Jorge Zepeda Patterson
06/06/2012 - 12:01 am
Fox no está loco ni es un traidor
Ahora resulta que sí necesitábamos las tepocatas. El hombre que encabezó el histórico proceso que puso fin a 70 años de control de la presidencia por parte del PRI, ahora pide el regreso de las tepocatas y la reinstalación del autoritarismo. Exhorta a votar por Enrique Peña Nieto y por el PRI, en contra del […]
Ahora resulta que sí necesitábamos las tepocatas. El hombre que encabezó el histórico proceso que puso fin a 70 años de control de la presidencia por parte del PRI, ahora pide el regreso de las tepocatas y la reinstalación del autoritarismo. Exhorta a votar por Enrique Peña Nieto y por el PRI, en contra del partido que lo llevó al poder. Pero Vicente Fox no está loco ni es un traidor. Para ser traidor tendría que haber sido demócrata y tendría que haber sido panista. En realidad no fue ninguna de las dos cosas.
Desperdició en frivolidades y cambios superficiales el bono democrático del que gozó en sus primeros años de gobierno. Y dejó en buenos deseos la construcción de las instituciones democráticas que pudieron haber fortalecido el ascenso de la sociedad civil ante la caída del antiguo régimen. La gran tragedia de la primavera democrática que echó al PRI de Los Pinos en el 2000, fue que la cabeza de ese cambio fue Vicente Fox, no un Mandela un Václav Havel. El combate a la corrupción nació muerto gracias a Marta Sahagún y sus hijos. Y si su sexenio no terminó en debacle fue porque tuvo la fortuna de gozar un sexenio petrolero singularmente próspero en un contexto económico internacional favorable.
Tampoco traiciona al PAN porque en realidad fue un panista tardío que ingresó a sus filas más por razones de protagonismo que por identidad con los ideales del blanquiazul. Fox nunca dejó de ser un ejecutivo carismático y práctico, más identificado con los valores de la Coca Cola que con alguna bandera ideológica.
Justamente esa visión del mundo es lo que le lleva a colocarse detrás de Peña Nieto. Está convencido de que el orden y el progreso requiere de una mano firme y de una gobernabilidad que sólo el PRI y la constelación de poderes que le acompaña pueden ofrecer al país. No es el único que piensa así.
Muchos están convencidos de que México necesita un liderazgo capaz de imponerse a los partidos, a los gobernadores, a la parálisis en el Congreso. Lo justifican aduciendo que el país requiere dar dos pasos atrás para imponer desde el poder las reformas que se requieren para seguir avanzando. Reformas laborales sin tener que pasar por negociar con los trabajadores, cambios fiscales sin tener que desgastarse con la clase media y empresarios medianos, lucha contra el crimen sin padecer la monserga de los derechos humanos ni jueces incómodos, leyes que permitan acotar a la prensa crítica y soliviantadora. Creen que un poco de la Rusia de Putin sería deseable.
Pero es una falsa premisa. Primero, porque los intereses que están detrás de Peña Nieto son los más interesados en cambiar para que las cosas sigan igual. Son los grandes capitanes del dinero, los monopolios y la vieja clase política los más interesados en que los dos pasos atrás se conviertan en cuatro. Si toman el poder no van a operar en contra de sus intereses. Reformas sí, pero para impedir las enojosas instancias de rendición de cuentas o los comités de competencia, para forzar una suprema corte que les quite sinsabores, un IFE domesticado y un IFAI maniatado. Favorecer la modernidad y el crecimiento económico que les beneficia, pero en detrimento de la participación ciudadana. Si no podemos ser Alemania o Suecia, se buscará imitar a Singapur o China.
Y segundo el argumento de dos pasos atrás para tomar impulso es falso porque una vez reinstalado el autoritarismo no hay fórmulas seguras para quitárnoslo de encima. Y allí está el ejemplo de Putin, de nuevo. Si me permiten lo guarro, diría que “un poco de autoritarismo” es lo mismo que pretextar que sólo es la puntita. Lo que pide Fox nos puede condenar a 30 años de restauración de viejo régimen. O más. Si doce años de gobiernos supuestamente democráticos no han logrado la tercera cadena, ni eliminado el poder de Romero Deschamps que controla Pemex o de Elba Esther Gordillo que tiene secuestrada la educación de país, ¿cómo habremos de conseguirlo en un régimen autoritario que gobernará de la mano de esos poderes?
Fox no es traidor ni está loco. Simplemente pertenece a una élite que busca su perpetuación a cualquier costo.
@jorgezepedap
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