Rodada en Berlín y terminada de producir durante la primera ola de la COVID-19, Berlineses fue creada originalmente en 2017 por tres españoles que emigraron a la capital alemana y pensaron hacer una serie utilizando las técnicas del teatro de improvisación.
Por María Alonso Martos
Berlín, 29 de mayo (EFE).- Berlineses, una serie en la que sus actores, sin guión, improvisan cada episodio y reflexionan sobre la crisis del amor romántico y la adaptación de latinos y españoles en Alemania, estrena este fin de semana su segunda temporada tras los reconocimientos obtenidos en la primera.
Rodada en Berlín y terminada de producir durante la primera ola de la COVID-19, Berlineses fue creada originalmente en 2017 por tres españoles que emigraron a la capital alemana y pensaron hacer una serie utilizando las técnicas del teatro de improvisación y, así, llegar a los espectadores de una manera diferente.
La actriz y codirectora de esta producción, Paula Galimberti, explica a Efe que los televidentes pueden sentir que las reacciones de los actores, sus frases y su «estar» es «muy diferente, muy fresco y muy de verdad», porque reaccionan «a lo que está pasando aquí y ahora».
A diferencia de la primera temporada, en la que todo el reparto era español o latinoamericano, la segunda cuenta con actores israelíes, rusos o alemanes, lo que para Galimberti refleja mejor «el popurrí cosmopolita» y la mezcla de nacionalidades de Berlín.
Según comenta, intentarán conseguir más espectadores y aumentar el reconocimiento que tuvieron en la primera temporada, con la que ganaron en festivales internacionales como el The Indie For You Web Series Fest o el Zoom Festival y acudieron a certámenes en Estados Unidos.
Los cinco capítulos se emitirán los domingos a las 22:00 en la Betevé de Barcelona y se podrán ver durante una semana en la plataforma de video en internet Vimeo.
UNA MANERA MÁS «NATURAL» DE NARRAR HISTORIAS
En «Berlineses», aunque se parte de una idea previa, son los actores quienes, en el momento de la grabación, deciden qué va a ocurrir en la escena.
«Nosotros les damos a los actores una escena. Les decimos, ‘te llamas Ana y eres una recién licenciada que acabas de llegar a Berlín para buscar trabajo’. Pero a partir de ahí, no sabemos qué va a pasar», explica Galimberti.
El cineasta y productor de la serie, Pedro Deltell, señala a Efe que, aunque en el cine tradicional se puede conseguir un efecto muy creíble de realismo, en el de improvisación el público percibe que lo que ve es más «vivo» y «natural».
Según Deltell, cuando por ejemplo una persona va a dejar a su pareja, normalmente no memoriza un guión entero, algo que en el cine improvisado se hace y se transmite de la misma manera.
«Lo que se va a ver frente a la cámara va a ser una persona de verdad buscando cómo contarle a esa otra persona de verdad que la quiere dejar, y esto el espectador lo percibe», señala.
HACIA LA «PROFESIONALIZACIÓN» DE UNA DISCIPLINA MENOR
Según explican a Efe los responsables de la serie, el sector de la improvisación «aún» no está profesionalizado, puesto que en el teatro se sigue considerando una disciplina menor y en el cine y las series es muy complicado conseguir financiación.
«Todo el mundo hace ‘impro’ en el teatro y el cine de improvisación existe en el mundo entero, pero no nos toman en serio, de ahí a querer profesionalizarlo», explica Galimberti.
Gonzalo Piñán, otro de los actores y fundadores de la productora de la serie, apunta que los artistas que se dedican a la improvisación -cuyo origen se remonta al siglo XVIII con el teatro de la Comedia del Arte italiano- reciben una formación durante muchos años y consiguen una gran especialización.
«Por eso queremos convertir la improvisación en el octavo arte, que la improvisación sea una disciplina igual de aceptada que el teatro clásico o la música», señala.