El actor y director mexicano afirma: “Empezamos por dar a Donald Trump tanto espacio, y nos pusimos a validar su opinión como si fuera un simple ‘tú sabes, es una opinión válida’. No, no es [una opinión] válida. Es el discurso de odio”.
Ciudad de México, 30 de diciembre (SinEmbargo).– Gael García Bernal, el reconocido actor y director mexicano, dijo en una entrevista con Sophie Heawood, periodista de The Guardian, que lo que sigue al discurso de odio de Donald Trump, candidato a la nominación republicana para la Presidencia de Estados Unidos, es el genocidio o una guerra civil.
“Quiero decir: [Donald Trump] llamó a los mexicanos violadores y traficantes de drogas. ¿Qué tan de mente cerrada y pinche ignorante puede ser eso? Al principio, tú no escuchas. Pero luego se llega a un punto en el que dices: está bien, ahora ha creado exactamente lo que tal vez él quería: que la gente esté enojada. Y estoy enojado. Me molesto si escucho a alguien hablar así. Empezamos por dar a Donald Trump tanto espacio, y nos pusimos a validar su opinión como si fuera un simple ‘tú sabes, es una opinión válida’. No, no es [una opinión] válida. Es el discurso de odio. Y lo que sigue a continuación, es el genocidio o una guerra civil. Quiero decir: así es como se comienza”.
Donald Trump, de acuerdo con The Washington Post, ha dado un nuevo aliento a los grupos extremistas blancos como los neonazis –que tienen a Adolfo Hitler como su héroe– o los Ku Klux Klan (KKK), que lincharon, esclavizaron y atacaron a las minorías en Estados Unidos, como los afroamericanos, los indios americanos o los mexicanos. El primer insulto de campaña de Trump llegó en junio, el mismo día de su anuncio de campaña, cuando el magnate inmobiliario dijo que “México está mandando gente con muchos problemas”, incluidos violadores, traficantes de drogas y otros criminales.
“Tienes que ver México”, agregó Gael a la reportera de The Guardian. “¿Has estado en México? Es tan divertido. Muy divertido. Sí, la política es corrupta, y yo llegué a pensar que era maquiavélica también, astuta y con malicia. No, de hecho es sólo inepta. No hay justicia. Pero el gobierno no representa a la sociedad mexicana, que es heterogénea y que ha construido, ahora mismo, una masa crítica. Hay cosas excitantes pasando. La gente se siente muy dispuesta a provocar cambios”.
ARRIBA Y ADELANTE
De acuerdo con el corte al 23 de diciembre, el multimillonario termina 2015 liderando las encuestas para las primarias republicanas, sin que ningún otro precandidato de su partido haya podido destronarlo desde que en julio se situara a la cabeza de la carrera hacia la Casa Blanca. Trump, con el 39 por ciento de intención de votos, es el favorito para hacerse con la candidatura para las presidenciales de noviembre de 2016, según la encuesta de CNN-ORC.
Los votantes republicanos consideran que es el precandidato más capacitado para manejar la economía (el 57 por ciento confía en él), la inmigración ilegal (el 55 por ciento) y luchar contra el autoproclamado Estado Islámico (41 por ciento). Aunque a los líderes del partido no les gusta Trump, los votantes republicanos se están haciendo ya a la idea de que el polémico multimillonario puede acabar siendo su candidato a las presidenciales.
El 46 por ciento de los votantes considera que el partido republicano tiene más posibilidades de llegar a la Casa Blanca con Trump como candidato, mientras que el 50 por ciento considera que tendría más posibilidades de ganar las elecciones si fuera otro el candidato republicano. En agosto, sólo el 38 por ciento de los votantes republicanos creía que Trump era el candidato que más posibilidades tenía de ganar en los comicios presidenciales.
El multimillonario saca 21 puntos de ventaja a su más cercano competidor: el Senador por Texas, Ted Cruz, de origen cubano, quien se consolida en segunda posición con un 18 por ciento de apoyos, aupado por su buena actuación en los últimos debates.
Seis de cada diez votantes republicanos (el 66 por ciento) considera que el ultraconservador Cruz comparte sus valores y es alguien a quien estarías orgullosos de tener como presidente. En tercera posición aparecen empatados con el 10 por ciento de apoyos el neurocirujano afroamericano Ben Carson y el senador por Florida Marco Rubio, también de origen cubano.
El resto de precandidatos republicanos no logra superar el listón del 6 por ciento de votos.
EL ODIO
Trump se ha convertido en un maestro del insulto: sutil, velado y lleno de connotaciones ofensivas para el destinatario o de verdades como puños para el votante que considera que el magnate y «showman» dice lo que ellos solo se atrevían a comentar en voz baja.
Un ejemplo de la maestría desplegada por Trump en esta campaña, donde las reglas tradicionales ya no valen, es el uso que hizo esta semana de la palabra «schlong» en sustitución de «perder» para referirse a la derrota de Hillary Clinton frente a Barack Obama en la primarias de 2008. La palabra, jerga derivada del yídish (dialecto de los judíos del este de Europa) y que se puede traducir como pene, lo tiene todo: es ofensiva contra las mujeres, tiene connotaciones racistas y es tan difícil de definir que no se puede asegurar categóricamente que sea un insulto.
Trump tardó poco en saltar a la palestra en Twitter para defender que el uso que hizo de este verbo «no es vulgar» y significa «ser derrotado rotundamente».
Hasta el momento, las encuestas indican que los insultos de esta campaña de primarias tan negativa están favoreciendo a Trump, que se ha encumbrado ofendiendo a los inmigrantes mexicanos, a los veteranos del Partido Republicano y, más recientemente, elevando sospechas de apoyar el terrorismo sobre todos los musulmanes.
Trump respondió a las críticas por sus ofensas a los mexicanos utilizando una técnica que le ha servido desde entonces: acusar a los medios “de deliberadamente distorsionar sus palabras”, de paso obtener minutos gratuitos en televisión para explicarse y abrir debates que movilizan a las bases republicanas que decidirán quién se hace con la nominación presidencial conservadora.
Otro ejemplo de la ambigüedad del insulto de Trump es cuando dijo que la moderadora del primer debate republicano, la presentadora Megyn Kelly, fue injusta con él porque estaba menstruando, o cuando aseguró que veterano de guerra y Senador John McCain no era un «héroe de guerra».
En el caso de Kelly señaló que tenía «sangre en sus ojos y sangre a saber dónde más», para poco después matizar que se refería a la «nariz», mientras que en el comentario de McCain lo reinterpretó subrayando que había dicho que si era un héroe de guerra era porque «había sido capturado».
El magnate, curtido en las artes televisivas en su programa «The Apprentice», comenzó a labrarse su atractivo con los republicanos desencantados gracias a su cruzada por demostrar, pese a no contar con la más mínima evidencia, que Barack Obama no había nacido en Hawai sino en Kenia, y por lo tanto no podía ocupar el cargo de Presidente, una leyenda que ya estaba asentada entre algunos de los más iracundos oponentes del mandatario.
Ahora, con sus insultos y sus críticas contra la «corrección política», está movilizando a unos votantes republicanos que ya pusieron en peligro las primarias de Mitt Romney (el candidato de la élite política tradicional) en 2012 y prometen un terremoto en la convención republicana en la que se elegirá el candidato a presidente para 2016. EFE