Decenas de niñas han sido vendidas para matrimonios forzados en Afganistán, dado que sus familias no tienen la capacidad de pagar la comida para alimentar a todos los miembros.
Moscú, 28 de noviembre (RT).– Afganistán enfrenta actualmente una grave crisis humanitaria que afecta, sobre todo, a las mujeres y niñas, quienes encaran grandes dificultades para acceder a la comida, atención médica y recursos financieros, ha advertido la ONU.
La precaria situación en la que se encontraban las afganas desde hace largo tiempo empeoró significativamente con la vuelta al poder de los talibanes a mediados de agosto de este año, que las privó de acceder a los empleos mejor remunerados y golpeó con gran fuerza a los hogares donde las mujeres son los sostenes de la familia, según datos de la organización Human Rights Watch.
Este difícil contexto ha derivado en una amenaza de hambruna en el país que conlleva más atrocidades hacia las niñas de edad, con numerosos padres que se ven empujados a vender a sus hijas para poder proveer de alimentos a sus familias. En las últimas semanas se han registrado varios casos de venta de menores de edad destinadas a convertirse en esposas incluso antes de llegar a la pubertad.
Los matrimonios infantiles son comunes en Afganistán y tienen graves repercusiones en las niñas, afectando a su salud y muy a menudo convirtiéndolas en víctimas de maltrato físico y abuso sexual, denuncia un estudio.
El Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef, por sus siglas en inglés) informa sobre ventas de niñas de tan sólo 20 días de edad por una dote. Según las estimaciones del organismo, el 28 por ciento de las mujeres afganas de entre 15 y 49 años se casaron a una edad menor a los 18 años. Incluso antes de que los talibanes retomaran el poder en el país, los socios de la Unicef reportaron sobre 183 matrimonios infantiles durante los años 2018 y 2019, tan sólo en dos provincias afganas.
Estos matrimonios forzados mantienen a las niñas atrapadas en la pobreza, ya que les impiden tener ninguna posibilidad de formarse ni de obtener un trabajo remunerado, convirtiéndose en víctimas de la denominada «esclavitud contemporánea». Este problema se agravó cuando los talibanes se hicieron con el control de Kabul y las nuevas autoridades vetaron a las chicas el acceso a la educación secundaria.
En este contexto de pobreza extrema, que ha empeorado a consecuencia de la pandemia del coronavirus, casi nueve millones de personas en el país están a punto de sufrir de inanición.
Actualmente, unos 18.8 millones de afganos tienen dificultades para conseguir comida a diario y esta cifra podría aumentar hasta los 23 millones para finales del año, según las previsiones de la Organización de la Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO, por sus siglas en inglés).
La gravedad de la situación ha empujado a gobiernos y organizaciones internacionales a encarar el problema y programar el envío de ayuda humanitaria a pesar de las sanciones impuestas contra los talibanes.
Recientemente, Alemania y Países Bajos anunciaron su voluntad de prestar asistencia al país asiático, cuyas autoridades de facto se comprometieron a garantizar un seguro y pleno acceso del personal humanitario a la población que necesita ayuda.
* El movimiento talibán, designado como «organización terrorista» por el Consejo de Seguridad de la ONU, está declarado como grupo terrorista y prohibido en Rusia.