Carlos Jonguitud dejó de ser útil. Después de meter a “La Quina” al penal de alta seguridad con armas y un muerto sembrado, Carlos Salinas tomó la opinión de Manuel Camacho y éste la de Marcelo Ebrard: había que hacer movimientos al interior del SNTE. No podía seguir al frente de los maestros un personaje como Carlos Jonguitud. El Presidente le pidió a su Secretario de Educación que fuera el portavoz de la decisión. Manuel Bartlett fue a ver a Jonguitud a su casa. La primera reacción del potosino fue de inconformidad hasta que entendió lo que le podía pasar. Al final se retiró a su casa mientras que su colega, “La Quina”, termino en la cárcel por años.

Elba Esther Gordillo era un personaje que en los noventa parecía menor. Era delegada en el DF en los tiempos en que estos eran puestos por los entonces llamados regentes. Era cercana a Manuel Camacho y a Marcelo Ebrard. Era la sustituta exacta: mujer, relativamente joven, cercana a quienes en aquel tiempo gobernaban y además dócil para los planes que desde Los Pinos se diseñaban. Para unos fue un cambio necesario mal instrumentado, para otros fue la única forma de hacerlo, pero para la mayoría fue una decisión bien vista que debería haber cambiado el rumbo de la educación. Para Elba Esther terminó siendo un encumbramiento inesperado, aunque hace algunas semanas haya dicho que entró “por el escusado”.

Si la profesora detenida no alcanzó a ver cerca su fin pecó de confianza o no aprendió de la lides políticas a lo largo de sus muchos años al frente del SNTE. Debió entender y ver lo que venía. Debió saber que ya la estaban haciendo a un lado y que sus discursos vociferantes no pasaban de largo y estaban siendo escuchados en Los Pinos, donde se tomaba nota.

Pero también debió entender que en el PRI le tenía muchas cuentas pendientes y que el aparato del tricolor se mueve diferente al de los cándidos panistas. Debió saberlo porque en el PRI están sus orígenes y en los gobiernos del PRI su encumbramiento y ahora su muerte política. Al final de la historia un producto surgido, digamos que de manera coyuntural, de un gobierno del PRI terminó en la cárcel por otro gobierno del PRI a diferencia del personaje que sustituyo a principios de los noventa.

Le espera a la profesora un largo peregrinar en juzgados. Va a vivir en la cárcel hasta que llegue el día en que por su edad cubra el resto de su condena en casa. El golpe, aunque el gobierno insista en que es un asunto legal, es antes que nada político. Es probable que se haya apurado la aprehensión por la actitud que estaba asumiendo la profesora ante la reforma educativa, pero lo que está a la vista es que por lo menos hasta hoy se ve que el gobierno hizo bien sus tareas; evidenciaron lo que todos suponíamos.

«La Maestra» se fue cayendo solita y si bien los panistas no “encontraron nada”, como de manera poco responsable dijo el ex titular de Hacienda y frustrado suspirante a la Presidencia, Ernesto Cordero, era previsible que algo se estaba gestando en su contra desde el 1 de diciembre o quizá desde antes.

Para el gobierno de Peña Nieto es sin duda un golpe bien dado, pero sólo va a trascender si se impulsa la democratización del SNTE, lo que no significa que se meta. Si va en serio, ¿se puede quedar en la nada un líder que tiene una hija que vuela en avión privado por el mundo con todo y su mascota? ¿Se puede quedar en la nada un líder que le compra a su hijo un auto marca Ferrari con motivo de su cumpleaños? ¿De dónde sale el dinero? ¿Puede un líder ganar tanto dinero para gastar en esto y más? Evidentemente no es sólo este líder, lo importante también es que si va en serio el siguiente paso es ir sobre estructuras y no sólo sobre la coyuntura que en este caso es rentable y políticamente correcta.

Javier Solórzano

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Es periodista. Conductor de radio y televisión.

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