¿Quiénes votarán en esta elección, con toda certeza? Ya sabemos quiénes.
Los campesinos que aceptarán algún apoyo de programas federales o estatales a cambio de su voto.
Los obreros que serán amenazados con el despido.
Los maestros acosados o comprados que irán a votar por el Panal o por quien “la maestra” Elba Esther Gordillo ordene.
Los petroleros sindicalizados, que antes votaron por el PRI y después por el PAN y ahora irán otra vez con el PRI.
Los del Sindicato de Trabajadores del Seguro Social, que ahora son parte corporativa del PAN.
Los vendedores ambulantes organizados por el PRD en la Ciudad de México o por el PAN o por el PRI en casi cualquier otra ciudad.
Los funcionarios federales, estatales y municipales que irán para mantener sus empleos.
Los sindicalizados de cualquier estructura que les garantice mantenerlos en la nómina.
Los agremiados a los partidos.
Esos seguramente votarán este 2012.
Y de esos, muchos no votarán con conciencia, convencidos. Irán por intereses particulares, ajenos a la elección.
Quiero decir que esos no decidirán al próximo presidente de México: esos participarán en la elección, pero alguien más decidirá por ellos.
Los únicos que podrán realmente decidir son los ciudadanos libres.
Yo soy un ciudadano libre.
Voy a salir a votar.
No dejaré que los acarreados de PRI, PAN, PRD o cualquier otro partido sean los que impongan Presidente.
La abstención es el mayor aliado de los corruptores.
Me he quejado de que los partidos políticos se han apropiado del Instituto Federal Electoral y le han escatimado a los ciudadanos la representación. He dicho que no tengo derecho, por ejemplo, a revocarle el mandato a los políticos que no cumplen, o a someter sus gobiernos al escrutinio público (referéndums). He escrito que no tengo derecho, como ciudadano, a participar del proceso electoral más allá de ser un validador de su elección. Que, en pocas palabras, los mexicanos somos como un afroamericano de 1950 viviendo en Alabama (con todo respeto para colores, razas, credos, sexos).
Lo he dicho por escrito.
Pero aún cuando tengo todas las de perder en un sistema de partidos que ha nulificado casi por completo a los ciudadanos, si no salgo a votar, dejaré que los acarreados decidan el destino de la República.
Por eso he decidido que este 2012 votaré.
Hay demasiadas razones para dejar de luchar. Pero hay otra, la vergüenza, que me obliga a hacerlo.
Mi voto es un alfiler en un pleito de espadas. Y aún así, sentiré que le he dado a alguien en los talones.
Ya dije: voy a votar.
Haré cola junto a funcionarios, sindicalizados, vendedores ambulantes, paleros de Elba Esther y demás acarreados.
Sin embargo, iré con la esperanza de encontrarlo a Usted, ciudadano libre, haciendo cola junto a mí.
Ojalá me lo encuentre.