Con una narración veloz y llena de humor, Iván Farías conecta un robo simple con las guerrillas en África, la mafia rusa y las redes de criminalidad en Europa.
Ciudad de México, 29 de julio (SinEmbargo).- Un plan perfecto es la primera novela policial de Iván Farías. Uno podría no ponerle el adjetivo de policial e igual acertaría, porque está suscripto al juego del género con una voluntad firme y convencida.
Diego Rodríguez, el Soñado, es un ladrón de los viejos, por lo que tiene un particular código moral en el que evita usar la violencia. Cansado de su vida criminal, decide hacer un último atraco y retirarse. Escoge irse a la bucólica provincia mexicana para robar un banco y desaparecer más tarde en la playa para servir cervezas frías mientras una joven de 15 años cocine camarones para los clientes de su restaurante.
Siguiendo los consejos que le daba su padre, se dispone a ejecutar un plan perfecto, pero desconoce que los planes jamás funcionan como se organizan. En paralelo a todas las intenciones del protagonista de esta historia, se entrelazan otros personajes; un ladrón de joyas, un pintoresco diputado tlaxcalteca, un aprendiz de narcotraficante, un par de sicarios norteños y un peculiar taxista que harán de todo para impedir su retiro.
La sinopsis de la novela de este narrador nacido en 1976 comprueba hasta qué punto su decisión forma parte de encender la clave de un género que en los últimos tiempos ha tenido a varios escritores. Entre ellos, Hilario Peña ha dicho: “Una novela vertiginosa que se mueve entre cantinas y joyerías del Centro Histórico y palapas en el Golfo de México”.
–Un plan perfecto es la historia de un hombre que quiere desligarse de todo, pero primero quiere robar.
–La de un tipo que quiere primero hacer las cosas por la fácil y según en su código, no quiere dañar a nadie, a fin de cuentas termina dañando a la gente, le quita sus cosas. Es una especie de deseo de tener unas vacaciones permanentes, pagadas por alguien más. Esta loca idea de ganarte la lotería o que te herede de un tío rico.
–Bueno, la idea de ganarme la lotería yo la tengo, juego todas las semanas…
–Yo juego Chispazo…
–En este querer ganarse la lotería encuentra en el camino a un montón de gente
–Sí, los planeamientos de robo o ese tipo de novelas que crees que todo está organizado, en realidad encuentras que no puedes controlar nada. Se va encontrando una serie de personajes. El Soñado se encuentra a un antiguo compañero suyo, con el que compartió una campaña política y también compartió a unos sicarios, casi sin nombre y a un vendedor de joyas. Pero también hay muchos otros personajes, de los cuales no sabe El Soñado que están ahí. Lo que yo quería era como hacer una especie de zoológico, de una serie de criminales o de gente que está inmiscuida con algo que puede ser muy sencillo: robar unas joyas.
–Un plan perfecto es la posibilidad que tú tienes de explayarte en el género
–A mí me gusta mucho el género policial, porque es como un juego y aparte crea un tipo de lector paranoico. Como dice Piglia, un lector paranoico que va avanzando sobre la novela, todo el tiempo está pensando en ella, no entra inocente, sino que tiene un reto con el autor. Eso me gusta mucho. Es como conoce a alguien y decirte: ahora vamos a ver qué va a traer. Otra cosa por la que me gusta es que a la gente que le gusta el policíaco enseguida te conectas, en cualquier parte del mundo. No importa que sea de Alemania, de Inglaterra, de Argentina, siempre hay puntos de referencia. Somos como una hermandad de niños. Recuerdo a un gringo que era soldado y que llegó a la librería, tenía como 30 años más que yo, teníamos vidas totalmente diferentes, y terminamos siendo amigos por el género policial. La novela es como un gran juego, en la que acomodas las piezas para que el lector llegue hasta el final.
–Y ahora acomodando las piezas, ¿qué aporta Un plan perfecto?
–Creo que siempre está la idea de que hay buenos y malos en la novela, lo que yo quise hacer en realidad es marcar que no hay inocentes. En todos lados están inmiscuidos, de una manera o de otra, en la criminalidad. Haciendo como que robas poquito o mirando para otro lado. Traté de poner en varios niveles en esos personajes.
–¿A quiénes nombrarías como colegas del mundo policial en México?
–Hay muchos colegas. El tema que más se usa es el tema sexual y tratar de resolverlo. En mi caso, traté de no meter narcos, a pesar de que los dos sicarios son unos “narcazos” y plantearlos sobre un robo. Me gustan mucho los robos, es como un juego, como un planteamiento. Me parece haber incorporado otra voz en la literatura de género mexicana. Que puede funcionar, una voz que es muy propia, muy mía.
–El robo te trae además cierto lector que va más allá del crimen
–Sí, así es. Es definitivamente otro tipo de lector, está tratando de saber. Una de las cosas que tienen también las novelas policiales es que aprendes mucho de otros lados, uno lee las novelas suecas, las danesas, para saber cómo funcionan las cosas allá. O lees novelas argentinas porque te llevan a otros parajes y entonces tuve que investigar mucho para esta novela, aunque en el fondo utilizara muy poco.
–Imanol Caneyada acaba de sacar un libro…¿A quienes admiras aquí?
–Me gusta mucho lo que hace Imanol. Lo leo mucho, aunque siempre me estruja. Me duele lo que él escribe. Francisco Haghenbeck también me gusta, es un personaje que crea y que lo disfruto. Hilario Peña me encanta lo que escribe…
–Eres muy joven, estás iniciándote en el tema de la literatura, ¿cómo te sientes?
–Bien, siento que los autores que admiro son muy disciplinados y tratan de sacar varias novelas, creando un universo propio. Pienso en Benjamin Black, que tiene ya varias obras y quiero hacer una obra sólida, crear un mundo personal, apenas voy empezando.