Después de la administración de una vacuna, el cuerpo puede reaccionar produciendo una serie de efectos secundarios visibles: dolor de cabeza, fiebre, agotamiento, etc. Hay quienes piensan que este tipo de reacciones significan que su sistema inmunitario trabaja de mejor manera y, por tanto, estarían más protegidos que aquellos que no presentan síntomas, pero esto es falso. Un experto explica a detalle qué ocurre en nuestros cuerpos luego de recibir la vacuna.
Por Robert Finberg, University of Massachusetts Medical School
Los Ángeles, 29 de abril (AP/The Conversation).- Si a alguien le duele la cabeza o se siente indispuesto después de recibir la vacuna contra la COVID-19, es habitual oírle decir algo como “Oh, esto significa que mi sistema inmunitario está trabajando mucho”. Por otro lado, cuando las personas no notan nada, a veces les preocupa que la vacuna no esté haciendo su trabajo. Esta percepción no se ajusta a la realidad de cómo funcionan las vacunas.
¿Existe alguna relación entre lo que se puede notar después de una vacuna y lo que ocurre a nivel celular dentro del cuerpo?
Esta percepción no se ajusta a la realidad de cómo funcionan las vacunas. Es normal que cada persona tenga una respuesta inmunitaria más fuerte o más débil frente a una vacuna, pero los efectos secundarios posteriores a la vacunación no te dirán cuál es tu caso.
¿QUÉ HACE EL CUERPO CUANDO SE VACUNA?
El sistema inmunitario responde a las moléculas extrañas que componen cualquier vacuna mediante dos sistemas diferentes.
La respuesta inicial se debe a lo que se denomina respuesta inmunitaria innata. Este sistema se activa en cuanto tus células notan que has estado expuesto a cualquier material extraño, desde una astilla hasta un virus. Su objetivo es eliminar al invasor. Los glóbulos blancos llamados neutrófilos y macrófagos se desplazan hasta el intruso y trabajan para destruirlo.
Esta primera línea de defensa es relativamente breve, dura horas o días.
La segunda línea de defensa tarda días o semanas en ponerse en marcha. Se trata de la respuesta inmunitaria adaptativa de larga duración. Se basa en los linfocitos T y B del sistema inmunitario que aprenden a reconocer a determinados invasores, como una proteína del coronavirus. Si el invasor se encuentra de nuevo, meses o incluso años después, son estas células inmunitarias las que reconocerán al antiguo enemigo y empezarán a generar los anticuerpos que lo eliminarán.
En el caso de las vacunas contra el SARS-CoV-2, se necesitan aproximadamente dos semanas para desarrollar la respuesta adaptativa que aporta una protección duradera contra el virus.
Cuando te inyectas la vacuna, lo que notas en el primer o segundo día es parte de la respuesta inmunitaria innata: la reacción inflamatoria de tu cuerpo, destinada a eliminar rápidamente las moléculas extrañas que han atravesado el perímetro de tu cuerpo.
Varía de una persona a otra, pero lo dramático de la respuesta inicial no tiene por qué estar relacionado con la respuesta a largo plazo. En el caso de las dos vacunas COVID-19 de ARNm como las de Pfizer o Moderna, más del 90 por ciento de las personas inmunizadas desarrollaron la respuesta inmunitaria adaptativa protectora, mientras que menos del 50 por ciento desarrollaron algún efecto secundario, y la mayoría fueron leves.
Es posible que nunca sepas con qué intensidad se está preparando la respuesta inmunitaria adaptativa de tu cuerpo.
La conclusión es que no se puede medir la eficacia de la vacuna en el organismo basándose en lo que se puede detectar desde el exterior. Cada persona tiene una respuesta inmunitaria más o menos fuerte a una vacuna, pero los efectos secundarios posteriores a la vacunación no le indicarán cuál es su caso. Es la segunda respuesta inmunitaria adaptativa la que ayuda a tu cuerpo a ganar inmunidad a la vacuna, no la respuesta inflamatoria que desencadena esos primeros dolores y molestias.
¿QUÉ SON LOS EFECTOS SECUNDARIOS?
Los efectos secundarios son respuestas normales a la inyección de una sustancia extraña. Incluyen cosas como fiebre, dolor muscular y molestias en el lugar de la inyección, y están mediados por la respuesta inmunitaria innata.
Los neutrófilos o macrófagos de tu cuerpo perciben las moléculas de la vacuna y producen citoquinas – señales moleculares que causan fiebre, escalofríos, fatiga y dolor muscular. Los médicos esperan que esta reacción de citoquinas se produzca cada vez que se inyecta una sustancia extraña en el cuerpo.
En estudios en los que ni los receptores ni los investigadores sabían qué individuos estaban recibiendo la vacuna de ARNm o un placebo, aproximadamente la mitad de las personas de entre 16 y 55 años que recibieron la vacuna contra el SARS-CoV-2 desarrollaron dolor de cabeza después de la segunda dosis. Esta reacción puede estar relacionada con la vacuna – pero una cuarta parte de las personas que sólo recibieron un placebo también desarrollaron dolor de cabeza. Así que, en el caso de síntomas muy comunes, puede ser bastante difícil atribuirlos a la vacuna con alguna certeza.
Los investigadores prevén algunos informes de efectos secundarios. Los acontecimientos adversos, por otra parte, son cosas que los médicos no esperan que ocurran como resultado de la vacuna. Incluirían el fallo de un órgano o daños graves en cualquier parte del cuerpo.
Los coágulos sanguíneos que llevaron a EU y la Unión Europea a suspender temporalmente la distribución de las vacunas de Johnson & Johnson y AstraZeneca son un evento muy raro, que aparentemente ocurre con una frecuencia de uno en un millón.
¿QUÉ COMPONENTE DE LA VACUNA CAUSA LOS EFECTOS SECUNDARIOS?
El único “ingrediente activo” de las vacunas de Pfizer y Moderna son las instrucciones de ARNm que indican a las células del receptor que construyan una proteína viral. Pero las vacunas tienen otros componentes que ayudan a que el ARNm viaje dentro del cuerpo.
Para que el ARNm de la vacuna llegue a las células de la persona vacunada, donde puede hacer su trabajo, debe eludir las enzimas del cuerpo que lo destruirían de forma natural. Los investigadores protegieron el ARNm de la vacuna envolviéndolo en una burbuja de lípidos que le ayudan a evitar su destrucción. Otros ingredientes de las vacunas – como el polietilenglicol, que forma parte de esta envoltura lipídica – podrían provocar respuestas alérgicas.
SI ME SIENTO MAL DESPUÉS DE LA INYECCIÓN, ¿SIGNIFICA ESO QUE TENGO UNA FUERTE INMUNIDAD?
Los científicos no han identificado ninguna relación entre la reacción inflamatoria inicial y la respuesta a largo plazo que conduce a la protección. No hay pruebas científicas de que alguien con efectos secundarios más evidentes de la vacuna esté luego mejor protegido contra la COVID-19. Y no hay ninguna razón que indique que tener una respuesta innata exagerada haga que la respuesta adaptativa sea mejor.
Las dos vacunas de ARNm autorizadas proporcionaron inmunidad protectora a más del 90 por ciento de los receptores, pero menos del 50 por ciento informó de alguna reacción a la vacuna y muchos menos tuvieron reacciones graves.
Este artículo fue traducido por Univision.
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