Javier Solórzano
18/03/2013 - 12:00 am
La bienvenida
No deja de sorprender que a lo largo de muchos años se haya querido, y hasta exigido con fundadas razones, una reforma en materia de medios y no se haya podido mover nada, y ahora resulta que los que no querían ningún tipo de reforma –todos con excepción del silencio imprudente de TV Azteca–, le […]
No deja de sorprender que a lo largo de muchos años se haya querido, y hasta exigido con fundadas razones, una reforma en materia de medios y no se haya podido mover nada, y ahora resulta que los que no querían ningún tipo de reforma –todos con excepción del silencio imprudente de TV Azteca–, le ponen buena cara y utilizan la palabra “bienvenida” para otorgarle lo que parece ser el visto bueno. En el caso de los del Ajusco suponemos que el punto de vista pudiera estar entre algunos artículos de quienes hacen como que toman distancia pero al final terminan como incondicionales; por ahí suponemos que va la respuesta no oficial.
¿Qué es lo que ha provocado la uniformidad ante la reforma en materia de telecomunicaciones? Quizá que las cosas ya dieron de si. Ya no hay para donde hacerse y sin reformas hubieran llegado inevitablemente enfrentamientos mismos que podrían haber hecho que se perdieran los escasos equilibrios que existen en el sector. No estamos sólo ante lo que parece la voluntad del nuevo gobierno y de los partidos políticos vía el pacto, estamos ante una situación en la que la exigencia de la sociedad civil y de innumerables académicos y ONGs había llegado al límite. Para decirlo de otra manera, los dueños de la industria de las telecomunicaciones, y en particular los de los medios de comunicación, sabían que las cosas ya no podían seguir como estaban.
No había otra opción más que modernizarse en todos los sentidos. La industria está en pocas manos y la competencia por lo general empieza y termina donde los dueños deciden. No sólo eso, hemos entrado en un círculo perverso en que la libertad de expresión en muchos casos no es un asunto de normas y leyes, empieza y termina en donde los dueños deciden. Hemos entrado en nuevos ámbitos en la comunicación y la información. En la práctica, a menudo los medios están por encima del Estado a pesar de que existan leyes para acortarlos –no esta de más recordar otra vez el papel de la televisión en los pasados procesos electorales–.
Digamos que la ”bienvenida” es un asunto que tiene mucho de sobrevivencia y una alta dosis de reinventarse. Sabían que las reglas tendrían que cambiar tarde o temprano, y por ello han de tener en sus escritorios sus planes B, C, D y sígale. Lo importante ahora está en el otro lado de la cancha. Los legisladores tienen que hacer ajustes necesarios a la reforma y deben pensar con cuidado y prudencia varios temas de enorme relevancia y altamente sensibles.
1. La licitación de los canales de televisión abierta, lo que incluye un canal del Estado. Es importante que quienes se queden con los canales de tv tengan solvencia, se abran a producciones independientes y que no caigan en el juego del duopolio ya que el retroceso sería fatal.
2. La creación del Instituto de Telecomunicaciones debe ser un órgano independiente y ciudadano, no partidista. Si a estas alturas no hemos aprendido de las desiguales experiencias de COFETEL, IFE e IFAI, por mencionar sólo algunas, estamos perdidos; urge un nuevo modelo.
3. ¿Cuáles van a ser los criterios sobre los cuales se va a basar la inversión extranjera al 100% en la industria de las telecomunicaciones? No se trata sólo de que entre la lana.
Los dueños de los medios la veían venir. Algunos de ellos andan hoy en lo políticamente correcto, pero a estas alturas ni modo que se opongan ante la evidencia. A otros les dan “ñáñaras” porque siempre que se dan pasos en este sentido les dan las tales “ñáñaras”, es cuestión de ver su historial para corroborarlo. No hay que ni menospreciar ni inventar dudas ante la reforma. Que den la “bienvenida” tiene su razón de ser y pronto sabremos el porqué de ello, lo importante es que por fin se está dando un paso fundamental en la materia. La reforma tiene que ver con muchas batallas a lo largo de décadas, no es un invento sólo del Presidente y del pacto. De seguro reaccionaran los afectados y están en su pleno derecho, la clave es que hoy las reglas van a ser otras; tarde pero llegamos.
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