Las víctimas dieron este paso después de que fracasaran sus demandas interpuestas ante el Tribunal Superior de Londres, donde la compañía tiene la sede central.
Nairobi, Kenia, 30 de julio (EFE).- Un grupo de 218 recolectores de té de Kenia ha presentado una queja formal ante la ONU contra la multinacional británico-holandesa Unilever por no haberles protegido en una de sus plantaciones durante la violencia postelectoral que sacudió el país africano en diciembre de 2007.
Según informaron hoy varias oenegés que representan a esos trabajadores, la queja se interpuso ante el Grupo de Trabajo de las Naciones Unidas sobre Negocios y el relator especial de la ONU para Extrema Pobreza y Derechos Humanos Olivier de Schutter.
La iniciativa corre a cargo del Centro de Investigación sobre Corporaciones Multinacionales (SOMO), REDRESS, Kituo Cha Sharia, la Coalición de Responsabilidad Corporativa (CORE), la Coalición Africana para la Responsabilidad Corporativa (ACCA) y Leigh Day.
En un comunicado conjunto, estas organizaciones explicaron que las víctimas eran (y en algunos casos aún son) empleados y residentes de la gran plantación de té de Unilever en Kericho (oeste de Kenia), que alberga a más del 10 por ciento de la fuerza laboral global de la multinacional.
Los hechos acaecieron en diciembre de 2007, durante la violencia postelectoral que vivió el país, donde unas mil 300 personas murieron y más de 600 mil se vieron obligadas a abandonar sus hogares.
Grupos de atacantes invadieron la plantación de Unilever y agredieron a cientos de trabajadores y sus familias únicamente por su origen étnico.
Siete personas fallecieron y otras muchas sufrieron violaciones y heridas graves, toda vez que los sobrevivientes aún sufren lesiones físicas y psiquiátricas.
Los demandantes alegan en la queja formal que «Unilever colocó a las víctimas en una posición de riesgo significativo de ataque en su plantación y, sin embargo, se negó a proporcionar una reparación o asistencia adecuada a las víctimas», aunque sí dio «pasos significativos para proteger a los gestores y los expatriados».
«Este -subrayan- fue el caso más grave conocido de abuso de los derechos humanos sufrido por la mayor concentración de trabajadores de Unilever en todo el mundo y, sin embargo, Unilever no ha tomado las medidas adecuadas para abordar y remediar los impactos».
Las víctimas creen que se produjo «una violación grave de los Principios Rectores de las Naciones Unidas sobre Empresas y Derechos Humanos», que Unilever respalda y asegura cumplir.
Los empleados instan a la ONU a «pedir a Unilever que les brinde un remedio efectivo» y a emitir una declaración de que la empresa «no ha cumplido con los Principios Rectores».
Las víctimas dieron este paso después de que fracasaran sus demandas interpuestas ante el Tribunal Superior de Londres, donde la compañía tiene la sede central.
En las elecciones de diciembre de 2007, el entonces presidente de Kenia, Mwai Kibaki, ganó por un puñado de votos, aunque el candidato de la oposición, Raila Odinga, le acusó de fraude y sus seguidores -muchos de la etnia lúo, como él- provocaron una ola de violencia replicada por partidarios de Kibaki, de la etnia kikuyu.