Queda por ver si el país tomará medidas decididas para mejorar la higiene en mercados subterráneos y semisubterráneos, espacios cerrados y húmedos en los que apenas hay ventilación.
Por Jesús Centeno
Wuhan (China), 29 dic (EFE).- El mercado de Huanan, donde se cree que comenzó a propagarse la COVID, sigue hoy sellado, desinfectado y celosamente vigilado por guardias de seguridad, pero con establecimientos abiertos en su segunda planta en los que, un año después, los dependientes tratan de rehacer sus vidas.
Las dos naves que componían el mercado, separadas por la calle Nueva China de Wuhan, en pleno centro del gigante asiático, permanecen desde hace meses cerradas al exterior con barreras de color azul que ahora han sido adornadas con cuadros de pintura tradicional china.
Poco después de que se informara de los primeros casos del entonces llamado «brote misterioso de neumonía», el mercado cerró sus puertas el primero de enero de 2020, tras detectarse la propagación de contagios en vendedores y clientes.
Apenas un día antes, el Gobierno chino había informado a la Organización Mundial de la Salud (OMS) de la detección en Wuhan de los primeros casos de covid.
Entonces, el coronavirus ya se transmitía de manera rápida.
LAS ÓPTICAS, ÚNICAS TIENDAS ABIERTAS EN HUANAN
Investigadores enfundados en monos blancos de protección, gafas, guantes y mascarillas fueron, durante meses, los únicos autorizados a entrar al recinto para desinfectarlo y recolectar muestras.
Hoy en Huanan no queda rastro de ellos ni de los comerciantes ni los clientes que acudían al piso de abajo para visitar el «mercado húmedo», donde en China es habitual encontrar al aire libre desde frutas y verduras hasta carne fresca, mariscos, hierbas y especias.
Sólo quedan activos los establecimientos de su segunda planta, que reabrieron el pasado junio.
Se trata de una amplia galería que ampara un centenar de ópticas.
Uno de los dependientes, que no quiere dar su nombre por la «sensibilidad» del asunto, recuerda brevemente que cuando el mercado cerró, los comercios del piso de arriba continuaron abiertos.
«Nos preguntábamos demasiadas cosas. Algunos intentaban ver qué pasaba abajo, pero estaba todo ya demasiado restringido», explica.
Pocos días después, el 11 de enero, recibieron una notificación en la que se ordenaba el cierre del resto de tiendas al tiempo que aumentaba el número de contagiados y hospitalizados.
Ese mismo día se anunció la primera muerte en Wuhan, un hombre de 61 años que había estado, precisamente, en el mercado de Huanan.
Ahora, la prioridad del dependiente es rehacer su vida y salvar su negocio, aunque apenas hay clientes que se atrevan a visitar la galería.
También cree que, aunque el brote se propagase a través del mercado, el origen del virus podría estar en otra parte: «No se sabe nada… ¿por qué se da por hecho? El virus podría haber estado circulando antes, ¿no?», pregunta, antes de que los guardias de seguridad interrumpan abruptamente la conversación y acaben por expulsar a los reporteros del lugar.
LA OMS INVESTIGARÁ EN WUHAN EL ORIGEN DEL VIRUS
Entretanto, continúan los preparativos para que un equipo de expertos de la OMS viaje el próximo enero al país asiático para investigar el origen del virus, aunque se desconoce si tendrán acceso a las muestras recogidas en el mercado.
El epidemiólogo de la OMS Michael Ryan indicó en noviembre que «todos necesitamos saber de dónde viene el virus y saber dónde podría reaparecer en el futuro», y que el equipo visitaría Wuhan.
Pese a meses de investigaciones sigue sin conocerse con exactitud el origen del coronavirus, si bien se sabe que se trata de un virus zoonótico, es decir, transmitido desde los animales al hombre.
Existen sospechas de que ciertos murciélagos oriundos del sur de China o el pangolín podrían haber participado en la transmisión, que podría haber pasado por más de una especie antes de llegar al ser humano.
Varios estudios han sugerido que las jinetas podrían ser portadores del virus que causa la covid, pero todavía no está confirmado epidemiológicamente.
En ese sentido, periódicos locales como The Paper informaron en enero de que en el millar de puestos en el mercado de Huanan podían verse «cabezas de conejo abandonadas y despojos de animales», y que los comerciantes confirmaron que allí se vendían hasta faisanes y serpientes.
«La mayoría de estos mercados se construyeron hace 20 o 30 años, cuando el drenaje y el tratamiento de aguas residuales estaban relativamente poco desarrollados», indicó la Comisión Central de Control Disciplinario del Partido Comunista de China (PCCh) en un informe del pasado junio tras desatarse otro brote en el mercado mayorista de Xinfadi en Pekín.
La epidemia, decía aquel informe, «es un espejo que no sólo refleja su aspecto sucio y desordenado, sino que también evidencia un bajo nivel de gestión».
Queda por ver si el país tomará medidas decididas para mejorar la higiene en mercados subterráneos y semisubterráneos, espacios cerrados y húmedos en los que apenas hay ventilación.