En 1994, Cárdenas visitó Juárez en uno de los muchos viajes que hizo cuando era el hombre fuerte del PRD. Acababan de cerrar la Escuela Superior de Agricultura, por acusaciones de mala calidad en la enseñanza y corrupción entre sus directivos. El Ingeniero contestó lacónicamente “Modifiquen los programas. Cambien a los directivos. Métanlos a la cárcel si es necesario, pero no terminen con una institución”
Creo que esa frase se ajusta perfectamente a los que está pasando con la Policía Federal. Entre las instituciones que se fortalecieron durante la guerra, en esa dependencia se invirtieron grandes cantidades de dinero, esfuerzos, análisis teóricos, capacitación, organización, tecnología, instalaciones, con un solo objetivo institucional: construir una Policía Civil Federal institucionalizada independiente de los órganos políticos. Pasaron de 4,000 a 36,000 elementos, una verdadera fuerza policiaca nacional.
En la recuperación de Ciudad Juárez fue fundamental su actuación. Me consta. Cuando llegaron a la ciudad en abril de 2010, los promedios de homicidios eran de diez por día, los robos de autos arriba de 1500 por mes, 30 a 40 secuestros mensuales, mas de 5,000 negocios extorsionados.
El índice de eficacia en el enjuiciamiento a homicidas era de 1.5% (3 en cada 200 asesinatos). La policía municipal eran los choferes de los militares. Los grupos antisecuestros eran negociadores para pagar a los delincuentes y rescatar a las víctimas pero sin atrapar a los delincuentes. Las garantías individuales estaban prácticamente suspendidas por el Ejército, (en 2009 se recibieron 1,250 quejas contra el Ejército de abusos cometidos por los militares al mando del General Espitia). La ciudadanía organizada para atender problemas de seguridad nos entrevistábamos dos veces por año con el general y sólo él hablaba. La estrategia consistía en: “Mantenerse al margen de la guerra entre las bandas delictivas y dejar que ellos se exterminaran, arriesgando al mínimo los efectivos militares y controlar a la ciudadanía combatiendo básicamente el trasiego de drogas a Estados Unidos».
Después, en 2010, 2011 y 2012, instalamos una mesa de diálogo cívico militar con todos los generales adscritos a la V zona Militar, bajo el mando del General Eduardo Zárate; en un ejercicio ejemplar, bajaron a cinco o tres quejas de Derechos Humanos por Año.
La Policía Federal cambió la estrategia: coincidiendo con el programa “Todos Somos Juárez”, incorporó a los ciudadanos interesados en colaborar eficazmente en la Seguridad Pública; situó en Ciudad Juárez durante los primeros cinco meses de manera permanente y personal al comisionado nacional de la Policía Federal , el más alto nivel operativo de la institución, y basó su estrategia en palabras de Facundo Rosas en: “meterse en medio de la guerra de los pandilleros, para separarlos, priorizar las actividades anti violencia y detener a los cuadros medios de las dos bandas delictivas en guerra hasta llegar a los jefes operativos de esas bandas”.
Al mismo tiempo, estableció acuerdos muy concretos de colaboración institucional con la procuraduría del estado y al cambio de gobierno estatal. Prácticamente Fiscalía del Estado y Policía Federal trabajaron juntos estableciendo lugares comunes de operación.
La Policía Federal apoyó mucho los acuerdos de la Mesa Ciudadana de Seguridad, y así pudimos impulsar planes recomendados por los expertos académicos a nivel mundial para rescatar la ciudad además de la acción policiaca. Establecimos un sistema de seguimiento mensual a los indicadores de incidencia delictiva, se atendieron ipso facto y muchas veces en el termino de flagrancia abusos de autoridad y delitos de federales contra los juarenses, se procesaron más de 80 y están en la cárcel más de 40 federales.
En este renglón de respeto a los derechos humanos fueron insuficientes los esfuerzos, aunque comparados con los números de los militares andamos en menos del 10% de las violaciones reportadas con anterioridad y siempre tuvimos desde la visitaduría asignada a la operación la recepción y atención inmediata a las quejas de las organizaciones que venían a nosotros.
Con su apoyo, y el del gobierno del estado primero y ahora con el municipio, pudimos lograr que el número de carros que circulan sin placas en Juárez sea menor al 5%; elevar el número de Agentes del Ministerio Público dedicados a la investigación de delitos federales de uno a cuarenta, con toda la infraestructura material y humana que necesitan para operar; realizar un operativo de enfoque exitosísimo para rescatar una zona comercial de manos de los extorsionadores y sicarios, bajando en esa zona de 40 homicidios a cero y de 60 negocios extorsionados a cero.
Ellos detuvieron más de 4,000 delincuentes que actuaban en la ciudad y los pusieron a disposición de un juez, trasladaron a más de 2,000 reos de Juárez a otros Ceresos, sujetaron a juicio a más de 400 cuadros medios de los cárteles de la droga y finalmente detuvieron a los dos jefes operativos de «Los Aztecas» y de «La Línea» –cártel del estado– y a uno del cártel de Sinaloa. Aunque hay que señalar que pusieron más énfasis en perseguir al cártel del estado de Chihuahua que al cártel de Sinaloa, y se les quedaron libres muchos jefes o patrones del cártel de Sinaloa.
Desde el centro de mando y con apoyo de los investigadores académicos de la PGR, pudimos elaborar proyectos de intervención social enfocados a ofrecer nuevas alternativas de vida a los jóvenes de las colonias con alta incidencia delictiva. La ejecución de estos planes se ha dificultado porque llevar a la práctica estos planes corresponde a instituciones muy politizadas.
También con su apoyo presentamos una propuesta de fortalecimiento institucional de las fuerzas federales, estatales y municipales que deben desplegarse en la ciudad, y los únicos que cumplieron fueron la Policía Federal y la PGR. Las instituciones Estatales y Municipales no se han querido fortalecer.
Trabajamos por diez semanas con ellos y con los policías municipales para hacerles un diagnostico y evaluación de su nivel de profesionalismo, preparación, y compromiso con la institución, disciplina, conocimiento de la ley, consideración hacia los ciudadanos y los municipales obtuvieron un tres mientras los federales andarían en un seis en una escala del uno al diez. Ciertamente, los federales apenas pasaron de panzazo, pero los municipales están muy lejos de empezar a tener espíritu de cuerpo y de responsabilidad pública.
Ciertamente cometieron barbaridades, incluso algunas hasta intencionales. No han podido limpiar de corrupción la corporación por más exámenes de confiabilidad que hagan; subsisten redes de vinculación entre la delincuencia y los elementos de la institución, incluso se les acusa de posibles actos de sicariato y secuestro, nunca pudieron resolver a fondo el problema de la extorsión, no consiguieron la confianza de la ciudadanía.
Puedo estar equivocado en mi apreciación porque estoy en medio del bosque, pero quienes estábamos realmente en las trincheras llegamos a considerar a los policías federales como aliados en la lucha por la supervivencia, cuando la vida está en verdadero peligro, cuando ves asesinar a seres humanos en un alto del semáforo, mientras camina a casa, mientras está en una fiesta, o llegas a un centro de rehabilitación cuando acaban de asesinar ahí a 15 jovenes y ni siquiera sus familiares quieren decir nada.
El punto de quiebre de la violencia creciente se dio en febrero de 2011 cuando sólo había federales actuando en Juárez y empezaba a funcionar la nueva fiscalía estatal y los primeros avances en la PGR, y de un promedio de diez homicidios diarios (contaditos) se fueron bajando paulatinamente los números en los indicadores hasta el mes de octubre en que la Policía Federal entregó el mando a la policía municipal. Hay una línea constante y como tendencia a la baja desde marzo hasta octubre, entregando un índice de 3.5 homicidios por día, dos secuestros por mes, sólo 500 automóviles robados, recuperado el 60 % del territorio de la ciudad habitada, con índices delictivos anteriores a la guerra y con la tendencia a la baja como inercial.
Después, el municipio y el estado han seguido sobre esa inercia y hoy celebraremos las primeras navidades normales en los últimos cinco años. Adviertan la tragedia de Juárez: hay niños que tenían cuatro años y ahora tienen diez y no han podido festejar una Navidad tranquila, igual que un millón trescientos mil juarenses. Por eso mi desazón. En estos años aprendimos mucho sobre modelos de policía, y el modelo de la Policía Federal es el modelo recomendable para una policía nacional, es el modelo para enfrentar a la delincuencia como prioridad.
La decisión de desaparecerla va contra toda lógica teórica y contra toda la experiencia que nos han compartido los países y ciudades que han enfrentado la violencia. Es contraindicado que la policía nacional sea conducida por políticos: lo mejor que estos construyen es un Ministerio de Policía Parisina de José Fouché en 1793 (la era del terror), una buena KGB, una buena SS, una buena Dirección Federal de Seguridad (todas de tristísima memoria). Y ellos, los políticos, cambian la prioridad. Ahora se puede tratar de perseguir a los enemigos políticos aunque haya que hacer alianzas con los delincuentes. Me parece como que estamos regresando a la fundación de la Brigada Blanca.