La publicación en español de su biografía, una novela a cargo del experto Miguel A.Delgado y una exposición que marcó récords de asistencia en la reciente Semana Santa, han puesto en el centro de la escena cultural al genial inventor serbio-estadounidense.
Ciudad de México, 30 de marzo (SinEmbargo).- El nombre de Nikola Tesla (1856-1943) es hoy habitual entre las nuevas generaciones, que lo han hecho un personaje popular al rescatarlo del olvido y justipreciar cabalmente su aporte a la ciencia y al mundo de la comunicación.
La editorial Planeta acaba de publicar Tesla, de W. Bernard Carlson, la biografía del visionario croata, y una novela titulada Tesla y la conspiración de la luz, a cargo del experto periodista y escritor español Miguel A. Delgado.
Se trata de una historia de aventuras donde Tesla es descrito como un perdedor de la historia y dueño de un futuro que –como podemos comprobar- le pertenecía.
En 1931, en Nueva York, Edgar, un joven de 19 años que sueña con ser piloto de una de las grandes líneas transatlánticas de la época, descubrirá la verdad tras la falsa versión oficial: Thomas Edison no es el auténtico padre de la tecnología que ha revolucionado el mundo, y su verdadero creador, Tesla, permanece olvidado, viviendo en una habitación de hotel sin que nadie conozca su existencia.
Por puro azar pero espoleado por el deseo de aventura y justicia, Edgar se involucrará en una organización que busca devolver al genio a primera línea, a pesar del férreo control que la banca y la gran industria mantienen sobre todos los medios.
Miguel A.Delgado es también el responsable de la exposición El futuro me pertenece: Nikola Tesla, que transcurre en el CENART y que ha marcado récord de público en la reciente Semana Santa.
La muestra presenta un recorrido cronológico por la biografía del padre de la civilización eléctrica, pasando por sus descubrimientos, inventos, aportaciones y vaticinios, a través de elementos multimedia.
El montaje con el que se rinde homenaje a 160 años de su natalicio, se divide en siete apartados creados con la ayuda de un grupo de especialistas para adaptar las piezas tecnológicas e integrar una propuesta dinámica.
Entre las obras que más han llamado la atención de los visitantes se encuentra la instalación de realidad aumentada creada ex profeso por el Centro Multimedia del Cenart, en la cual se conoce el avión de despegue vertical, que sirvió de inspiración para los aviones caza Harrier y Mirage.
Nikola Tesla, el verdadero inventor de la radio, de la corriente alterna, del motor polifásico, pionero de la robótica, del control remoto y el primer transistor; el hombre que registró más de 700 patentes y en 1926 auguró que algún día cualquier hombre podría tener un pequeño teléfono inalámbrico en el bolsillo, hizo cambiar la percepción del mundo y del hombre e interpretar de mejor manera nuestro mundo moderno.
En 1931 el propio Albert Einstein describió en una carta a Tesla como uno de los creadores del mundo contemporáneo y sin duda uno de los grandes visionarios de la tecnología al plantear una alternativa distinta a la energía eléctrica, que, a diferencia de Edison, la concebía inalámbrica.
Tesla tuvo grandes limitaciones en su tiempo para desarrollar muchos de sus grandes inventos, como la corriente alterna, la luz generada sin cables e incluso energías sustentables que hoy han dado paso al auto eléctrico, por lo que es considerado el padre de la civilización eléctrica.
En entrevista con el periodista español, Miguel A.Delgado, puede vislumbrarse en gran medida lo que ha significado y significa este gran personaje de la historia científica. El autor de la novela de aventuras Tesla y la conspiración de la luz es un gran experto y sus conocimientos sobre el tema le han valido otro libro periodístico y la exposición que recorre el mundo.
–¿Como Batman y Robin sería el dúo Tesla/Edison?
–Más bien sería como Batman y el Guasón, donde hay un bueno y un malo, algo así. Por lo menos en mi novela así lo planteo. Edison fue el gran rival malicioso de Tesla. Hay un hecho histórico llamado La guerra de las corrientes, donde Edison pretendió desprestigiar la labor de Tesla y sobre todo la teoría de la corriente alterna. Hacía electrocuciones públicas de animales para difamar a Tesla. Edison fue de hecho el gran impulsor de la silla eléctrica, al decir que funcionaba con corriente alterna. Era un malvado de libro.
–Pero hizo el foco, ¿verdad?
–Y el fonógrafo, eso no hay que olvidarlo.
–Era muy difícil ser científico en el siglo XIX
–Pero además en el caso de Edison y Tesla, sucedió que éste último fue el último romántico de la ciencia.
–A lo Steve Jobs
–Discrepo ahí. Es verdad que mucha gente llama a Steve Jobs “el nuevo Tesla”, pero yo lo veo más parecido a Thomas Alva Edison (1847-1931), quien fue más bien un representante de las grandes factorías, lo que hoy es Apple. Jobs no inventó nada, Edison sí inventó pero no todo lo que se dice que inventó y no fue tan visionario en tantas cosas como se dice. Eso no significa que tengamos que irnos al otro extremo y desestimar la labor de Edison. Lo que es cierto es que hoy las cosas han cambiado y los grandes inventos ya no están asociados a un nombre particular. Probablemente uno de los grandes méritos de Jobs sea haber asociado Apple a su nombre, aun cuando sepamos que todas las cosas las hizo Steve Wozniak.
–¿No te parece de todos modos que en estos tiempos hay una sobreexplotación del nombre Tesla?
–Sí, pero creo que obedece a la ley del péndulo. Hemos pasado de la supremacía de Edison a la reivindicación de Tesla. En la escuela, cuando era niño todo era Edison, su historia épica, de hombre expulsado de la escuela, que nunca había estudiado, símbolo del sueño americano reinaron durante mucho tiempo. Ahora el péndulo ha comenzado a girar hacia el otro extremo, pero Tesla no era perfecto e incluso es fácil identificar sus puntos débiles tanto en lo personal como en lo profesional. Será algo temporal. Lo ideal sería que el péndulo se detuviera en una zona intermedia que le diera a Tesla el mismo valor de Edison, un personaje además muy recreado con el dinero de Henry Ford, quien lo tenía de modelo.
–Después de escribir varios ensayos sobre Nikola Tesla, ¿qué te impulsó a escribir una novela?
–Quería divertirme y llegar al gran público, no solo al interesado específicamente por la ciencia y los inventos. Con la novela quise además recrear el espíritu de aventura y goce de la época. El esquema es el de un joven que podría haber salido de La isla del tesoro, de Stevenson. Lo que nunca concedo es en el rigor. Los datos de la novela son precisos, muy constatables. Está toda basada en los escritos de Nikola Tesla. La novela está llena de personajes reales y son coherentes con la realidad en que se desarrollaron. Es más libre, más divertido, misterioso, pero preciso.
–La novela además redime al siglo XIX y al principio del XX, esas épocas en donde florecía el optimismo y la gente creía realmente en un mundo mejor, en un futuro posible
–Fueron tiempos maravillosos. Acabamos de clausurar en España otra exposición sobre Julio Verne, un espíritu muy parecido al de Tesla. El hundimiento del Titanic y la Segunda Guerra Mundial acabaron luego con esa fe en el progreso y en las posibilidades del hombre que caracterizaron esa época. Se habla mucho de la revolución tecnológica de nuestros días, pero la verdadera innovación se dio en los Estados Unidos entre 1865 y 1910. Eran momentos en que la gente abría el periódico y encontraba un prodigio a diario. Por eso ahora sentimos esta nostalgia del futuro.
–Cuando había futuro…
–Exacto. Cuando creíamos que todos los grandes males iban a ser derrotados, que iban a acabar todas las enfermedades, esos científicos tenían obsesión por la paz y fueron en cierto modo ingenuos cuando inventaron la bomba atómica o el rayo de la muerte pensando que el hombre no los iba a usar. Es llamativo también que en medio de esa fe en la ciencia y en el progreso, Tesla haya sido el primero en advertir sobre el agotamiento de los recursos fósiles, preocupándose además por el medioambiente, ya en esa época. Tesla era un hombre muy interesado en el budismo, de gran auge en la Nueva York del siglo XIX –junto con el espiritismo- y como tal pensaba mucho en el equilibrio y la unidad. Veía al planeta unido a un cosmos, a una totalidad y creía que cualquier modificación en lo micro iba a incidir en lo macro. En el 1900 Tesla comenzó a hablar de energía solar, de energías eólicas y de fuerzas de las mareas. Era un momento en que había toneladas de carbón, que el medioambiente no se había visto afectado…
–¿Qué dirías de la muestra que transcurre en el CENART?
–Es una versión pequeña de la que presentamos en Madrid, donde había mil metros de superficie. Soy uno de los dos curadores y la hemos traído de Monterrey, donde fue un verdadero éxito, en el Parque Fundidora. En CENART hubo 2 mil personas en la inauguración, que se hizo entre relámpagos, algo que a Tesla le hubiera encantado.
Lee las primeras páginas de la novela Tesla y la conspiración de la luz, por cortesía de editorial Planeta