Por Dogan Tiliç
Ankara, 30 oct (EFE).- Los turcos acuden el próximo domingo a las urnas en el ambiente más tenso que se recuerda en décadas, con una guerra en la vecina Siria, el violento conflicto con los rebeldes kurdos en el sureste del país y la amenaza terrorista en la calle.
El peor atentado en la historia de Turquía, el de Ankara del 10 de octubre perpetrado por el grupo terrorista Estado Islámico (EI), se ha unido al verano más sangriento que el proscrito Partido de Trabajadores de Kurdistán (PKK) ha lanzado en lo que va de siglo.
A esto se añade la presencia de dos millones de refugiados sirios en el país, si bien este colectivo no ha causado conflictos sociales de envergadura.
Salvo incidencias esporádicas de enfrentamientos y pogromos locales en barrios de mayoría siria, la paz social del país no se ha visto afectada por los refugiados.
Pero el Gobierno turco se ha convertido en uno de los actores geopolíticos más activos en Siria, con un respaldo diplomático rotundo a la oposición armada islamista que se enfrenta al régimen de Bachar al Asad.
Su posición ha quedado muy debilitada desde que Rusia envió este mes a sus cazabombarderos a Siria, interviniendo a favor de Al Asad y contra los grupos respaldados por Turquía.
La relación diplomática entre Ankara y Moscú es ahora muy tensa, cuando hace pocos años el Presidente turco, Recep Tayyip Erdogan, aún describía a Rusia como una alternativa a la Unión Europea y sugería la posibilidad de ingresar en la Organización de Cooperación de Shanghai, que agrupa a China, Rusia y países de Asia Central.
Rusia se ha negado incluso a efectuar una rebaja negociada previamente en los precios del gas natural que importa Turquía, según denunció la compañía turca Botas este mes.
Con su postura respecto a Siria, el Gobierno turco se ha distanciado incluso de sus aliados en el seno de la OTAN, a la que el país pertenece desde hace 60 años.
Ankara califica de «terroristas» a las milicias kurdas de Siria, coordinadas por el Partido Unión Democrática (PYD), de las que dice que no son más que el brazo sirio del PKK.
Pero si bien el PYD reconoce a Abdullah Öcalan, el fundador del PKK, como guía ideológico, no se le conocen actividades armadas contra intereses turcos, y en su lucha contra el EI cuenta con el firme respaldo de Estados Unidos.
El Primer Ministro turco, Ahmet Davutoglu, en cambio, ha amenazado con lanzar acciones militares contra el PYD si sus milicias cruzan el Éufrates, adentrándose en el último territorio sirio fronterizo con Turquía aún bajo dominio del EI.
Esta advertencia muestra, según la oposición, que Ankara prefiere como vecinos a los yihadistas antes que a los kurdos laicos, una postura que muchos achacan a la ideología islamista del partido en el poder desde 2002, el AKP.
La permisividad frente al islamismo extremista explicaría también la escasa atención que las autoridades han dedicado a las redes del EI en Turquía, la difusión de su ideología y su labor de captación de miembros, denunciada reiteradamente por los propios familiares de los jóvenes convertidos en yihadistas.
La policía ni siquiera desmanteló estas estructuras después de que miembros de una red yihadista en el sureste del país colocaran bombas en mítines de la izquierda prokurda.
Sólo después del doble atentado suicida de Ankara, en el que murieron 102 personas que participaban en una multitudinaria manifestación por la paz, las células fueron desmanteladas, y se confiscó material y explosivos para cometer decenas de masacres más.
Aún así, en sus mítines electorales, el AKP sigue describiendo al PKK como la amenaza primordial y pide la unidad del país frente a quienes quieren «despedazarlo», si bien la guerrilla kurda renunció hace varios años formalmente a sus antiguas reivindicaciones independentistas.
En un aparente esfuerzo de presentarse como garantes de la estabilidad ante todo tipo de terrorismo, tanto Davutoglu como Erdogan han señalado que el atentado de Ankara no era obra sólo del EI sino que contaba con la colaboración del PKK, o incluso, además, con la del PYD y los servicios secretos sirios.
Esa versión no ha sido confirmada por la Fiscalía, según la que las células yihadistas turcas recibían sus órdenes directamente del mando del EI en Siria y tenían autorización para atentar «contra los miembros del PKK y otros grupos contrarios al EI».
El electorado acude a las urnas, pues, en una profunda división social en la que para unos el enemigo es el «terrorismo kurdo» respaldado por la izquierda, y para otros el Gobierno «que apoya a los terroristas islámicos».
Pero la reciente oleada de detenciones de yihadistas hace menos verosímil que haya atentados durante la jornada electoral, y el PKK prometió suspender todos sus ataques, salvo actividades de defensa propia, para no interferir con las urnas.
Hizo esta promesa, cumplida por ahora, el 10 de octubre, como homenaje a los 102 ciudadanos destruidos por las bombas yihadistas mientras marchaban a favor de la paz y la democracia.