La propuesta de cambios en el organigrama de la Secretaría de Gobernación es uno de los primeros mazazos que se va a llevar Felipe Calderón –en este caso también le va a tocar a Genaro García Luna– por parte del gobierno que está por entrar. La estructura que instrumentó el panismo en el poder que ha durado cerca de doce años va a ser cambiada y no precisamente por su efectividad. Por más que hayan aparecido estos días defensores del titular de la SSPF, el mensaje esta más que claro.

El cambio se interpreta como la búsqueda de un nuevo rumbo en una dependencia que tuvo sus claroscuros. A lo largo de estos años no se dio la coordinación básica entre la PGR y la SSPF. Lo de “Tres Marías” es la gota que derrama el vaso, el colmo. Mientras que la SSPF tiene una versión de los hechos, para la cual ha filtrado información en algunos medios hasta cansarse, la PGR metió la semana pasada a 14 agentes de la PF como responsables de un ataque que no tiene nada de “confusión”. Está difícil creer la versión de la SSPF cuando se dispararon una gran cantidad de balas y además se persiguieron a los agentes de la CIA y el marino mexicano durante por lo menos 20 minutos.

Todo lo que se ha hecho y lo que no se ha hecho es cuestionable. No sólo el ataque de los de la PF, también está en tela de juicio qué hacían los agentes de la CIA y cuál era el papel del marino sentado en el asiento trasero de la Toyota. Lo que pasó en “Tres Marías” es una especie de colofón de estos años, los cuales por cierto también incluyen a Fox.

Se les peló «El Chapo»; se lanzó al Ejército y a la Marina a las calles; tenemos la friolera de al menos 60 mil muertos; muchas personas están enardecidas, por decir lo menos, por la falta de atención y olvido del gobierno a sus muertos; han surgido organizaciones de desaparecidos que de ser un muy importante interlocutor del gobierno han pasado al olvido por parte de las autoridades; y como fin de fiesta renuncia el encargado de la SEIDO con confusas razones de por medio y aparece el caso “Tres Marías” lo que muestra las debilidades, la falta de coordinación y la inconsistencia.

La propuesta de cambio en la estructura de Gobernación del electo suena en una primera mirada interesante. Habrá que ver si se debe a lo que ha pasado estos años o a lo que representa en sí misma. Una cosa es cierta, no se puede volver a los años en que Gobernación era el poder tras el trono y hacia el trabajo sucio bajo el paraguas del control político. Los nexos en los 80 entre el narcotráfico y Gobernación fueron clave para el desarrollo de carteles como el de Caro Quintero; recuerde que cuando fue detenido el capo en Costa Rica, acompañado de la famosa tapatía Sarita Cosío, llevaba una identificación de Gobernación suponemos que no casualmente.

La propuesta requiere de instrumentos nuevos y controlables, pero también de hombres y mujeres que estén a la altura de lo que se pretende hacer. El gran tema, junto con los problemas económicos, es la seguridad. Para entrarle hay que hacerle frente a lo que tiene materialmente cooptados a las instituciones diseñadas ex profeso para ello, la corrupción.

El electo no tiene mucho tiempo para echar andar su propuesta. Los resultados deben estar a corto plazo. Si algo estamos esperando es un giro inmediato de estrategia. Sin duda requiere de tiempo, pero si no se ven avances pronto más vale que se vaya preparando él y sobre todo nosotros. La vieja Secretaría de Gobernación que tenía todos los instrumentos de seguridad no era precisamente el mejor de los modelos para enfrentar a la delincuencia organizada, la cual evidentemente ha evolucionado desde aquellos años. Lo que se ve venir más que una cacería de lo que empieza a ser pasado, es una limpia que no hay de otra que saque rayos y centellas.

Javier Solórzano

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Es periodista. Conductor de radio y televisión.

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