Una artista conceptual transformó los restos del arquitecto mexicano Luis Barragán en un anillo de diamante para rescatar su obra y hacerla pública a los mexicanos.
Ciudad de México, 29 de julio (SinEmbargo).- La artista estadounidense Jill Magid convirtió los restos del legendario arquitecto mexicano Luis Barragán en un anillo de diamante, ¿por qué y cómo lo hizo? Aquí la historia.
El arquitecto jalisciense Luis Barragán, considerado uno de los arquitectos más destacados de la Historia de México así como miembro clave del movimiento modernista, falleció en 1988 a la edad de 86 años, víctima del mal de Parkinson. Desde entonces, sus cenizas permanecieron en la rotonda de los Hombres Ilustres de Guadalajara.
En 1995, el millonario suizo Rolf Fehlbaum adquirió los derechos de la obra de Barragán y los regaló a su prometida Federica Zanco como símbolo de su enlace. A partir de ese momento, bocetos, fotografías, planos, manuscritos, muebles y otros diseños del afamado mexicano fueron privados de la mirada pública y resguardados en Barragan Foundation.
Varios años más tarde, la artista conceptual Jill Magid, estudiosa y apasionada de la obra de Barragán, tuvo la idea de retirar las cenizas de su última morada en Guadalajara para, físicamente, convertir al arquitecto en la joya que siempre fue.
Gracias a una compañía suiza que se encarga de extraer el carbono de las cenizas para convertirlas en diamantes, la estadounidense creó un anillo de compromiso que, con el permiso de la familia Barragán, intercambió a Zanco por los derechos de las obras que permanecían en su poder.
El intercambio dio origen a una exposición llamada «The proposal» (La propuesta), que incluye documentos oficiales de permiso de la familia del arquitecto y fotografías del proceso y la correspondencia entre Magid y las partes involucradas.
Con este intercambio cada día se está más cerca de que el archivo comprado por Fehlbaum, así como los derechos para usar el nombre de Barragán, sean devueltos a México y puedan hacerse completamente públicos.
Durante su vida, Luis Barragán diseñó con maestría los planos de casas, jardines, instalaciones ecuestres y el Convento de las Capuchinas Sacramentarias en la Ciudad de México. En 1980 fue galardonado con el Premio Pritzker por «su compromiso con la arquitectura como un acto sublime de la imaginación poética».
