Desde hace un par de años, el término «mercados gourmet» ha invadido la capital mexicana y algunas otros ciudades como Oaxaca y San Miguel de Allende. En ellos, se conjunta el entusiasmo por comer, beber y comprar con la importancia arquitectónica y el diseño. Son espacios que asemejan la dinámica de los mercados tradicionales, pero se ofrecen como experiencias nuevas y exquisitas, ¿se trata de una moda o llegaron para quedarse?
Ciudad de México, 30 de junio (SinEmbargo).– Se hacen llamar colectivos gastronómicos, comedores, food halls, pero sobre todo mercados. Para una sociedad tan arraigada a un concepto cultural como ese, puede resultar complicado adaptarse a la tendencia que desde hace varios años se podía ver en distintas ciudades de Europa o Estados Unidos.
Este tipo de establecimientos llevan generalmente el apellido «gourmet», como para hacer una diferencia entre los mercados públicos o populares, de los que toman el modelo y estructura, pero a diferencia de la comida corrida, tacos y quesadillas que se comen en los tradicionales, esta nueva opción opta por incluir platillos internacionales, variantes de cocina mexicana y vegetariana. Y en lugar de mesas blancas de plástico, usan tablones alargados de madera con el fin de hacer un espacio abierto para la convivencia.
Pero, ¿esta particularidad los hace mejores? Preguntamos a clientes y glotones profesionales sus opiniones sobre algunos de los que han visitado en la Ciudad de México.
Para el blogger Mexican Food Porn, el Mercado Roma –uno de los primeros en aplicar este concepto– tiene una buena ubicación pero un mal diseño. Al Mercado del Carmen, en San Ángel, simplemente lo define como «chulo». Mesa Nápoles: «caro y raro para la zona pero tienen, a mi parecer, una de las mejores caipirinhas en la cuidad». Milán 44, una muy buena ubicación en la Juárez pero usualmente vacío. Y el Independencia (en el que ahondaremos más adelante) «muy chingona la terraza, pero prefiero ir a una cantina».
Para él, la moraleja es muy clara: «Dejen de hacer mercados ‘Gourmet’, el de San Juan se lleva de calle a todos».
UN CONCEPTO NO TAN NOVEDOSO
Muchos años antes, en 1955, el Mercado de San Juan abrió en su sede actual, sobre la calle de Ernesto Pugibet entre Luis Moya y Buen Tono, en el Centro Histórico de la Ciudad de México, el cual se especializó en comida exótica (de jabalí, búfalo o cocodirlo), prehispánica y sí, de calidad «gourmet».
Ahí, además de hacer compras de carne, embutidos, quesos, abarrotes y verduras de primera, es posible sentarse a comer en alguno de los locales que se asentaron ahí, de gran tradición como La Jersey (ahora conocida como Las Tapas de San Juan) o unos más nuevos como Gastroboutique.
Hay tapas, baguettes, montaditos o tablas de queso con vino de cortesía. También mariscos frescos, comida peruana, pasta, hamburguesas, choripanes… Una parada indispensable para todos aquellos que se jacten de ser gourmand.
Sin embargo, ambos conceptos no están peleados y para muestra, Las Tapas de San Juan tiene ya sucursales en el Mercado Roma y en Milán 44.
A cientos de kilómetros del centro de México, está el Mercado de San Miguel de Madrid, heredero de la arquitectura de hierro española. Su creación data de inicios del siglo XX pero su más reciente actualización a «centro de ocio gastronómico», ocurrió en 2009, cuando una empresa fue comprando uno a uno los locales, para darles un nuevo aire.
«Ahora, de nuevo completamente en obras, se enfrenta a un nuevo gran cambio: pasar de ser el típico mercado de barrio a un mercado de élite, y sustituir las moscas de la pescadería y los mosquitos de los puestos de frutas por higiénicos expositores convertidos casi en perfectos bodegones», publicó El País en noviembre de 2007, cuando comenzó la renovación.
San Miguel a su vez, basó su modelo en el Mercado de San José o La Boquería, un lugar con más de 300 locales ubicado en Barcelona, también en España. La premisa era muy básica: que los visitantes pudieran hacer sus comprar con un buen vino en mano, mientras contaban con la opción de probar, ahí mismo, las alternativas gastronómicas. Todo, en un ambiente limpio, respetuoso y lo suficientemente cool para no sólo atrapar a locales, sino además a turistas.
UN RECORRIDO POR EL MERCADO INDEPENDENCIA
En una ciudad en las que las opciones gastronómicas son tantas que el público podría llegar a saturarse, los mercado gourmet han sabido destacarse del resto, al colocarlos en colonias estratégicas, cerca de otras zonas de diversión y de oficinas, como la Roma, la Condesa, la Nápoles, Polanco, Coyoacán, la Juárez y el Centro.
Es ahí, donde hace aproximadamente un año abrió el Mercado Independencia, uno de los espacios más atractivos y diversos de su tipo. Ubicado en la calle del mismo nombre, en un barrio en recuperación, cercano a museos, el Zócalo y por decir lo obvio, céntrico.
No sólo es una opción para pasar a tomar un té por la mañana, comer en horarios de oficina o cenar entre semana. El espacio es pet friendly y cuenta con una terraza retráctil para tomar una cerveza artesanal en días soleados o refugiarse de la lluvia con uno de sus buenos cocteles en mano.
Además, tienen boutiques con ropa y accesorios hechos en México y barbería.
Su oferta culinaria, va desde el «típico» carrito de tacos de canasta con una (muy recomendada) salsa de chicharrrón. Tortas ahogadas y «gordichulas» desde Jalisco; hamburguesas hechas al momento; flautas con muchas combinaciones de salsas y relleno y comida del medio oriente.
También se pueden encontrar alitas, pasta, mariscos,, sushi y platillos vegetarianos y orgánicos.
Para beber, otras de las cartas fuertes del lugar, hay seis sitios: La Barra Independencia, Maxica, La Casa del Té, Cervatana, Tinto MX y La Barra del Patrón.
En el primer lugar, con barras en la parte de abajo y en la terraza, se vende cerveza y tragos preparados, la especialidad de la casa: el Continental, con ginebra, toronja y un toque de canela.
Cervatana está especializado en cervezas, artesanales, internacionales y nacionales, micheladas o cubanas. Tinto MX, por su parte, tiene una amplia carta de vinos, la mayoría mexicanos.
Para los amantes del mezcal está La Barra del Patrón, especializada en cocteles y tragos derechos de esta bebida.
Maxica es un distribuidor de pulque, curado y aguamiel, directamente traído del estado de Hidalgo, 100 por ciento orgánico, sin azúcar ni conservadores.
La Casa del Té ofrece una de las experiencias más atractivas, pues además de apoyarse en expertos locales para armar sus infusiones, si los comensales no están seguros de qué ordenar, se pueden guiar por su signo zodiacal o por cartas del tarot.
TRADICIONAL O GOURMET
«Solo conozco el Roma y el San Genaro. El primero muy incómodo y muy caro, mal diseñado. El segundo rico, buenas opciones de comida, mala ventilación. Finalmente San Genaro bien podría ser un Food Court», dijo a Mundano, Fabiola, una de las consultadas.
Fernanda, por su parte, es entusiasta y visitante de algunos de los que hay en la ciudad, pero no le ve mucho futuro: «Yo creo que ya está saturado, lo de ‘mercado’ un concepto padre pero hay muchos que no son tan gourmet y les ponen que sí son. Creo que es una moda y se van a ir, son igual de caros que un restaurante y comes más incómodo».
Helena, es más escéptica, al preguntarle sobre «mercados gourmet», lo primero que le viene a la mente es el de San Juan, los demás, «no son mercados, quizás complejos gastronómicos. Están bien pero son un poco pretenciosos. Y el término ‘mercado’ confunde, pues lo asociamos normalmente con otro tipo de comercios que son más populacheros. Además, habría que definir la palabra ‘gourmet’, cuya interpretación es muy subjetiva».
Y ustedes, ¿qué opinan de los mercados gourmet?