¡Cuidado con los arrecifes!

02/07/2013 - 12:00 am

Y… los arrecifes de la Ciudad de México son los delincuentes que viven bajo la superficie social.

Los capitanes de los barcos que cruzan el mar, saben a ciencia cierta que al acercarse a tierra firme, los riesgos de una tragedia están ahí bajo el agua, no se ven pero son como navajas, capaces de partir la base de la embarcación. Son los arrecifes y se auxilian de todos los adelantos tecnológicos para detectarlos y encontrar un camino o un canal a seguir que les permita llegar al puerto sin mayores incidentes. pero los pescadores y comerciantes del puerto, que han convivido todo su tiempo con esos arrecifes, saben dónde están, y cuáles son los más peligrosos.

Así es la vida de la delincuencia: no pueden vivir ni reproducirse sin conocimiento y a veces tolerancia o complicidad con los policías de la ciudad, y el capitán del barco no puede llegar a buen puerto sin el mapa preciso de los arrecifes para lo cual debe usar toda la tecnología, avances científicos y sobre todo la experiencia de los navegantes de esas aguas turbias: los policías

La Ciudad de México vino convirtiéndose poco a poco en una ciudad tranquila y pacífica, donde los juarenses, tamaulipecos, neo leoneses, tijuanenses, torreoneros, acostumbrabamos ir a descansar del alto estrés de la gran chichimeca, a darnos el gusto de caminar por las amplias y hermosas avenidas de esa ciudad. Porque en las nuestras no podemos caminar ni 100 metros a pie.

Pero repentinamente, en ese navegar tranquilo, la nave parece haber encallado en un inesperado pero evidente arrecife: los jóvenes de Tepito desaparecidos.

Y nos pueden decir que están trabajando y ofreciendo recompensas, que ya detuvieron a Juan o a Pedro, que ya sólo les falta descubrir que se trata de un complot internacional. Pero a quienes hemos cruzado por aguas turbulentas no nos convencen esas disculpas.

Ahí, entre esos 100 mil policías que tiene el DF y los otros 100 mil del Estado de México, Tlaxcala, Hidalgo y Morelos, hay muchos que saben exactamente qué sucedió, dónde están, quién los tiene, si todavía están vivos o si ya los asesinaron.

Y esos 200 mil policías tienen unos 10 mil jefes operativos de nivel medio bajo, y esos jefes saben perfectamente todo lo que pasa. Ellos rinden novedades a unos 200 mandos intermedios, que también saben todo lo que sucede en sus parcelas de control. Así es la policía, así es la delincuencia y así son los los arrecifes.

Los jefes policiacos de las cinco entidades de gobierno conocen a los comandantes con mando que saben lo que pasa y el comandante al que le tocó “el evento” en su turno y en su territorio sabe a dónde los llevaron y debe –está obligado– informar en menos de 24 horas qué grupo delictivo los tiene, y cómo presionar a ese grupo delictivo para que los devuelva. La prioridad en este momento es que se regresen a esos jóvenes vivos o muertos.

Y al grupo de malandros que rompió el código de la paz en el Distrito Federal se le debe castigar, hasta su extinción, incluyendo muchas opciones que vienen desde el castigo institucional, hasta el castigo interno desde su propia organización delictiva.

El Gobierno del Distrito Federal, Tlaxcala, Estado de Mexico, Hidalgo y Morelos deben parar en firme a quienes desde “la comunidad delictivo-policiaca” rompen la paz social.

Como en la navegación, es imposible terminar con los arrecifes, pero hay que impedir que con acumulaciones de coral, basura, deshechos marinos, cierren los canales y si un arrecife se convierte en un peligro, hay que dinamitarlo y desaparecerlo del mapa, porque si no se hace eso, se cierra el puerto.

Por eso es tan preocupante que en cinco semanas no hayan podido encontrar a los jóvenes, eso es insoportable, es inaceptable, no pueden ser tan inútiles los policías de estos cuatro estados y el DF.

No los conozco, ni sé las rutinas de trabajo que siguen, pero casi podría jurar, si fuera creyente, que los altos mandos de estos cuatro estados no han tenido una sola reunión conjunta para abordar el problema.

Es obvio que todo mundo le desea el más rotundo fracaso a la policía del Distrito Federal, pero no pueden ignorar que el fracaso del DF es el futuro-inmediato del inicio de una gran guerra criminal que va a llevar al fracaso a todos estos estados. No se imaginan lo que es la guerra criminal entre dos cárteles, menos lo que puede significar la madre de todas las batallas entre todos los cárteles por esa zona del país.

Si permiten que un grupo lleve su venganza hasta el nivel de dejar a las familias sin el último derecho que tienen los seres humanos, rendir homenaje a sus muertos, le reconocen un super-poder por encima de las instituciones, y entonces ya no serán los policías corruptos los que toleren a los delincuentes, sino al contrario los delincuentes decidirán a qué policías toleran en el mando.

Un solo negrito del arroz: Graco Ramírez y yo somos conocidos y simpatizamos, en términos de los políticos “somos amigos” desde la fundación del PRD, nos presentó Cuauhtémoc Cárdenas en 1988-1989. Él sabe de la durísima experiencia que tuvimos en Ciudad Juárez y de los aprendizajes que obtuvimos para controlar la hiperviolencia con una persistente participacion ciudadana. Hoy, el «modelo Juárez» se menciona en todo el mundo como un modelo similar a la recuperación de Medellín, Palermo, Nueva York. Graco sabe que somos un grupo de ciudadanos independientes y solidarios.

Pues bien, desde que era precandidato en su partido para la gubernatura le he escrito por lo menos 10 veces, ofreciéndole nuestro aprendizaje, para reunirnos con la sociedad morelense y el gobierno de todos los niveles, en un ejercicio colaborativo. Explicándole a grandes rasgos los peligros que rodean a una policía separada de la ciudadanía.

Ya va a cumplir un año en el poder, y sigue sin disponer de una persona que organice ese encuentro, que se ponga a planearlo y a diseñarlo. No le estamos pidiendo audiencia ni chamba, es una reunión importante. La última vez le prometí que nosotros pagábamos nuestros pasajes por aquello de que las arcas del estado quedaron vacías. Pero no; él, como todos los políticos triunfantes, cree que tiene las llaves de todas las soluciones. Ayer, los morelenses salieron a la calle.

El país ha llegado a estos extremos porque todos los políticos creen poder solos con el gobierno ignorando que ellos solamente son la mitad del poder, que la otra mitad para poder-poder es la sociedad con conciencia crítica. Y Gramsci escribió alguna vez, «el poder está en el consenso».

Gustavo De la Rosa
Es director del Despacho Obrero y Derechos Humanos desde 1974 y profesor investigador en educacion, de la UACJ en Ciudad Juárez.
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