zedillo Ponce de León en funciones, el PRI continuaría su caída libre electoral. El candidato ungido en territorio local para buscar la gubernatura de Baja California fue Francisco Pérez Tejada. Una vez más el PRI, su candidato y su Presidente, perdieron las elecciones.

Seis años después, en el año 2001, el Presidente de la República, el notorio Vicente Fox Quesada, apoyó a su amigo y correligionario, Eugenio Elorduy Walter, mientras el priismo, ya fuera de Los Pinos, intentaba sobrevivir con un político de bajo perfil y de corte zedillista, Daniel Quintero Peña. La elección la ganó el PAN, el Presidente y su amigo.

En 2007 la situación no varió. Ya mandatario nacional Felipe Calderón Hinojosa, promovió la candidatura de José Guadalupe Osuna Millán, coordinada por quien años después sería su Secretario de Gobernación, Francisco Blake Mora; por el lado del PRI, descabezados en el ámbito nacional, sin primer priista, con harta división interna, remitidos a un tercer lugar en la elección presidencial del 2006, se agarraron de donde pudieron y el ganón fue Jorge Hank Rhon, aunque sólo de la candidatura pues fue derrotado en la elección.

Seis años después, la situación ha cambiado harto en el panorama nacional. El PRI pasó de ser la tercera fuerza electoral en 2006, a alzarse con el primer lugar en 2012. Tienen Presidente de la República y Primer Priista. Y el candidato aun cuando no es del ala del Estado de México, por apoyos no ha sufrido.

El Partido Acción Nacional, en cambio, está como el PRI hace seis años: en la lona política. Relegado por Andrés Manuel López Obrador a la tercera posición electoral, con sólo cuatro gobernadores en la República Mexicana y con una menguada credibilidad en relación al “gobierno del cambio” que prometieron.

En estas condiciones, el triunfo en la gubernatura de Baja California reviste importancia. Para el PRI, porque sería el cierre de una racha triunfalista electoral (aun comprada, validada) y se confirmaría el presidencialismo que ejerce con dedicación Enrique Peña, al asumir que no perderá su primera elección.

Para el PAN, retener la gubernatura de Baja California significa mucho más en términos ideológicos que prácticos: con ello demostraría que su modelo de proyecto de gobierno no está vencido; permanecerían en el estado ícono de la democracia en México, y en el ámbito nacional les daría un empuje electoral que requieren después del descalabro del 2012.

Cada partido construyó su alianza. El PRI con el Verde Ecologista de México, con el Partido del Trabajo y con el Partido Encuentro Social; el PAN con el Partido de la Revolución Democrática, el Partido de Baja California y el Partido Nueva Alianza. Solo, en plan de comparsa priista, quedó Movimiento Ciudadano.

La importancia pues de la elección de Baja California, radica en el mensaje político que significará en el ámbito nacional que el Presidente Peña pierda o gane su primera elección, o que el Partido Acción Nacional se levante de su derrota o se hunda aún más.

Lo demás, las conspiraciones que anotan que Peña quiere perder la elección de Baja California o que esa es la prenda del PAN para seguir en el pacto, son eso, intrigas.

Los dos millones 410 mil 573 electores bajacalifornianos que integran el listado nominal, tendrán el domingo 7 de julio la oportunidad de demostrar lo contrario, y sentar el precedente para el futuro de los partidos y los gobiernos.

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