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Adela Navarro Bello

13/11/2012 - 12:02 am

El negocio de la marihuana

En octubre de 2010, la Policía Municipal de Tijuana que por entonces comandaba el Teniente Coronel en el retiro, Julián Leyzaola Pérez, encontró –después de una persecución menor– 134 toneladas de marihuana; a precio en el ilícito del mercado la merma a la organización criminal habría sido de 400 millones de pesos. La tenían escondida […]

En octubre de 2010, la Policía Municipal de Tijuana que por entonces comandaba el Teniente Coronel en el retiro, Julián Leyzaola Pérez, encontró –después de una persecución menor– 134 toneladas de marihuana; a precio en el ilícito del mercado la merma a la organización criminal habría sido de 400 millones de pesos.

La tenían escondida a la vista en una abandonada a propósito bodega. El lugar hechizo no llamaba la atención, tampoco las tres cajas de camión que en los linderos de lo que era una central de abastos del narcotráfico, resguardaban en su interior las toneladas de hierba.

Entonces, investigaciones oficiales determinaron que la droga le pertenecía al cártel de Sinaloa, particularmente al ala que maneja Ismael “El Mayo” Zambada. Llegar a tan inédita suma de bloques de droga les había tomado a los criminales entre 20 y 30 días.

Suponen que la hierba fue transportada por todas las vías posibles. La que llegó por tierra estaba en bloques comprimidos cubiertos con cinta adhesiva color canela; la que llegó por mar, en una especie de plástico adhesivo cubierto con grasa por si la carga llegaba a naufragar, no se mojara; y la que vino por aire, en bloques de mayor tamaño y con una envoltura especial a prueba de caídas.

En 20, en 30 días, el narcotráfico mexicano logra acumular 134 toneladas en la frontera norte de México. El destino final es, por supuesto, el territorio de los Estados Unidos en su gran mayoría, aunque en suelo mexicano se queda parte de la droga para el consumo interno. Hace muchos años que México pasó de ser un país de tránsito de drogas a ser una nación productora y consumidora de los estupefacientes.

Hace unos días también en Tijuana, una explosión producto de la acumulación de gases en el cuarto de lavar de una vivienda develó el escondite de poco más de millón y medio de dólares. Los Policías Municipales, ahora con Alberto Capella a la cabeza, los localizaron en una pileta en el mismo sitio de la explosión, en la recámara principal y en la cajuela de un carro.

Tanto la marihuana de 2010 como el dinero de 2012, fueron adjudicados al cártel de Sinaloa. En el ínterin, también en esta frontera pero en julio de 2011, fue localizado por elementos del Ejército mexicano, un plantío de marihuana en cuyo caso de ser cosechada y procesada, habría generado 120 toneladas de la droga. También las 120 hectáreas escondidas tras una manta protectora fueron atribuidas a la organización criminal de Joaquín “El Chapo” Guzmán.

El de Sinaloa es el cártel más activo en el tráfico de drogas de México hacia los Estados Unidos, no en vano los propios estadounidenses sienten una fascinación por el capo Guzmán Loera. Tanto la revista Time como Forbes le han reconocido públicamente. La primera al incluirlo entre las personas más influyentes del planeta, la segunda al considerarlo –como en su momento lo hizo con Pablo Escobar– como uno de los hombres más ricos del mundo, con una fortuna que valoraron en los mil millones de dólares.

En Baja California en lo que va de 2012 se han decomisado 76 toneladas 802 kilos de marihuana; en los últimos seis años –sólo de lo asegurado por la II Zona Militar– 645 toneladas 543 kilos de hierba verde. Un kilo de marihuana en México, dependiendo de la zona geográfica donde se encuentre cuesta entre mil 500 y 3 mil pesos –obvio en la frontera con los Estados Unidos tiene mayor valor–. Igualmente un cigarrillo se puede adquirir por 20 pesos mientras en los Estados Unidos llega a los cinco dólares.

El negocio de la droga, ilícito en la mayoría de los países, tuvo un avance considerable con la aprobación para su venta con fines de entretenimiento y esparcimiento en dos estados de la Unión Americana, el 6 de noviembre. Tanto en Washington como en Colorado. El primer estado es frontera con Canadá y el segundo más en el centro de los Estados Unidos.

Millones de norteamericanos votaron el 6 de noviembre dos iniciativas, la 64 en Colorado, la 1-502 en Washington para legalizar la venta y por tanto el consumo de marihuana.

Al 6 de diciembre de este 2012, las administraciones estatales de esas dos entidades deberán contar ya con el reglamento para la producción, procesamiento y venta de marihuana, así como la determinación de los límites de absorción en la sangre con los que se permite (o se prohíbe, como guste) manejar. De entrada tal parece, por lo menos en Colorado, que la supervisión de la aplicación de la Ley en materia de venta de hierba, estará en el Departamento de Control y Alcoholes, además que se tasará con un 25 por ciento de impuesto. También que de las ganancias producto de esa venta se abrirán fondos para el apoyo a la rehabilitación y a la contribución social.

No parece fácil la empresa para el gobierno, acaso requerirá de una mayor supervisión considerando que deberán establecer los parámetros para la cosecha, es decir, no se podrá adquirir marihuana a organizaciones criminales para su venta legal; tampoco podrá fumarse en lugares públicos, tampoco cosecharla en casa, ni concentrar en lo personal grandes cantidades, es decir no venderán cajetillas de cigarrillos de marihuana.

El delito federal por posesión se mantiene aun cuando en el estado sea legal. La DEA perseguirá a quienes la concentren, la transporten, la distribuyan y la comercialicen en grandes cantidades. En estas condiciones no es probable que la inseguridad producto del crimen organizado y los cárteles de la droga disminuya; finalmente tienen la red de distribución de México a los Estados Unidos, el producto –uno de tantos junto a las drogas sintéticas– y los clientes ya establecidos. Es de suponer que ahora el narco competirá en precios en esos dos estados para no perder el negocio. O, que aprovechando su anonimato –dado que tenemos identificados a los narcotraficantes mexicanos pero no a los norteamericanos– legalicen la comercialización de la droga, o de una parte de ella, como ha sucedido en otros estados donde su consumo es permitido –Holanda, por ejemplo, donde una Ley impide ahora vender cannabis a los turistas–.

La decisión que tomaron los ciudadanos de Washington y Colorado, ha convertido a esas dos entidades en semilleros de la legalización de las drogas, podrá verse, estudiarse el fenómeno y cuantificarse en relación a la oportunidad de legalizar el comercio de la droga, por lo menos el de la marihuana, y los efectos que ello traerá a una sociedad. Considerando que varios de los justificantes que se utilizaron en la promoción para un voto por el sí en las iniciativas, fue que ello incidiría en la disminución del crimen organizado y por ende de la inseguridad pública.

Estados Unidos, el principal país consumidor de drogas producto de los cárteles mexicanos, ha dado el primer paso en dos estados. Los efectos, estamos por verlos. En el camino de la legalización de las drogas avanzó un trecho considerable. Aunque los narcotraficantes mexicanos introducen a ese país otro tipo de enervantes, como cocaína, metanfetaminas y otras drogas sintéticas. Y ahí sí, a ver qué hacen sin un plan claro de ataque al consumo; la mariguana por lo pronto, ya los superó. Es legal.

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