Jesús Robles Maloof
29/09/2016 - 12:00 am
Twitter como campo de batalla
“Armar una granja de ‘trolls’, un ejército de cuentas listo para atravesar Twitter como campo de batalla”. Sobre los contratos de marketing del Partido Verde.
“Armar una granja de ‘trolls’, un ejército de cuentas listo para atravesar Twitter como campo de batalla”.
Sobre los contratos de marketing del Partido Verde.
Este martes se publicaron los resultados preliminares de la investigación “Sobre la influencia de los bots en las protestas en línea” con la participación de académicos de la Universidad de California en San Diego, del Centro para la Investigación de Redes Complejas de la Universidad de Indiana y destacadamente del Instituto de Matemáticas de la UNAM a través de Pablo Suárez Serrato.
El documento (en inglés) es una fotografía de la intensa actividad contra la indignación que en redes sociales generó el caso Ayotzinapa. Sobre esta importante investigación reflexiono a continuación.
Bajo regímenes autoritarios como el mexicano, donde el Estado y los medios de comunicación renuevan constantemente su alianza de intereses privados, los ecosistemas en Internet han sido alternativas formidables a la necesidad humana de comunicar el descontento, pieza central de cualquier sistema que aspira a ser democrático y que llamamos derecho a la libertad de expresión.
En el texto “Los Peñabots” señalaba que razonablemente todos estaríamos de acuerdo en que periodistas y comunicadores merecen una especial protección por que ejercen ese derecho cotidianamente. Lo anterior no debe llevarnos a olvidar que la libertad de expresión, en estricto sentido, corresponde a las personas comunes y que el vigor de una democracia se debe medir no sólo en el hecho que un núcleo profesionalizado la ejerza, sino en que la sociedad en su conjunto se exprese.
La actual arquitectura de las redes de comunicación ha potenciado la expresión individual y mediante millones de interacciones en situaciones sociales coyunturales, propicia que la indignación sea un poderoso factor de la política real. En nuestra línea de tiempo político la irrupción de las conversaciones en Internet tomó a Felipe Calderón por sorpresa, pero durante el vacío de Estado de derecho que generó su guerra, gobernadores como Javier Duarte iniciaron los fallidos intentos de acallar voces ciudadanas en Twitter.
Diferente estrategia adoptó Enrique Peña Nieto quien desde su primer día de campaña desplegó una estrategia, adaptando a Internet tres componentes históricos que el sistema usó contra las voces disidentes. 1. Censurar 2. Acallar 3. Agredir. Para censurar el Estado ha usado estrategias directas como “bajar páginas” o bloquear el acceso y de forma sistemática los ataques de denegación de servicio como los dirigidos contra SinEmbargo y otros sitios como ha documentado el investigador Jacobo Nájera.
El caso de la académica Rossana Reguillo muestra que para agredir se ha recurrido a sofisticadas estrategias basadas en «trolls» y para acallar las protestas en línea se despliega una frenética actividad que va desde de usuarios pagados (“ectivistas”), hasta figuras públicas como entrenadores de equipos nacionales. El componente más oscuro de esta última estrategia es el uso de bots o usuarios falsos automatizados, cuya finalidad es repetir de mensajes, ya sea para crear una falsa opinión de apoyo o para sabotear las discusiones críticas.
Las razones de la incomodidad de Peña Nieto con Internet las narré en La guerra abierta de Peña Nieto contra Internet. De 2014 a la fecha, sus tácticas solo se han agudizado.
Como usuario de Twitter he sido testigo de la función de epicentro de indignación que la plataforma tiene frente al gobierno actual, sirviendo de aglutinador de plataformas como Youtube y Facebook en un movimiento dinámico que genera ecos que impactan la opinión pública.
Ante la dimensión de la indignación generada por el “Ya me cansé” de Murillo Karam, muy pronto miles de cuentas automatizadas intentaban saturar el hastag con la finalidad de interferir en las interacciones entre usuarios y para provocar comportamientos inusuales de crecimiento que eventualmente llevaran a Twitter a cancelar el hastag. De forma creativa el #YaMeCansé2 y sus sucesivos esfuerzos fueron perseguidos por ejércitos de bots en una serie de batallas en las que una a una los derrotamos.
El importante análisis mencionado al inicio confirma algunas de nuestra hipótesis. 1. Que #YaMeCansé ha sido la más activa e importante movilización en la historia de Twitter en México, que tan solo en 2014 fué citada por 7 millones de usuarios. y 2. Que el uso de extensivo bots jugó un papel disruptor en dicho movimiento.
Hay que decir que el uso de programas o scripts que realizan tareas automatizadas en Internet no es algo que habría que condenar per se, ya que tienen un uso importante desde funciones de mantenimiento, información e incluso ayudan a causas importantes para la sociedad como la salud y la prevención de accidentes. Pero su uso contra la libertad de expresión, ha sido señalado ya por algunas instancias internacionales de derechos humanos, como contrario a la libertad.
Twitter ha hecho un esfuerzo por detectar bots abusivos, bloqueando aquellas cuentas como las usadas contra #YaMeCansé. La investigación documentó la sofisticación de su uso de bots a manera Cyborg, alternado automatización con interacciones humanas, intentando burlar el bloqueo de la plataforma.
El texto arroja cifras sorprendentes, por ejemplo, en algunos momentos del #YaMeCansé podrían haber sido desplegados más de 14 mil bots en un intento de dividir o fragmentar a usuarios reales. Usando la metodología BotOrNot en una combinación con el análisis de relaciones entre seguidores/seguidos, los autores han arribado a la conclusión que muy probablemente cerca del 14 por ciento de las cuentas eran bots.
Este monumental esfuerzo de censura ha despertado el interés académico en más de una ocasión. Previamente el trabajo de John Paul Verkamp y Miaxi Gupta de la School of Informatics and Computing of Indiana University demostró que en China, México, Siria y Rusia se han usado los bots masivamente para ahogar las voces disidentes, colocándonos en una triste pero certera lista de autoritarismo.
Considero que al interés académico debe corresponder una exigencia de rendición de cuentas por parte de la sociedad civil organizada. Al final del camino, estas estrategias han sido financiadas de fondos probablemente público y, por lo declarado por Andrés Sepúlveda a Bloomberg, tenemos razones suficientes para considerar que se han cometido una serie de delitos.
Finalizo con una buena y otra no tanto. La mala noticia es que Twitter es solo una de las plataformas que Peña Nieto ha buscado ofuscar. Dejo para próximos análisis sus tácticas de Astroturfing en los principales motores de búsqueda de la web y la persistencia, sofisticación y uso generalizado de las amenazas digitales a activistas como Berenice Rodríguez y a nuestro querido Centro Pro, en el contexto de protestas sociales.
La buena es que, como un músculo de nuestro cuerpo, la libertad de expresión no se atrofia si se usa. Los hechos demuestran que a pesar del dinero y la complejidad de las estrategias del Estado en cada uno de estas batallas millones de músculos libres no han podido ser derrotados.
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