Arnoldo Cuellar
14/02/2013 - 12:00 am
Planeación vs. coyuntura electoral: el caso de El Zapotillo
La construcción de la presa El Zapotillo, en el municipio Cañadas de Obregón del vecino estado de Jalisco, actualmente en proceso, vino a significar la culminación de varios lustros de estudios hidrológicos, de gestiones políticas y de arduas negociaciones. Contra lo que muchos pensaban, con un dejo de simplismo, no fueron el alineamiento de gobiernos […]
La construcción de la presa El Zapotillo, en el municipio Cañadas de Obregón del vecino estado de Jalisco, actualmente en proceso, vino a significar la culminación de varios lustros de estudios hidrológicos, de gestiones políticas y de arduas negociaciones.
Contra lo que muchos pensaban, con un dejo de simplismo, no fueron el alineamiento de gobiernos panistas en ambos estados y en la federación, lo que logró allanar las dificultades. A final de cuentas los regionalismos no parecen contar con preferencias políticas.
Fue el trabajo de los técnicos, sobre todo en instancias como la Comisión Nacional del Agua, las comisiones estatales de Jalisco y Guanajuato y los sistemas de agua potable de León y Guadalajara, el que arrojó las conclusiones para emprender la ambiciosa obra.
Se estableció primero un aforo que contemplaba una cortina de 80 metros de alto, el cual sería suficiente para el abasto de las necesidades planteadas por León. Un segundo cálculo, solicitado por Jalisco, elevó la proyección de la cortina a 105 metros, con lo que el volumen conseguido podría dotar también a la zona metropolitana de Guadalajara.
Esta modificación produjo como daño colateral la amenaza de inundación de tres poblados: Temacapulín, Acasico y Palmarejo. Se trata de comunidades poco populosas, pero fuertemente arraigadas a la tierra y a su historia.
La protesta que siguió y que cumple ya varios años, no tuvo la atención de los representantes gubernamentales de Jalisco, mucho menos los de Guanajuato que lo veían como un problema de sus vecinos.
La tenacidad de esos habitantes tuvo su recompensa cuando un candidato en campaña, como no, les ofreció tomar cartas en el asunto: el priista Aristóteles Sandoval, hoy gobernador electo a punto de tomar posesión.
Así, un proyecto de infraestructura de largo plazo, en el cual fueron determinantes los aspectos técnicos y que contaba con los consensos necesarios, se ve hoy sometido de nuevo a discusión y, lo que es peor, problematizado en la agenda de los medios de comunicación de ambos estados, por una coyuntura ni siquiera política, sino tan sólo electoral.
Y aunque no hay nada decidido, el clima que se está creando mediante una provocadora secuencia de declaraciones de políticos de todos los niveles, tanto en Jalisco como en Guanajuato, parece el menos adecuado para lo que está en juego.
Si hiciera falta el replanteamiento de un proyecto que ya se encuentra en marcha y con muchos millones de pesos aplicados, lo conveniente, lo deseable, es que eso ocurriera en mesas donde se ponderaran los aspectos técnicos y donde tuvieran representación las diferentes instancias políticas involucradas.
Pero además, sería todavía más importante que el tema se hiciera público hasta que se dieran acuerdos y con la presencia de todos los involucrados.
La línea seguida hasta ahora por Aristóteles Sandoval, quien por cierto ya no tiene necesidad de votos, y respondida sin reflexión por los funcionarios de Guanajuato a todos los niveles, además de populista, resulta altamente peligrosa.
Si bien existe ya una conseja entre politólogos y futurólogos de banqueta en el sentido de que las guerras del futuro serán por el agua, no parece tener ningún sentido exacerbar los sentimientos al respecto desde la propia autoridad, así sea una que apenas se prepara para asumir sus responsabilidades.
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