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Jorge Zepeda Patterson

11/04/2012 - 12:01 am

¿Es inevitable el triunfo de Enrique Peña Nieto?

Las encuestas revelan que Enrique Peña Nieto ha adquirido, de nuevo, una mayor ventaja sobre Josefina Vázquez Mota. Lo que podía haberse recortado a 10 o 12 puntos de intención de voto hace un mes, ha vuelto a rondar los 20 puntos porcentuales. En las dos encuestas más recientes la diferencia es de 19 puntos […]

Las encuestas revelan que Enrique Peña Nieto ha adquirido, de nuevo, una mayor ventaja sobre Josefina Vázquez Mota. Lo que podía haberse recortado a 10 o 12 puntos de intención de voto hace un mes, ha vuelto a rondar los 20 puntos porcentuales. En las dos encuestas más recientes la diferencia es de 19 puntos entre priísta y panista según Mileno GEA/ISA, y de 18 según Parametría.

Cierto que los indecisos se acercan a 30 por ciento, pero se da por descontando que buena parte de ellos no irán a votar. Y, muchos de estos que no saben o no quieren decir, se inclinarían por el priísta a juzgar por las opiniones favorables y desfavorables sobre los candidatos que externan en las mismas encuestas.

Por otro lado, aunque López Obrador comienza a subir en la intención de voto, la distancia es aún mayor con respecto al primer lugar (entre 25 y 26 puntos porcentuales).

A menos de tres meses de distancia parece una brecha demasiado grande para que el segundo o el tercer lugar pudiese cerrarla. Quizá la pregunta ya no es ¿quién va a ganar las elecciones? Sino, ¿qué tendría que suceder para que no ganase Peña Nieto?

A mi juicio existirían cinco factores capaces de generar un giro inesperado:

1.- Una serie de errores descomunales de parte del candidato priísta. Sus equívocos de diciembre sobre libros y sus opiniones desdeñosas de las mujeres, le significaron una penalidad de 3 o 4 puntos y fue momentánea. Para perder los 18 puntos que le separan del segundo tendría que hacer una campaña absolutamente desastrosa y no se ve cómo eso vaya a suceder. Todas sus apariciones están hiper producidas, y su estrategia de campaña está diseñada para evitar que vuelva a improvisar. Difícilmente lo veremos pegarse un balazo al pie. Por el contrario, el arranque de campañas muestra una logística perfectamente aceitada.

2.- Un repunte milagroso de parte de Josefina Vázquez Mota. Creo que eso ya no va a suceder. La espuma que traía la candidata del PAN en enero y febrero se paró en seco a fines de marzo y comenzó a desinflarse a principios de abril. Según las últimas encuestas, la panista ha perdido ya algunos puntos. Es muy difícil retomar la inercia para emprender el paso arrollador que Josefina necesitaría para eliminar la brecha que la separa de Peña Nieto en tan poco tiempo.

3.- La maquinaria del Estado le impide ganar, y las malas artes le quitan el triunfo. En algunos círculos se considera que la presidencia hará hasta lo indecible para derrotar a Peña Nieto. Según este argumento el aparato de Estado sigue siendo muy poderoso. A mí me parece poco probable. El PRI es tan fuerte como el propio PAN en las estructuras estatales a lo largo del territorio. Gobierna en dos tercios de los estados de la república y todavía ejerce un control significativo en los sindicatos oficiales. Por otro lado, el “haiga sido como haiga sido” permite influir en pequeños márgenes pero no da para descontar 15 o 20 puntos, como se ha visto en cualquier elección estatal. O sea, la manipulación del gobierno federal blanquiazul no es descartable, pero no sería decisiva. Podría darle al PAN 2 o 3 puntos porcentuales, pero Calderón no tiene forma de robarse las elecciones, aun si quisiera hacerlo.

4.- La incógnita de MORENA. El movimiento de Andrés Manuel es un misterio porque hasta ahora no ha sido probado. La estructura piramidal promete llevar 20 millones de votos a las urnas. Hasta este momento no se le aprecia ese músculo a MORENA. Con todo, sigue siendo una variable “suelta” en las ecuaciones de análisis electoral.

5.- Un imponderable, una crisis de gobierno. Se dice, con cierta razón, que Rodríguez Zapatero nunca hubiese ganado las elecciones en España en 2004, sin el atentado en la estación de trenes de Atocha, tres días antes de los comicios, y que el gobierno de José María Aznar manejó de manera tan desaseada y repudiable. No es probable que un acontecimiento que cimbrara a los mexicanos permitiese dar un vuelco al resultado de las elecciones. Sobre todo porque es el gobierno, es decir el PAN, quien probablemente cargaría con la factura política, frente a una crisis de seguridad o una emergencia nacional.

En resumen, ninguno de los cinco factores mencionados parece una grave amenaza para Peña Nieto. Quizá una combinación de algunos de ellos podría hacer la competencia más apretada. Desde luego que esto no se acaba hasta que se acaba, pero no se ve por dónde vaya a cambiar en 7 semanas lo que no ha cambiado en 7 meses.

Sin apelar a una tragedia, ¿usted ve alguna razón política que impidiera el triunfo del PRI? Se agradecen sugerencias.

Jorge Zepeda Patterson
Es periodista y escritor.
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