El segundo hijo de la célebre escritora brasileña Clarice Lispector ha tenido en su madre a la mejor maestra en el arte de narrar historias. Su nuevo trabajo, junto a la ilustradora argentina Irene Singer, consiste en un cuento “muy político”, puesto que de Clarice aprendió que “no hay que subestimar a los niños”
Por Gabriela Mayer
Ciudad de México, 30 de abril (SinEmbargo/dpa).- Paulo Gurgel Valente tuvo una excepcional maestra en materia de narrar historias: su madre Clarice Lispector (1920-1977), una de las escritoras brasileñas más importantes del siglo XX.
Junto a su profesión de economista, él decidió continuar por el camino de la literatura infantil y por estos días visitó la 42 Feria Internacional del Libro de Buenos Aires para presentar El león ya no quiere rugir, destinado a los lectores más pequeños. Y en diálogo con dpa, rememora cómo nació a expreso pedido suyo el primer libro para niños de Lispector, El misterio del conejo que sabía pensar (1967), durante los años que la familia vivió en Washington.
«Le pedí: -tú escribes tanto, quiero un libro para mí y tiene que ser ahora; como hacen los niños. Teníamos un conejo enjaulado en un garaje de la casa que se escapaba a menudo, a pesar de que que la jaula era muy pequeña. Nunca se supo cómo escapaba», relata el hijo de la escritora y el diplomático Maury Gurgel Valente.
«Ese libro quedó guardado como un asunto familiar, hasta que un día llamó una editorial preguntando por un libro infantil y ella dijo ‘tengo una historia que hice para mi hijo’ y ahí fue publicado». Lispector escribió esa historia originalmente en inglés, el idioma que se hablaba en la casa y luego lo tradujo al portugués, cuenta Valente.
Clarice Lispector, quien se dio a conocer con Cerca del corazón salvaje (1944), es autora de una vasta obra compuesta por novelas, cuentos y también crónicas. Su traductor al inglés Gregory Rabassa dijo alguna vez que esta bella mujer «se parecía a Marlene Dietrich y escribía como Virginia Woolf».
Nacida en Ucrania en 1920, llegó a Brasil con apenas dos años, país al que consideró su patria y en el que falleció en 1977. Respecto de cómo su madre forjó una voz literaria tan singular e irrepetible, Valente apunta sin dudarlo a «esta cuestión de lo ajeno, de la circunstancia de ser de otro lugar».
El brasileño, quien reside en Río de Janeiro y además de libros infantiles también publicó para adultos, participó en un homenaje a la autora de La pasión según G.H., en el marco de la feria que se extiende hasta el 9 de mayo en la capital argentina.
Valente da testimonio asimismo de la rutina de escritura de Lispector en su intimidad: «Se levantaba muy temprano, como a las cuatro de la mañana. Se quedaba solita con su cigarrillo y un café y ahí tenía un momento bastante largo hasta las siete de la mañana para trabajar».
El hijo de la escritora rememora que le era familiar sentir el repiqueteo de las teclas de la máquina de escribir, que le llegaba desde la sala donde su madre trabajaba.
A la pregunta de si Lispector corregía mucho sus textos, responde que sí. Y cita el caso de la novela La manzana en la oscuridad (1961): «Ella misma dijo que lo repasó ocho veces y es un libro de 400 páginas. Rehacer es escribir todo con la máquina, es un gran esfuerzo físico».
Paulo, el segundo hijo de Lispector nacido en 1953 en Washington, escribió poesía y cuenta con una decena de libros publicados, entre ellos cinco de economía y finanzas.
El león ya no quiere rugir, ilustrado por la argentina Irene Singer, es uno de los títulos que abre la colección de literatura infantil «Puentes de Papel» de la editorial argentina Corregidor.
Valente se inspiró en Carnaval de los animales, del compositor francés Camille Saint-Saens. En sus páginas traza la colorida historia de un león que está cansado de ser el rey de la selva, por lo que busca a un animal que lo suceda, en lo que define como «un cuento muy político».
«El libro es contra el autoritarismo, no se puede tener un rey león permanente», afirma. Y luego añade: «Nada aquí está cerrado, se juntan diversas cuestiones para que pueda haber una discusión entre padres e hijos, creo que es un libro para leer en familia».
Respecto de la elección del lenguaje del cuento, que no elude la complejidad, asegura: «Mi madre decía que uno no debe subestimar a los niños, ellos están muy preparados».
EL LEÓN YA NO QUIERE RUGIR
El Conde Alcahuete, Primer Ministro del Reino de la Selva, entró en una gran confusión: ¡necesita nombrar a alguien para sustituir al Rey León! ¿Será el rápido ratón o el terco burro? ¿El fuerte elefante? ¿Cuál de todos los animales será mejor que el desanimado Rey León para gobernar el reino?
¿A alguno de ustedes le gustaría ser el rey de la selva? ¿Vivir rodeado de lujo y riquezas? Pero, piénsenlo bien, porque no basta con tener muchas ganas. Por si acaso, ¿serían capaces de decidir quién tiene el cuello más largo? ¿La jirafa o la serpiente? ¿Y conseguirían, cada día, calmar a los sapos que piden más? Ser un Rey León no es vivir solo de la sombra y del agua fresca. Aun siendo la vida en la selva bastante relajada… ¡a veces gobernar a los animales también cansa!
Paulo Valente (1953) adora a los animales y a los niños. También le gusta mucho pasear en barco, leer, sacar fotografías y tomar helado de chocolate. Aprendió a contar historias con su madre, Clarice Lispector y siguió la tradición narrando cuentos a sus dos hijos. Nació en Río de Janeiro, en una familia en que casi todos escribían. Además de libros infantiles, publicó otros para adultos.