Dicen que hay gente que se parece a la luna, asegura este joven autor argentino, en un texto breve pero sustancioso, lleno de poesía y amor por el prójimo.
Ciudad de México, 30 de julio (SinEmbargo).- Dicen que hay gente que se parece a la luna. Estas personas acostumbran a andar por ahí con importantes ojeras y piel morena, productos indudables de la oscuridad misma. Es que estos señorxes suelen estar en vigilia más de noche que de día.
Ellos son fácilmente identificables, también usted los conoce y se ha cruzado con ellos. Son muy parecidos a la luna, como le decía. Pues cuentan con la particularidad de ofrecernos descanso en los momentos de mayor locura. Claro que por lo general conviene acercarse a ellos de noche, porque sabrán, gracias a sus poderes noctámbulos, brindarnos escenas que rompen con la monotonía de nuestros días (sobre todo de aquellos días que son tan malos y tan feos). Preparan por ejemplo, cenas exquisitas y suelen brindar caricias élficas capaces de descontracturar montañas.
Es imprescindible remarcar, que dicha oscuridad en la que ellos se mueven, no remite al desconcierto ni al desamparo, tampoco a la soledad. Es el oscurecer mismo del anochecer, que no es miedo ni temores, sino y sobre todo, un cambio de luz necesario, aquel que nos permite reencontrarnos.
Esta gente, “gente luna” le llaman, tiene esa particularidad irrepetible. Son día cuando todo es noche.
Como la luna, brindan esa la luz que pareciera haberse ido. Cuando del día no queda nada y pareciera invadirnos la oscuridad ciega, alumbran ellos con un resplandor único.
Son entonces, en la oscuridad total, lo que nos queda del día: Gente luna.
¿Quién es Ulises Bertinetti? Nació en Agosto de 1983 en Buenos Aires, cuando concluía la ultima Dictadura Militar en Argentina y comenzaba el proceso más extenso de su democracia hasta la actualidad. Se crió en diferentes barrios del conurbano bonaerense, entre asentamientos emergente y barrios residenciales. Desde chico ha tenido el sueño de ser un gran jugador de futbol, pero las lesiones y jugadas desafortunadas le permitieron apenas despuntar el vicio en la primera D, la categoría inferior del balompié argentino. En su adolescencia se dedicó al teatro y a la poesía, hoy es un psicólogo que trabaja desde una perspectiva psicoanalítica. La literatura volvió a su vida adulta, la poesía convertida en narrativa, una actividad que le otorga calma cuando todo en su interior es un caos.