Aunque la recuperación del país asiático continúa avanzando a buen ritmo se se mantienen algunos riesgos para su economía según el BM.
Pekín, 29 jun (EFE).- El Banco Mundial (BM) prevé que el Producto Interno Bruto (PIB) de China crezca un 8.5 por ciento este año, y pronosticó un crecimiento del 5.4 por ciento para 2022 y del 5.3 por ciento para 2023 en un informe divulgado hoy.
La institución, con sede en Washington, consideró que la recuperación del país asiático continúa avanzando a buen ritmo pero que «se mantienen algunos riesgos» para su economía, y destacó que el crecimiento se desacelerará una vez superados los efectos de base provocados por la pandemia de la COVID-19.
Según el BM, «la mejora de la confianza de los consumidores y de las empresas, así como unas mejores condiciones del mercado laboral, respaldarán un cambio hacia la demanda interna privada».
Asimismo, el organismo espera que los motores impulsores del crecimiento económico chino pasen «gradualmente» de la producción industrial a los servicios.
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«Los riegos están, en general, bajo control. En el lado negativo, los posibles brotes de COVID-19 que puedan interrumpir la actividad económica pese a los esfuerzos para contener la propagación del virus», indicó el organismo.
«A esto hay que sumar las tensiones bilaterales con sus principales socios comerciales o ciertos riesgos de estabilidad financiera dado el alto apalancamiento corporativo y lo inflado del mercado inmobiliario», agregó la institución.
El director de la institución para China, Martin Raiser, prevé en el informe que las políticas macroeconómicas del país asiático deberían irse «normalizando» en función de la recuperación tanto doméstica como a nivel mundial.
No obstante, el BM cita «desafíos a medio plazo» para China como «vientos de cara a nivel demográfico, la desaceleración de la productividad, un alto nivel de desigualdad y la vulnerabilidad social», así como «una estructura de producción intensiva en carbono».
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«A pesar de la fuerte recuperación económica, la pandemia ha exacerbado algunos de estos desafíos», consideró el organismo.
En ese sentido, el economista Sebastian Eckard aseguró en el informe que «los responsables de la formulación de políticas en China deberían redoblar sus esfuerzos a medio plazo para mejorar el crecimiento y encauzar la economía hacia un camino de desarrollo más ecológico, resistente e inclusivo».
Entre estos esfuerzos, el economista cita «un sistema tributario más progresivo, inversiones en capital humano y redes de seguridad social más solidas para reducir la desigualdad de ingresos».
«Las reformas estructurales, como ampliar el acceso a los mercados, incluso en sectores de servicios relativamente cerrados, también ayudarían a aumentar la competencia, fomentar la innovación e impulsar la competitividad», concluyó.
El PIB de China creció un 18.3 % interanual durante el primer trimestre de 2021, según los datos oficiales, debido al efecto de base, ya que el mismo periodo del año anterior estuvo marcado por los primeros compases de la pandemia de coronavirus, lo que llevó a la paralización de la economía nacional y a la consecuente caída (la primera en cuatro décadas) del 6.8 por ciento.
En el trimestre anterior, el último de 2020, el PIB de la potencia asiática había crecido un 6.5 por ciento interanual, levantando la media del año, que terminó siendo del 2.3 por ciento en el cómputo de 2020, la única gran economía en experimentar un incremento durante el pasado ejercicio.