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Adela Navarro Bello

20/03/2013 - 12:00 am

Engañar con la verdad

Poco después que el Presidente Enrique Peña Nieto dijera que Petróleos Mexicanos no se privatizará, a propósito de la reforma energética que pretende enviar al poder legislativo en el segundo semestre de este 2013, Andrés Manuel López Obrador, arremetió: iniciará la construcción de la estrategia de la defensa del petróleo, incluida la toma de pozos […]

Poco después que el Presidente Enrique Peña Nieto dijera que Petróleos Mexicanos no se privatizará, a propósito de la reforma energética que pretende enviar al poder legislativo en el segundo semestre de este 2013, Andrés Manuel López Obrador, arremetió: iniciará la construcción de la estrategia de la defensa del petróleo, incluida la toma de pozos petroleros, para que Pemex no se privatice.

Más tarde el dirigente nacional del Movimiento de Reconstrucción Nacional, Martí Batres, también adelantó: crearán mil brigadas con 50 mil personas para emprender la campaña de defensa del petróleo.

En la izquierda fuera del Pacto por México, no le creen a Enrique Peña Nieto. El Presidente declaró que Pemex no estaba a la venta, que no se privatizaría, que uno de los ejes importantes para la redacción de la iniciativa de reforma energética es modernizar pero no privatizar la paraestatal. Su motivación, un decremento de arriba del 20 por ciento en la producción de petróleo.

Las ambiguas declaraciones de Peña fueron un poquito esclarecidas por el Secretario de Hacienda, Luis Videgaray, quien así sin más, de manera muy natural comentó a los periodistas que los acompañaron a ambos a Roma, que efectivamente Pemex es y será de los mexicanos, que lo que requiere la paraestatal –y es evidente que ello será parte fundamental de la reforma– es trabajar con “tecnología que hoy no tiene, asociándose con el sector privado”, y que el grado de participación privada es algo que se definirá “cuando se construya la iniciativa”, obvio con los integrantes del pacto por México.

El Presidente Peña, como en su momento el ex Presidente Carlos Salinas, engaña con la verdad. Ciertamente no es su intención –hasta donde se ve porque no hay iniciativa– privatizar Petróleos Mexicanos, pero sí es evidente por las declaraciones de su Secretario de Hacienda, que donde sí quieren dinero privado es en los procedimientos que utiliza Pemex para la exploración, la extracción, el refinamiento, la producción, el almacenaje y la transportación del petróleo y el gas.

En ese contexto tiene razón el Presidente al declarar que Petróleos Mexicanos no se privatizará, pero también la posee Videgaray cuando dice que es necesario capital privado para modernizar la institución. Palabras claves utilizadas en el mensaje de Peña.

Ya en el pasado Andrés Manuel López Obrador se opuso a la privatización de los procesos en el manejo del petróleo. Lo hizo en la administración del doctor Ernesto Zedillo Ponce de León cuando éste abrió áreas de Pemex a la inversión privada –por cierto, entonces el PRI reaccionó de manera contraria a Zedillo e instauraron candados partidistas para que sus militantes en calidad de gobiernos no pudieran modificar la estructura energética, impedimento que hace unas semanas fue eliminado a propuesta claro, del Presidente y Primer Priísta del País–.

También López alzó su lucha cuando en los gobiernos de Vicente Fox Quesada o en el de Felipe Calderón Hinojosa, intentaron modificar la Ley para permitir dineros privados en los procesos de exploración, refinamiento, producción y transportación de petróleo. Hoy día, ante la pública negativa de Peña a privatizar la paraestatal y la abierta posición de Videgaray a tener dinero que no es del estado en esos procesos, Andrés Manuel López Obrador sale una vez más a la cargada.

Seguro, aguerrido, prepara ya, la contra campaña y la resistencia civil para evitar que capitales privados sean considerados en los procedimientos del petróleo mexicano. ¿Qué sabe López Obrador que no nos ha dicho? Es obvio pensar que está al tanto de las negociaciones que –efectivamente– fuera de las Cámaras se realizan para ir cabildeando el voto de las tres fracciones mayoritarias, PRI, PAN y PRD en el Poder Legislativo y aprobar cuando después de julio se presente, la reforma energética.

En un país con un sistema de gobierno propenso seriamente a la corrupción y la compra de voluntades, no sería de extrañar que a estas alturas uno o varios representantes de la izquierda cercana a López Obrador, hayan recibido ofertas millonarias y en dólares, para ceder su voto por una reforma energética. Los cabilderos de empresas privadas nacionales y extranjeras que se beneficiarían con una apertura a capitales particulares en Pemex, cuentan con el apoyo de los partidos afines al gobierno, el Verde Ecologista, el Revolucionario Institucional.

Si Andrés Manuel López Obrador está al tanto de ello, del cabildeo millonario en pro de una reforma energética que beneficie a compañías externas, debería decirlo y atacar directamente la corrupción y los intereses económicos que sustentan la iniciativa que viene. Actuar de manera contraria,  fortalece la estrategia de engañar con la verdad que el gobierno de Enrique Peña Nieto ha emprendido en torno a Pemex: primero demostrar –y eso les será fácil– que Petróleos Mexicanos por sí solo ya no puede, que está rebasado por la tecnología con la que no cuenta, que el decrecimiento en la producción lleva a una disminución importante y grave de los recursos naturales y financieros de la nación, y que la única forma de salvar a la todavía petrolizada economía mexicana, es abriendo a la inversión privada, no el petróleo, sino los procedimientos todos hasta llegar a la comercialización.

O sea, privatizar sin privatizar ¿No?

en Sinembargo al Aire

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