Los genes influyen en la forma en la que los cerebros están conectados, lo que puede hacer cambios amplios en el autocontrol o la impulsividad, y que la predisposición confiere entonces riesgo para una variedad de resultados en la vida.
Madrid, 29 de agosto (EuropaPress).- Un análisis de los datos de 1.5 millones de personas ha identificado 579 localizaciones en el genoma asociadas a una predisposición a diferentes comportamientos y trastornos relacionados con la autorregulación, incluyendo la adicción y los problemas de comportamiento antisocial.
Con estos hallazgos, publicados en la revista Nature Neuroscience, los investigadores han construido una puntuación de riesgo genético -un número que refleja la propensión genética general de una persona en función de cuántas variantes de riesgo porta- que predice una serie de resultados conductuales, médicos y sociales, como los niveles de educación, la obesidad, el trastorno por consumo de opioides, el suicidio, las infecciones por VIH, las condenas penales y el desempleo.
«Este estudio ilustra que los genes no codifican un trastorno o resultado concreto; no hay genes ‘para’ el trastorno por consumo de sustancias o ‘para’ los problemas de conducta» , puntualiza la autora principal conjunta, la doctora Danielle Dick, profesora de Psicología y Genética Humana y Molecular de la Universidad de la Commonwealth de Virginia.
«Pero los genes sí influyen en la forma en que nuestros cerebros están conectados, lo que puede hacernos más propensos a ciertos resultados -continúa-. En este caso, descubrimos que hay genes que influyen ampliamente en el autocontrol o la impulsividad, y que esta predisposición confiere entonces riesgo para una variedad de resultados en la vida».
Multivariate analysis of 1.5 million people identifies genetic associations with traits related to self-regulation and addiction | Nature Neuroscience https://t.co/QzXOBIEL98
— Dr Anthony Martin (@AMAinsight) August 29, 2021
La investigación, uno de los estudios de asociación de genoma más grandes jamás puestos en marcha, ha sido realizado por un consorcio de 26 investigadores de 17 instituciones de Estados Unidos y los Países Bajos. Fue dirigido por Dick; Philipp Koellinger, doctor y profesor de genética de las ciencias sociales en la Universidad de Wisconsin Madison y la Universidad Libre de Ámsterdam; Kathryn Paige Harden, doctora y profesora de psicología en la Universidad de Texas en Austin; y Abraham A. Palmer, doctor y profesor de psiquiatría en la Universidad de California en San Diego.
Además, la puntuación de riesgo genético de los investigadores tiene uno de los mayores tamaños de efecto -una medida del poder de predicción- de cualquier puntuación de riesgo genético para un resultado conductual hasta la fecha.
«Demuestra los efectos de gran alcance de ser portador de una responsabilidad genética hacia un menor autocontrol, lo que repercute en muchos resultados importantes de la vida», resalta Dick, profesor del Departamento de Psicología de la Facultad de Humanidades y Ciencias y del Departamento de Genética Humana y Molecular de la Facultad de Medicina de la VCU.
«Esperamos que una mayor comprensión de cómo las diferencias genéticas individuales contribuyen a la vulnerabilidad pueda reducir el estigma y la culpa que rodea a muchos de estos comportamientos, como los problemas de conducta en los niños y los trastornos por consumo de sustancias», añade.
La identificación de los más de 500 loci genéticos es importante, resaltan los investigadores, porque proporciona una nueva visión en nuestra comprensión de los comportamientos y trastornos relacionados con la autorregulación, denominados colectivamente «externalización» y que tienen una responsabilidad genética compartida.
«Sabemos que la regulación del comportamiento es un componente crítico de muchos resultados importantes en la vida, desde el uso de sustancias y los trastornos del comportamiento, como el TDAH, hasta los resultados médicos, que van desde el suicidio hasta la obesidad, y los resultados educativos, como la finalización de la universidad», apunta Dick.
Caracterizar las contribuciones genéticas a la autorregulación puede ser útil de muchas maneras, asegura. «Nos permite comprender mejor la biología que explica por qué algunas personas corren más riesgo, lo que puede ayudar al desarrollo de la medicación, y puede permitirnos saber quiénes corren más riesgo, de modo que podamos poner en marcha programas de intervención temprana y prevención», explica.
Y prosigue señalando que «identificar los factores de riesgo genéticos es un componente fundamental de la medicina de precisión, cuyo objetivo es utilizar la información sobre los factores de riesgo genéticos y ambientales de un individuo para ofrecer una intervención más personalizada y eficaz, específica para el perfil de riesgo de ese individuo».
Los investigadores señalan, sin embargo, que tener un perfil de riesgo más elevado no es necesariamente algo malo. «Por ejemplo, los directores generales, los empresarios y los pilotos de caza suelen ser más arriesgados –recuerda Dick–. El ADN no es el destino. Todos tenemos códigos genéticos únicos, y todos corremos el riesgo de algo; pero entender la predisposición de cada uno puede ser un estímulo: puede ayudar a las personas a entender sus puntos fuertes, y sus posibles retos, y actuar en consecuencia».