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Darío Ramírez

28/06/2012 - 12:01 am

La prensa cercana al poder

En México hay medios de comunicación libres e independientes y otros cooptados por el poder político. Esto sucede en todos los países y hasta ahí no hay nada de qué sorprendernos. Lo que sí es característico de nuestro país es la concentración del poder informativo en pocos medios, principalmente la televisión, radio y prensa escrita. […]

En México hay medios de comunicación libres e independientes y otros cooptados por el poder político. Esto sucede en todos los países y hasta ahí no hay nada de qué sorprendernos. Lo que sí es característico de nuestro país es la concentración del poder informativo en pocos medios, principalmente la televisión, radio y prensa escrita. Está probado que ésta concentración de poder informativo obstaculiza de manera importante el derecho a la información de la sociedad.

Entonces, si tenemos concentración y además una gran parte de nuestra prensa está en contubernio con intereses políticos (como se acostumbraba durante varias décadas de gobierno priísta) podríamos concluir que en términos generales no contamos con medios informativos a la altura de nuestras necesidades democráticas. Tampoco contamos con una mayoría de políticos a la altura de las exigencias que conlleva competir en democracia. Hay excepciones, pero en este caso me atrevo a generalizar.

El proceso electoral 2012 ha estado marcado por un deficiente trabajo informativo que asegure el interés público de la información para la sociedad. La sociedad mexicana también ha bajado la guardia. Es común que se reconozca y se afirme que la prensa “está vendida”. La lejanía de la prensa con la sociedad es evidente. Tal vez por esta zanja a la sociedad le es irrelevante que en México se esté asesinando a sus reporteros y con esto se está dañando de manera sustantiva su derecho a la información.

Por mi trabajo he tenido la fortuna de conocer cientos de periodistas de distintas casas editoriales. He conocido verdaderos héroes y heroínas. No exagero. Reconozco en ellos y ellas la valiente labor de creer en el papel que tienen asignado en nuestra democracia. Cada día salen por la información para salvaguardar nuestro derecho a saber. Ponen su vida en la línea para desenmascarar malos actos de gobierno. Son incómodos para todos los actores, si hacen bien su trabajo.

Pero también reconozco que hay periodistas que siguen fielmente líneas editoriales dudosas de sus medios de comunicación. Su razón de ser no parte de informar a la sociedad sobre asuntos de relevancia pública. Por el contrario, el interés comercial, político o financiero de su medio se sobrepone sobre el criterio editorial de acuerdo a estándares periodísticos.

Es prudente reconocer que entre más se alineen intereses meta periodísticos de casas editoriales con el poder político la sociedad es la que pierde en mayor medida.

Cada medio tiene la completa libertad de trabajar la información como le plazca. Principio básico de la libertad de prensa. Podremos o no congeniar con su acercamiento a la realidad, pero tanto derecho tiene a existir Televisa como La Jornada, lo contrario sería censura. La diversidad de perspectivas en el periodismo nos enriquece como sociedad ya que ayuda a dar más herramientas para la toma decisiones del ciudadano. Como es la elección a la hora del voto. La pluralidad de ideas, voces y opiniones es esencial si queremos avanzar en la consolidación de nuestra democracia.

Pero lo que me preocupa es que más allá de líneas editoriales y la libertad que conllevan éstas, he visto durante el proceso electoral burdos ejemplos de un periodismo que ha claudicado ante los intereses partidistas con el único fin de sacar alguna prebenda pagadera a futuro. Se puede avisar una simulación de periodismo serio que tiene como trasfondo ser la vocería del poder político o algún otro poder fáctico. No se necesita ser un analista de medios para reconocer que no me estoy refiriendo a tener criterios periodísticos diferenciados, sino más bien se reconoce que medios relevantes por su tamaño y penetración en las audiencias se han convertido en una sutil maquinaria de propaganda política.

El tema del papel de los medios en democracia es una tarea pendiente en nuestro país. El proceso de transición democrática no ha tocado la manera en que los medios y el poder se han relacionado. La transición mediática tan necesaria en México sigue siendo “el elefante dentro del cuarto”. El poder que han adquirido los medios de comunicación (televisión, radio y prensa) afecta de diversas maneras el funcionamiento de la democracia electoral que gozamos.

Es fundamental hacer una reforma integral de medios. Pero más allá de un mejor andamiaje jurídico que garantice pluralidad de voces y contenidos, es necesario una trasformación de la cultura informativa en nuestro país. Una cultura donde se ponga en el centro la transparencia informativa, donde se le dé espacio al lector, televidente o radio escucha para exponer su crítica al contenido. Los medios de comunicación hoy en día gozan de un aura de inmunidad en sus actos que es dañina para la democracia y para la sociedad.

Mi punto de vista es que los medios de información quedaron mucho a deber a la sociedad en estas elecciones 2012. Muchos de ellos se rebajaron a ser pasquines informativos del puntero en la contienda. Otros usaron su tinta para atacar, sin ninguna justificación periodística a candidatos opositores.

Ahí está el trabajo periodístico de The Guardian que aporta más información sobre la relación que hay, de acuerdo a las notas publicadas por el medio británico, entre Enrique Peña Nieto y Televisa para catapultar una candidatura presidencial. La explicación hecha por el diario del porqué publicó la información marca una clara diferencia con la ausencia de rendición de cuentas con la que muchos medios de comunicación en México trabajan.

Llegamos al final del proceso electoral con un déficit de información de interés público y con una saturación de spots electorales que no hacen más que provocar cambiar de canal o estación de radio. La democracia transita por una prensa vigorosa, independiente, equilibrada. Sin estas características en la prensa podemos asumir que nuestra democracia estará perenemente en construcción.

Darío Ramírez
Estudió Relaciones Internacionales en la Universidad Iberoamericana y Maestría en Derecho Internacional Público Internacional por la Universidad de Ámsterdam; es autor de numerosos artículos en materia de libertad de expresión, acceso a la información, medios de comunicación y derechos humanos. Ha publicado en El Universal, Emeequis y Gatopardo, entre otros lugares. Es profesor de periodismo. Trabajó en la Oficina del Alto Comisionado para Refugiados de las Naciones Unidas (ACNUR), en El Salvador, Honduras, Cuba, Belice, República Democrática del Congo y Angola dónde realizó trabajo humanitario, y fue el director de la organización Artículo 19.
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