Arnoldo Cuellar
09/05/2013 - 12:00 am
Pactos, remiendos, redes y nuevos equilibrios
Pese a todo el pesimismo que nos circunda, algo nuevo, e involuntario, puede estar pasando en la vida política del país, tras el remiendo sufrido por el Pacto por México, luego del conflicto motivado por las transgresiones del gobierno veracruzano y funcionarios federales en ese estado, en relación con el uso de recursos de programas […]
Pese a todo el pesimismo que nos circunda, algo nuevo, e involuntario, puede estar pasando en la vida política del país, tras el remiendo sufrido por el Pacto por México, luego del conflicto motivado por las transgresiones del gobierno veracruzano y funcionarios federales en ese estado, en relación con el uso de recursos de programas sociales para fines electorales.
El artículo publicado aquí mismo por Adela Navarro Bello, Gobernadores bajo control, es altamente esclarecedor. La adenda del Pacto por México, motivada por las maniobras de mapachismo electoral en Veracruz, tiene un gran objetivo: el sometimiento de los gobernadores a un nuevo esquema de control, tras doce años de libertinaje.
Casi parecería un guión planeado. Los excesos de Javier Duarte, quien por cierto ha sido perdonado tras sacrificar a su tesorero, servirán de aquí en delante para que el poder de los gobernadores, de todos los partidos, se someta a las horcas caudinas de la observación pluripartidista del Pacto por México.
Los beneficios de esta recomposición se reparten proporcionalmente entre el presidente de la República, quien logrará la disciplina y el sometimiento de los 19 gobernadores priistas, más allá de promesas verbales; y los dirigentes panista y perredista, Gustavo Madero y Jesús Zambrano, que harán lo propio con sus respectivos mandatarios .
Cualquier intento de los gobernadores de recurrir a maniobras para tratar de apoyar candidatos o perseguir la perpetuación de su grupo en el poder, como lo hicieron los priistas durante la presidencia panista, tendrá encima la observación permanente de la estructura suprainstitucional del Pacto.
El esquema podrá combatir de una manera por demás eficaz el grave peligro del regreso corporativo de un PRI empeorado por su regionalización, algo que incluso ha impedido el eficaz combate al crimen organizado.
Al final del día, Enrique Peña Nieto, al igual que en su momento lo hiciera Carlos Salinas de Gortari, debe centrar su apuesta política y electoral en la mejoría de la percepción sobre la situación general del país, permeada de forma principal en las clases medias, o lo que queda de ellas, como motor de arrastre de los segmentos bajos y altos de la población.
No será el mapachismo de los gobernadores, tan costoso y desgastante, sino la buena imagen presidencial, lo que pueda garantizar el incremento de la votación priista, en el mediano plazo. La vigilancia del pacto interpartidista vulnerará al PRI, pero también a las oposiciones.
En esa cancha emparejada por el cuidado mutuo de las burocracias partidistas, ganará quien tenga a su servicio el mejor aparato de propaganda y de normalización de la opinión pública, algo en lo que sin duda el aparato presidencial supera con creces a los partidos.
El entramado no deja de mostrar una enorme decepción para quienes piensan que la autonomía de las regiones del país podría ser una aportación al avance democrático.
El fracaso de la autodeterminación que se pone en evidencia en el caso de Veracruz, donde ha sido imposible que el rejuego de las fuerzas locales logre espacios más democráticos, respeto a los derechos civiles y una mejor calidad de vida para sus ciudadanos. Ha sido necesario el chantaje de los partidos políticos para lograr que el gobierno de Javier Duarte respete la ley y sanciones a quienes la violaron.
El mandatario ni siquiera puede reclamarle a Peña Nieto haberlo abandonado a sus detractores, pues ha quedado en claro que es Duarte quien ha puesto en riesgo la recuperación priista por su uso de métodos anticuados, delincuenciales y sancionados ya por la historia.
Puede ser que ni siquiera haya sido algo planeado, sin embargo, la historia está mostrando que los saltos atrás son costosos. Peña Nieto y los dirigentes partidistas, a querer o no, tendrán que poner en evidencia su compromiso con una práctica política menos atrabiliaria que aquellas que han tenido vigencia hasta ahora, en todos los partidos.
Sin embargo, el optimismo debe ser moderado. Algo que no acaba de ser enteramente satisfactorio es la ausencia de la sociedad civil en todo este entramado, salvo como espectadora. No han sido ciudadanos quienes han balconeado a los mapaches veracruzanos, sino espías profesionales a sueldo del PAN.
Pronto quisiéramos ver que protagonismos como el mostrado por los usuarios de las redes sociales en un tema como el del #ladyprofeco, pudieran mostrarse en asuntos tan sustanciales como el de la elección de autoridades a todos los niveles. Cuando eso ocurra no habrá mapaches que duren, ni partidos políticos que le saquen kilometraje a las denuncias de fraude.
@arnoldocuellaro
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