Sandra Lorenzano
29/08/2021 - 12:03 am
Dueñas de nuestros sueños
«La pregunta clave, aquella que orienta las propuestas del Taller en Ecatepec, es cómo convertir este silencio, este miedo, o incluso esta furia, en espacios de esperanza».
No permitiremos que nadie diga que el feminicidio es un acto de amor.[1]
“En los terrenos baldíos seguido tiraban a muchas chicas; o sea, dejaban los cuerpos tirados ahí…” (Belén, 18 años).
“Tuve una compañera en la secundaria que su tío la violó” (Pilar, 17 años).
“Una vez a mí me toquetearon. Pues sí sentí feo. Es mi cuerpo y nadie lo puede tocar” (Karen, 19 años).[2]
Estas son las voces de algunas de las chicas de la Preparatoria Oficial 128 “General Francisco Villa”, de Ecatepec, Estado de México.[3]
Según la CEPAL, 14 de los 25 países del mundo con más feminicidios se ubican en América Latina. Y entre estos, México es catalogado como uno de los más inseguros en cuanto a violencia de género. Aquí “al menos seis de cada 10 mujeres han enfrentado un incidente de violencia, 41.3 por ciento ha sido víctima de violencia sexual”[4] y se calcula que ocurren 11 feminicidios al día.
Entre los espacios más inseguros, se encuentra Ecatepec, el municipio más poblado del territorio nacional, con un millón 678 mil habitantes, de los cuales cerca de 800 mil están en situación de pobreza.[5]
Éste es el contexto en el que viven Belén, Pilar, Karen y muchas más. Éste es el contexto en el que nació el Taller “Mujeres, arte y política”, una iniciativa de Manuel Amador Velásquez, sociólogo, con una maestría en Derechos Humanos por la FLACSO, pero sobre todo un profesor profundamente comprometido con las problemáticas que viven sus estudiantes de la Preparatoria Francisco Villa. Gracias a él, un bachillerato de una zona marginal, como “la Panchito” -nombre que le dan en el barrio a la escuela-, ha logrado convertirse en un espacio de reflexión, de creación y de resistencia contra las violencias cotidianas.
“Quería construir pedagogías que pudieran responder a esos contextos -explica-. Que pudieran contribuir a regresar la sonrisa, la dignidad a estas personas, la posibilidad de entender que estudiar valía la pena, importaba.”[6]
Cuando habla de su trabajo, Amador hace énfasis siempre en el concepto de “periferia”. Una periferia que decretó la alerta de género en 2015 por exigencia de la población, y en la que, sin embargo, la violencia no ha cesado. La violencia y el acoso contra las mujeres están naturalizados; pero no son las únicas violencias: es una zona abandonada por el propio Estado, con una población despojada de los derechos fundamentales. “El concepto que engloba todas estas carencias es el de precariedad. Hay una precariedad de la vida”.[7] Se trata de espacios de ilegalidad y criminalidad, con poco acceso a la justicia, a la vida digna, a la educación, a la salud, con malos salarios, mala alimentación, falta de vivienda, de agua, de luz, y donde todas las relaciones están precarizadas. Estamos ante “machos precarizados”, intolerantes, misóginos y violentos, explica Manuel Amador. En este contexto de despojo -despojo de derechos, despojo de dignidad- y de impunidad, resulta muy “fácil” violentar a una mujer. Son “vidas que no importan”, para decirlo con Butler. Vidas prescindibles, desechables.
“Casi no salgo de mi casa. Me dicen: ‘no salgas, te pueden asaltar, tienes que ir de la escuela a la casa porque si no te va a pasar algo’. He pensado ‘¿en qué mundo estamos viviendo?”, comenta Karen.[8]
Como respuesta a esta pregunta, y desde el dolor y el enojo, las mujeres de México están ocupando el espacio público. La marcha del 8 de marzo de 2020, la más numerosa de que se tenga memoria en el país, la toma de la Comisión Nacional de Derechos Humanos, la apropiación del muro colocado frente a Palacio Nacional para “proteger a las mujeres” el 8 de marzo de 2021, convertido en memorial por las víctimas de feminicidio, son las manifestaciones más recientes de este desafío al silenciamiento provocado por la violencia.[9]
La pregunta clave, aquella que orienta las propuestas del Taller en Ecatepec, es cómo convertir este silencio, este miedo, o incluso esta furia, en espacios de esperanza.
“Han roto los sueños de mi madre, han pisoteado los sueños de mi sombra, han burlado nuestro cuerpo, no somos desechables. Camino para renunciar a este destino […] somos las locas en medio del polvo de la indiferencia, las locas que emergen de entre la basura, dueñas de nuestros sueños […] somos el canto de las libres, las provocadoras del alma sin miedo, almas brujas voladoras sobre los bosques del concreto […] ni menos, ni santa, ni princesa, ni mujer desechable, sólo mujeres […] no somos objeto de los hombres, somos nosotras dueñas de nosotras, no somos basura, ni desecho, somos mujeres con derechos”, recitan Damari, Alejandra, Gabriela, Iveth y Areli un poema articulado por su profesor a partir de frases de ellas mismas y recopiladas en el Taller.[10]
Si bien el trabajo del Taller “Mujeres, arte y política” ganó mayor visibilidad a partir de las diversas presentaciones que realizaron en las calles de Ecatepec del performance del colectivo chileno Las Tesis, “Un violador en tu camino”[11], lo cierto es que el grupo -cuya conformación va cambiando a medida que pasan las generaciones por el colegio- desde 2011 han creado cerca de treinta performances en contra de la violencia de género.[12] Uno de los más impactantes es “No somos basura, somos mujeres (surgiendo de los escombros)”, de 2015. La escena comienza con cada una de las chicas dentro de grandes bolsas negras de basura, las mismas en que aparecen muchas de las víctimas de feminicidio. Cada una de ellas representa a una mujer asesinada: “Tenía 16 años. Hace dos años fui encontrada embolsada. Mis padres nunca quisieron saber nada de mí, por miedo”. “Soy Fátima, tenía 12 años cuando fui torturada, apuñalada y enterrada viva en el Estado de México”. Y terminan con esta manta “Las niñas rotas con la esperanza de ser libres”.
[1] Comparto las infografías creadas por la Coordinación para la Igualdad de Género como respuesta a las declaraciones, conocidas esta semana, hechas por un académico de la UNAM. https://www.facebook.com/igualdadUNAM/posts/368185368240671
[2] Citas tomadas de “Alumnas hacen performance contra la violencia machista en Ecatepec”, video, 13 de diciembre de 2019 https://youtu.be/jXRENWmkPaU
[3] La República Mexicana está constituida por 32 entidades federativas; entre éstas, el Estado de México con un padrón de 11 millones de votantes,
[4] “La violencia contra las mujeres no es normal ni tolerable”, ONU Mujeres México, 25 de noviembre de 2018. https://mexico.unwomen.org/es/noticias-y-eventos/articulos/2018/11/violencia-contra-las-mujeres#:~:text=En%20M%C3%A9xico%2C%20al%20menos%206,asesinadas%20al%20d%C3%ADa%5B3%5D.
[5] Según datos del Consejo Nacional de Evaluación Política de Desarrollo Social (Coneval).
[6] Fernando Santillán, “Una escuela contra la dominación”, en Pie de página, 9 de julio de 2017.
https://piedepagina.mx/una-escuela-contra-la-dominacion/
[7] Manuel Amador en entrevista con Rita Abreu, Radio México Internacional, Instituto Mexicano de la Radio, 3 de abril de 2020 https://www.imer.mx/rmi/performance-como-metodo-pedagogico/
[8] En “Alumnas hacen performance contra la violencia machista en Ecatepec”, cit.
[9] Ver Marta Lamas, Dolor y política. Sentir, pensar y hablar desde el feminismo, México, Editorial Océano, 2021.
[10] Paco Dorado, “Las mujeres de la periferia no somos desechables: performance político en Ecatepec”, en Somos el medio, 18 de julio de 2018. https://www.somoselmedio.com/2018/07/18/las-mujeres-de-la-periferia-no-somos-desechables-performance-politico-en-ecatepec/
[11] “Un violador en tu camino”, 2 de diciembre de 2019 https://youtu.be/e71vEQT63e4
[12] A partir del Taller “Mujeres, arte y política” han surgido diversas colectivas, varias de ellas reunidas ya en la “Red Denuncia Feminicidios Estado de México”.
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