Jorge Javier Romero Vadillo
01/06/2012 - 12:01 am
La Rendición
La rutina decía que hoy Josefina Vázquez Mota tenía una mañana tranquila. Iba a estar con la Red de Rendición de Cuentas. La causa era atractiva y valía la pena apoyarla. Unas horas antes, sin embargo, se enteró de los resultados que arrojaba la última encuesta publicada en el diario Reforma, que la coloca en […]
La rutina decía que hoy Josefina Vázquez Mota tenía una mañana tranquila. Iba a estar con la Red de Rendición de Cuentas. La causa era atractiva y valía la pena apoyarla. Unas horas antes, sin embargo, se enteró de los resultados que arrojaba la última encuesta publicada en el diario Reforma, que la coloca en un distante –y quizás irremontable– tercer lugar. La pregunta interna seguramente era: ¿concentrarse en el formalismo de atender a un grupo heterogéneo y complejo o huir con el equipo de campaña para encerrarse a discutir la estrategia de control de daños?
¿A quién le debe Vázquez Mota su resbaladilla enjabonada? Felipe Calderón se presenta como primer acreedor de la derrota. Gustavo Madero le disputa el lugar destacado y Roberto Gil Zuarth no se queda atrás. Muchos conspiran para arruinar los talentos de la candidata. Lo cierto es que todos ellos, incluida acaso la candidata, han conspirado para provocar el mayor vacío que ningún otro aspirante panista después de Pablo Emilio Madero haya experimentado desde los años ochenta.
El PAN está en la encrucijada de regresar a ser partido de oposición y rendir la plaza o librar la última lucha por seguir siendo gobierno. Aparentemente en la obscuridad de los pactos impresentables, se puede explicar la apatía de los correligionarios alrededor de la candidatura de Josefina. Las caras largas eran evidentes en el equipo de la candidata y tanto los medios como los presentes notaban el desconcierto entre ellos.
Ha llegado la hora para que la candidata se defina. O rompe con Calderón para hacer un frente anti-PRI, como el que Fox y Cuauhtémoc Cárdenas debieron haber construido para armar una plataforma seria de transición democrática, o se pliega a la sumisión de tantos panistas que, a la hora de preferir, optan por Peña Nieto porque ese personaje sí es un tipo que pertenece a su misma clase social.
Queda claro que las filias y las fobias del electorado en México se definen en torno a aquel candidato que logre construir una oposición real a Enrique Peño Nieto y su alianza televisiva. Cualquier candidato serio y con una real vocación por presidir este país no puede obviar esa realidad. El movimiento #YoSoy132, que ha aglutinado tanto a jóvenes universitarios como a mexicanos indecisos y confundidos con las posibilidades de este país para cambiar su destino, ha dejado muy claro que están buscando a un candidato que no sólo tenga presencia mediática sino que se erija como un verdadero jefe de Estado para conducir el rumbo de la nación.
Importa, sin embargo, asumir que en el juego democrático, se gana o se pierde. Y que en ese juego, gana la democracia cuando se acepta la derrota y se reconoce a quien ha ganado la elección.
México merece un sistema de partidos que, reconociendo las diferencias, acepte la construcción de acuerdos.
La rendición de cuentas, siendo como es un asunto central, no constituye un tema principal en las campañas electorales.
Nadie dice que la rendición de cuentas en México sea un asunto que se resuelva en un día de campaña. Pero no es una necedad insistir en que los responsables del ejercicio presupuestal deben prepararse para informar de lo que están haciendo y de los resultados que se obtienen de su ejercicio.
El vuelco de la campaña, a un mes de la elección, le pone interés a lo que parecían un mero trámite. Lo que viene, en el mes que queda, puede, por fin, despertar los entusiasmos donde hasta ahora había meras expresiones de tedio. El final se aprieta, aunque no como algunos hubieran amainado. La candidata que hubiera salvado la cara no convence y aquel a quien todos daban por muerto resucita para el sprint final.
Mientras, los temas fundamentales quedan fuera. Lo sustancial es cosmético. Al final de la reunión con la Red de Rendición de Cuentas, lo único que querían saber los periodistas era qué opinaba la candidata de la encuesta adversa. Fuera de eso todo era secundario. Nada de lo que dijo en la hora y media previa importaba. El instante, la nota de coyuntura era lo único que podía llenar la atención.
Este texto no es más que un cadáver exquisito.
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