Arnoldo Cuellar
12/04/2012 - 12:03 am
Guanajuato: la solución del PRI es empanizarse
A menudo hemos criticado a los gobiernos panistas, de Guanajuato y del país, por su enorme parecido con los priístas a quienes sustituyeron. El hecho de que el PAN busque gobernar prácticamente montado en las mismas estructuras y sobre los mismos pactos corporativos, es el factor que lo tiene convertido en la copia deficiente de […]
A menudo hemos criticado a los gobiernos panistas, de Guanajuato y del país, por su enorme parecido con los priístas a quienes sustituyeron. El hecho de que el PAN busque gobernar prácticamente montado en las mismas estructuras y sobre los mismos pactos corporativos, es el factor que lo tiene convertido en la copia deficiente de un modelo que, por lo menos en algunas entidades, hartó a la sociedad.
La buena fortuna con la que se ha encontrado Enrique Peña Nieto, además del glamour personal y familiar explotado por un sólido respaldo televisivo, es la de que no tiene que plantear propuestas radicales para combatir el discurso del gobierno panista y de su candidata, sino sólo limitarse a ofrecer hacer bien lo que aquel ha hecho mal.
Ese escenario no se aplica en Guanajuato, una entidad gobernada desde hace 21 años por Acción Nacional, de los cuales los últimos doce han sido de un control casi absoluto, con dominio del Congreso, amplia mayoría en las Presidencias Municipales y una creciente influencia en entidades como el Poder Judicial, la Procuraduría de Derechos Humanos y hasta el órgano electoral local.
Si hay un lugar donde el panismo ha sido exitoso es esta entidad central del país. En Baja California, el PRI ha podido hacerse de la cabeza de playa que significa Tijuana y desde allí le ha planteado retos al panismo gobernante, pero en Guanajuato, su capital económica que es León está al borde de cumplir un cuarto de siglo gobernada por administraciones albiazules.
Es por eso que no causa sorpresa el cambio de discurso del actual candidato a gobernador priísta, Juan Ignacio Torres Landa García, hijo de un gobernador de los años 60 del siglo pasado, Juan José Torres Landa, con fama de modernizador para algunos, mientras que para otros fue el promotor de una nueva hornada de millonarios en negocios inmobiliarios gracias a la abundante obra pública de su época, lograda por cierto con un endeudamiento también notable para esos años.
Juani, como le gusta que le digan, va por su tercer intento de retar al panismo guanajuatense en búsqueda de la gubernatura.
En el año 2000 se enfrentó como candidato al académico Juan Carlos Romero Hicks, quien venía de ser rector universitario y a quien despreciaba como político, sólo para sufrir una aplastante derrota a causa del efecto Fox como aspirante presidencial; en el 2006, como precandidato aún, buscó ansiosamente una alianza entre el PRI y el PRD, sabedor ya por experiencia de que los votos priístas no alcanzaban, al no lograrla por la enemistad histórica entre Roberto Madrazo y Andrés Manuel López Obrador, se retiró de la contienda; ahora regresa con bríos renovados y con la esperanza puesta en el efecto Peña Nieto.
Pero, como ya sabe los costos de la confianza excesiva, Torres Landa ha planteado un proyecto que abre la puerta “a los panistas de buena fe”, respaldado por el desgaste que ha provocado en Acción Nacional la derrota de José Ángel Córdova y la enésima reedición del dominio yunquista al interior de ese partido.
Desde luego, Torres Landa no admitió y se opuso con todos los recursos a su alcance, a la posibilidad de que el PRI nacional pactara con el propio Córdova el lanzamiento de una candidatura ciudadana en Guanajuato junto con el PVEM y el PANAL, a la que incluso había posibilidad de que se sumara el PRD.
Este proyecto de frente por la alternancia, que duró unos cuantos días en un debate soterrado ventilado sólo por rumores en las redes sociales y que produjo algunas de los más equívocos titulares de la prensa local, sumió al panismo gobernante, incluyendo al todavía gobernador Juan Manuel Oliva y al candidato Miguel Márquez, en una crisis de ansiedad.
Ambos políticos y con ellos varios cientos de panistas de élite respiraron con tranquilidad cuando Torres Landa resultó victorioso en impedir la postulación de Córdova. Allí Juani hizo famosa una frase: “no necesitamos buscar candidato afuera del partido.”
Al paso de los días, esa determinación ha variado notablemente. Sabedor de que los votos duros del PRI no garantizan una victoria y que es demasiado riesgo supeditarse a la ola que se espera por parte del candidato presidencial, el ya candidato priísta ha prohijado la postulación de varios notables empresarios ligados históricamente a Acción Nacional.
Si bien no se observa aún la llegada de “los panistas de buena fe” a su campaña, la cooptación de hombres de negocios que han navegado con buena fortuna la era panista, algunos incluso con afiliación adherente a ese partido, ya ha provocado serias insubordinaciones en el priísmo duro de diversos municipios.
La lista de los nuevos cuadros en la campaña priísta la encabeza el coordinador de la campaña y aspirante a liderar la lista plurinominal al Congreso local, Jorge Videgaray Verdad, quien ocupó por dos trienios la titularidad del sistema de agua leonés, quizá la más poderosa paraestatal en la entidad, en sendas administraciones panistas; además, es uno de los hombres más influyentes en el alto clero local.
En Irapuato, un ex funcionario foxista con credencial de miembro adherente del PAN local, el comerciante Eduardo Nieto Castro, es promovido al Congreso por un distrito local, lo que ya provocó un amotinamiento y la suspensión de una asamblea con saldo de varios heridos.
En Abasolo, un ex alcalde que llegó al cargo por el PRI y ya en él se declaró partidario del gobernador Oliva y estuvo a punto de lograr una candidatura a diputado por el PAN, sólo impedida por una rebelión de integrantes de ese partido, Juan Antonio Negrete Martínez, busca nuevamente la alcaldía propuesto por una alianza PVEM-PRI a fin de salvar los escollos estatutarios del tricolor. Por supuesto, la decisión tiene incendiado al priísmo local.
La gran apuesta de Juan Ignacio Torres Landa con estas y otras decisiones en municipios y distritos consiste en esperar que el voto que se logre distraer de un PAN al que suponen desgastado, compense y rebase con creces la posible merma del voto duro priísta ofendido por estas maniobras.
Así, el político que se envolvió en la bandera de su partido para impedir su desplazamiento por el pragmatismo que se conjuntaba en torno a Córdova Villalobos, ha caído en cuenta que no era totalmente cierta su afirmación de que no se requería buscar candidatos fuera del PRI. Él mismo ha salido de compras y ya veremos si le funciona.
@Arnoldo60
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