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Sin Fronteras

30/09/2021 - 12:03 am

“Abrazos y no rechazos”: México delante la migración haitiana

La repercusión negativa ha hecho al menos el Gobierno norteamericano suspender sus vuelos de deportaciones sumarias de haitianos hasta Porto Príncipe en Haití.

Foto tomada el 18 de septiembre del 2021 de un grupo de haitianos cruzando hacia Estados Unidos en Del Río, Texas.
«La migración haitiana puede ser la prueba real o no de ese cambio que tanto la sociedad civil espera de este Gobierno en relación con las migraciones». Foto: Eric Gay, AP

Por Charles Pontes Gomes, investigador de la Fundación Casa de Rui Barbosa – Brasil y ocupante de la cátedra Sergio Buarque de Holanda del Instituto Mora – México.

@SinFronteras_1

El mes de septiembre empezó con las imágenes violentas de las persecuciones y agresiones de los agentes migratorios mexicanos y la Guardia Nacional a los haitianos que cansados de esperar sus citas de solicitud de asilo en la Comar de Tapachula organizaran una caravana rumbo al norte del país. La orden del Gobierno a la Guardia Nacional era clara: reprimir y frenar con todos los medios posibles el flujo migratorio haitiano hasta la frontera con Estados Unidos. Aun con la violencia y los maltratos sufridos, los haitianos lograrán escapar y subirán caminado por la carretera de Huixtla en Chiapas hasta el norte. Una parte subió hasta Chihuahua en la frontera con Texas y ahí se quedarán atrapados en la ciudad americana de Del Río, donde las fuerzas policiacas norteamericana los azotaban sobre sus caballos cuando intentaban salir de la zona fronteriza en una imagen que viralizó el mundo y fue motivo de grandes protestas principalmente de la parte del movimiento negro americano presente en el congreso por su clara similitud con imagines del periodo de las esclavitud así como del periodo de las invasiones de los cowboys blancos norteamericanos a los pueblos originarios del farwest (lejano oeste) de los Estados Unidos.

La repercusión negativa ha hecho al menos el Gobierno norteamericano suspender sus vuelos de deportaciones sumarias de haitianos hasta Porto Príncipe en Haití. Con ese temor de deportación, muchos migrantes retornarán a territorio mexicano exponiendo muy bien la tradicional práctica de terror norteamericana que consiste amedrentar el migrante sea por violencia, encarcelamiento o deportación para disuadirlo de su investida migratoria, más conocida como deterrence policies (políticas de disuasión) entre los políticos norteamericanos. Especulase que los norteamericanos van a reactivar su centro de detención migratorio de Guantánamo en Cuba para ahí meter a los haitianos por meses o hasta por años para analizar sus solicitudes de asilo como parte de más una estrategia de disuasión a los haitianos que intentaren migrar hasta Estados Unidos.

La otra verdad del flujo migratorio haitiano es que buena parte de las personas oriundas del sur de México busca quedarse en la capital contrariando las creencias de los agentes migratorios y de la Jefa de Gobierno capitalina Claudia Sheinbaum que insiste en decir “que no va a ser muy larga su permanencia en la ciudad” y así descartar la apertura de albergues humanitarios provisorios para proteger esa populación vulnerable. No hay hipocresía mayor de la parte de las autoridades en dichas afirmaciones pues hace años que tanto el Instituto Nacional de Migraciones (INM) como la Comisión de Ayuda a Refugiados (Comar) y estudiosos del tema saben que México dejó de ser país de tránsito a un país de destino a miles de migrantes de la región. La Ciudad de México además firmó en 2011 su compromiso en ser una ciudad hospitalaria, o ciudad santuario, a los miles de migrantes y refugiados que huyen de sus países dado a la violencia generalizada o graves violaciones de derechos humanos, las dos condiciones claves para la concesión de asilo bajo la declaración de Cartagena de 1984 que fue incorporada en la ley mexicana de Refugiados de 2011. En una carta firmada en el mes de septiembre destinada a la Jefa de Gobierno de la Ciudad de México, varias organizaciones de la sociedad civil urgen a que el Gobierno capitalino cumpla sus compromisos de acogida migratoria tanto en acuerdo con el mandato Constitucional y sus principios rectores, Ciudad garantista para la progresividad de los derechos (Art. 5) y a la ley secundaria de la Ley de Interculturalidad, Atención a Migrantes y Movilidad Humana en la Ciudad de México para poner en práctica una operación masiva para proteger esa población vulnerable haitiana que desea solicitar asilo en México visto que los albergues humanitarios de la sociedad civil ya están saturados con mas del doble de la población de su capacidad normal, en suma, exigen de la Ciudad sus obligaciones de hospitalidad y no seguir en esa práctica de desamparo y de inseguridad a los migrantes.

El otro grande problema para los haitianos en México es la tendencia de la Comisión de Ayuda a Refugiados (Comar) en rechazar en su grande mayoría las solicitudes de asilo presentadas por ellos. Segundo estudio del Instituto para las Mujeres en la Migración (IMUMI)[1] 80 por ciento de las solicitudes son rechazadas por los oficiales de elegibilidad de la Comar que insisten en exigir de los haitianos pruebas de persecución individualizada según los criterios de refugio basado en las condición establecidas por la convención de Ginebra de 1951 que sólo reconoce la condición de refugiado para persecuciones individualizadas por razones de cinco factores: religión, etnia, nacionalidad, opiniones políticas, o pertenencia a determinado grupo social que sufra discriminación en su país de origen. Pero todos sabemos que México también incorporó en su ley de 2011 los criterios de la declaración de Cartagena de 1984 que concede el refugio también a las personas que están huyendo de una región de violación masiva de derechos humanos, por conflictos internos, por violencia generalizada, agresión extranjera u otras circunstancias que hayan perturbado gravemente el orden público. El coordinador general de la Comar, Andrés Ramírez, insiste en decir que Haití no llena las condiciones necesarias para conceder refugio bajo la declaración de Cartagena como es el caso de Venezuela donde la taja de aprobación de la condición de refugiado en la Comar es de cuasi 100 por ciento debido a la violación masiva de derechos humanos en el país. Para llegar a una determinación si el país de donde sale el solicitante de asilo presenta las condiciones de violencia y violaciones de derechos humanos según la declaración de Cartagena sobre el refugio, los países de la América Latina que adoptaran la convención tienden a seguir los informes presentados por el Alto Comisariado de las Naciones Unidas para Refugiados (ACNUR) sobre las condiciones del país de origen de refugiado (COI – Country of Origin Information). Ahora bien, hace una semana ACNUR presentó el COI sobre Haití [2] donde están evidentes al menos tres criterios fuertes para conceder refugio que son la violencia generalizada, la violación masiva de derechos humanos y circunstancias que hayan perturbado gravemente el orden público donde el refugio puede además ser justificado prima facie, o sea, sin necesidad de entrevista en la Comar o probar persecución individualizada. Lo que facilitaría mucho más el trámite burocrático para los haitianos y desahogaría la Comar que está “al borde del colapso” según las palabras de su coordinador. Fuentes de mi investigación afirman que ya está en discusión en el ACNUR de las Américas emitir una nota de orientación a los países de la América Latina a aplicar la declaración de Cartagena sobre refugiados para los haitianos en el mismo modelo que fue presentado sobre la situación de la Venezuela y conceder refugio a ellos “sobre la base de las amenazas a su vida, seguridad o libertad resultante de eventos que se encuentran actualmente perturbando gravemente el orden público”[3] en Haití.

Cabe mencionar que Haití está en crisis política, económica y social hace años y todavía peor después del asesinato de su Presidente en julio de ese año. La comunidad internacional es responsable por parte de esa crisis sobre todo por fracasar en su misión de paz que por más de una década no logró construir un país económicamente mejor, políticamente más estable y con su justicia y Estado de Derecho funcionando plenamente. Haití se encuentra económicamente peor que antes de la misión de paz (MINUSTAH) de la ONU aprobada unánimemente en su Consejo de Seguridad. México y todas las Américas hacen parte de esa deuda moral y política que tenemos con Haití. Cabe también al Gobierno de México en medio de su sexenio decidir si finalmente cambiará su política migratoria y de asilo abandonando la gestión policiaca militarizada y de seguridad nacional en los moldes americanos con violencia policial y políticas de disuasión a los migrantes, rechazándolos a través de encarcelamiento en estaciones migratorias y deportaciones posteriores. Ojalá las migraciones hagan parte de la 4ª transformación y así como el lema de la transformación de la política de seguridad de AMLO es “abrazos y no balazos”, su política de migración debería empezar a ser “abrazos y no rechazos”. El Canciller Marcelo Ebrard señaló su voluntad de hacer ese cambio. Esperamos que no se quede sólo en el discurso. La migración haitiana puede ser la prueba real o no de ese cambio que tanto la sociedad civil espera de este Gobierno en relación con las migraciones.

[1] https://imumi.org/wp-content/uploads/2021/03/Un-viaje-de-esperanza-La-Migracion-de-Mujeres-Haitianas-a-Tapachula-Mexico.pdf

[2] https://www.refworld.org.es/docid/614b77c24.html

[3] https://www.refworld.org.es/docid/5ce2d44c4.html

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