Patrivium (Mantis Editores, 2016) es el reciente libro de poemas de Gerardo Villanueva (1978). Compuesto de siete breves secciones y un poema “heráldico” (que funciona como la arcana advertencia que estaba en la puerta del templo oracular en Delfos, gnóthi seautón).
por Enrique G. Gallegos
Ciudad de México, 30 de julio (SinEmbargo). De entrada, se podría pensar que Patrivium está escrito sobre la estela de los poemas escolares: poemas sobre ventanas, poemas sobre el agua, poemas sobre la ciudad, poemas sobre el amor, poemas sobre árboles, and so on. Poemas escritos en serie o compilados por apasionados de las colecciones.
Existe hasta una presunta poética que se pregunta qué experiencia y qué dimensiones de la vida humana no han sido objeto de la poesía, para trazar ahí esos juegos de primaria. No pocos talleres de poesía están llenos de esos ejercicios formales. El poeta se levanta en la mañana y reflexiona agudamente: hoy escribiré poemas sobre gansitos o sobre tiburones. Una escritura en serie que no hace sino replicar la producción en serie de la fábrica. Se escriben hileras de poemas como se ensamblan cadenas de teléfonos celulares.
Aunque escrito en esa tradición de los florilegios, Patrivium sale airoso de su arriesgada apuesta. Su serialidad, por decirlo de cierta manera, es de otra índole; digamos, para continuar con la analogía, su escritura no sería la de la fabricación en serie, sino la de las series televisivas. Así como las buenas series televisivas (tipo Breaking Bad) ahondan en los personajes y sus enmarañadas tramas, la mayoría de los poemas de Patrivium muestra las complejas transformaciones y figuras que el padre puede asumir.
¿Entonces de qué trata Patrivium? ¿Poemas del padre? Sí, a condición de que partamos de que el padre es, más que la ascendencia biológica, la densa trama de relaciones que ese otro representa en la cultura, la historia y la biografía.
El padre no es la figura centrípeta que permite identificar el origen, sino, más bien, la forma que adquieren las fuerzas centrifugas. La figura del padre, más que dominar, prodiga y disemina. En mi opinión, en eso consiste la riqueza connotativa de Patrivium. En la limpieza del lenguaje y su cuidadoso cincelado, Patrivium descarga las múltiples facetas, tensiones, derivas, metáforas y ritos que el padre puede asumir en nuestra cultura. Sólo a partir de ese campo centrífugo es que se puede hablar del padre biológico, de la patria y de los múltiples sucedáneos que esa figura puede apropiarse.
Soy de los que creen que la mejor poesía es biográfica. Y que, paradójicamente, lo enfáticamente poético deriva de un giro antibiográfico. Esta tensión sólo puede alcanzarse en la distancia; distancia que tamiza la biografía y realza el lenguaje. Por ello, desde cierto ángulo, nos engañaríamos si quisiéramos ver en el parricida que se asoma en cada verso, al mismísimo Gerardo Villanueva espiando al padre con el hacha en lo alto presto a decapitarlo (“prenderle fuego y esperar/ el restablecimiento del orden/ de las cosas”). Pero, desde otro ángulo, también nos engañaríamos si no sintiéramos algo de su biografía (real o ficticia):
Dad 0.5
trescientos
y tantos payasos apilados
en el sótano de la casa
de verano familiar
entre tantas caretas y pelucas
papá nos educó para amar
la risa
Digo ficticia o real porque no importa si lo que relata en esos poemas es cierto o no, pues lo significativo es lo que anuncia la heráldica puesta al inicio del libro: “pregonaría un teorema como éste/: la filiación se constata más allá del ácido nucleico/ cada vez que se presentara la oportunidad…”
Así es como se entiende que la paternidad no sólo descansa en la filiación biológica, sino que también sea un tema de elección, azar o contingencia: la constatación de un ambiguo “más allá”. Hay figuras de la paternidad que se nos imponen misteriosamente y hay figuras que las elegimos o nos llegan del sino. Si el padre del poeta Villanueva es el Sr. Villanueva, también podría ser su padre Walter White de Breaking Bad o el padre del escritor serbio Danilo Kiš. De esa forma, como figura cultural y retórica, todos pasaríamos a ser hijos de Pedro Páramo.
Creo que la sección menos resuelta es la última. Desconfío de la poesía erudita y escrita sólo a partir de referencias literarias. Un poema, entre más se adhiere a una externalidad, menos pervive. El más y el menos constituyen parte del principio de incertidumbre en poesía. Ahí está el ejemplo de la Ilíada, lo que nos queda de ella no son precisamente los consejos sobre cómo construir un barco, sino las experiencias que se criban en el instante de su descarga. Con todo, uno termina de leer Patrivium con la extraña sensación de que sus poemas nos cuentan algo familiar y de que, por lo tanto, en Gerardo Villanueva se oculta nuestro hermano menor que ha tomado nota de lo vivido en la casa paterna.