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Javier Solórzano

11/02/2013 - 12:00 am

Acapulco

Nadie puede decirse sorprendido por lo que está pasando en Acapulco. La descomposición ha sido sistemática, no es cosa de unos días. A lo largo de varios años, la delincuencia organizada se ha ido metiendo en las entrañas del puerto. Se ha pasado de las leyendas urbanas a las brutales realidades. Igual se decía que […]

Nadie puede decirse sorprendido por lo que está pasando en Acapulco. La descomposición ha sido sistemática, no es cosa de unos días. A lo largo de varios años, la delincuencia organizada se ha ido metiendo en las entrañas del puerto. Se ha pasado de las leyendas urbanas a las brutales realidades. Igual se decía que “El Chapo” vivía en Las Brisas y que en una ocasión, a plena luz del día, lo persiguieron y lo dejaron ir. Cuentan también que hace varios años la policía local se encargaba de la prostitución infantil en el centro de la ciudad.

¿Qué era cierto de todo esto a lo que se suman muchas historias más y qué no es cierto? Ha de haber mucho de verdad y mucho de leyenda. Lo que es un hecho es que leyendas, realidades o verdades se han sumado a la violencia y la muerte en las calles en los últimos años lo que ha construido el doloroso escenario de Acapulco. Es el producto de desatenciones, corrupción, de ausencia de proyectos para los jóvenes, del uso político de las instituciones, de la pobreza, de la manifiesta desigualdad social y sumemos todos los males de un país con muchas adversidades y un puerto al que no se le ha diseñado seriamente un orden para su desarrollo social y turístico.

Todos miran a Acapulco pero no se hace nada en concreto. Todo al final deriva en proyectos de ocasión. No existe un seguimiento serio, profundo y profesional de lo que se programa. Todo se reduce a actos de gobierno en los que lo importante es salir en la foto y ser políticamente correcto hablando del maravilloso pasado acapulqueño, de la mano de expresiones que ya se escuchan vacías como sus nostálgicas reseñas de cine y sus visitantes distinguidos.

A Acapulco lo explotaron y lo fueron dejando poco a poco hasta llegar al estado actual de las cosas. Con tal de vender y explotarlo se han construido polos de presunto desarrollo, hoteles, se han abierto calles sin ton ni son –suponemos que con buenas mordidas de por medio–, y además se han construido centros habitacionales en donde no existe el mínimo orden y menos sistemas efectivos de seguridad.

Se le ha perdido respeto y cariño a la mar. Es cosa de ver cómo muchos hoteles lo tienen como extensión de sus desechos a lo que se suma la falta de civilidad de los turistas que en muchas ocasiones utilizan a la arena como una especie de gran basurero.

Son los acapulqueños de cepa los que intentan organizarse y en quienes recae de manera brutal la cotidianeidad perversa que se vive. Son ellas y ellos los que padecen y los que, ante hechos como el de Barra Vieja, se ven afectados de manera múltiple. Al mismo tiempo que les pega la violencia contra las mujeres, hecho que deteriora inevitablemente la imagen de la ciudad, queda en evidencia la ingobernabilidad que lleva a que desde fuera se vea a Acapulco distante, peligroso y riesgoso. De ser un centro turístico maravilloso y emblemático del país, Acapulco ha pasado a ser de información de página roja y de escándalos; va en rumbo de perder inversiones y turistas.

Se cuentan muchas historias. Algunas hablan de una sociedad vigente organizada e indignada que quiere cambiar el estado de las cosas. Otras muestran el Acapulco profundo y doloroso cargado de impunidad. Se veía venir que el puerto se sumaría a Ciudad Juárez, Monterrey, Reynosa, La Laguna, Nuevo Laredo, Matamoros y Tijuana, por mencionar algunas ciudades que han estado o están en medio de la violencia, la impunidad, la delincuencia organizada y la muerte.

Acapulco está en la larga cresta de la ola, roto y desprotegido. Es tiempo de pensar en modelos como el aplicado en Ciudad Juárez que en su dolor profundo empieza a ver resultados. Más vale que se actúe pronto porque sino Acapulco será a Peña Nieto lo que Juárez a Calderón. Y anotemos que está apareciendo en la mira Cancún.

Javier Solórzano
Es periodista. Conductor de radio y televisión.
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