Nicolás González Perrín, quien fue el encargado de la detención de Joaquín «El Chapo» Guzmán Loera, es hoy Ministro Agregado de Seguridad de la Policía Federal ante los gobiern0s de Estados Unidos y Canadá. En entrevista con SinEmbargo, el funcionario hace una seria crítica a la estrategia de seguridad emprendida en las dos últimas administraciones federales y asegura que uno de los principales errores fue descuidar a las corporaciones preventivas y la evolución de las células criminales.
«Por querer tener logros mediáticos van en busca de los grandes nombres, de las grandes detenciones, pero realmente descuidaron lo que es las bajas y medianas estructuras de los grupos criminales. ¿…Y qué es lo que terminó pasando? que esas bases y medianas estructuras se atomizaron y empezaron a convertirse en unas células radicales, violentas, y ahí la ciudadana se quedó sola ante el terror”, afirma González Perrín.
Ciudad de México, 28 de octubre (SinEmbargo).- La estrategia de seguridad en México falló porque las dos últimas administraciones federales no han tenido la capacidad de construir instituciones sólidas; han utilizado la seguridad pública como un instrumento mediático para una política momentánea y han abandonado a las policías municipales, afirma el Comisario Nicolás González Perrín, autor del libro “Para hacer posible lo imposible. Una mirada a la seguridad pública en México«.
González Perrín, quien fue el responsable de la captura de Joaquín “El Chapo” Guzmán Loera, en enero de 2016, es actualmente Ministro Agregado de la Policía Federal para Estados Unidos y Canadá, un encargo con representación en Washington, DC.
El ex subcoordinador de la Policía Federal presenta un libro en donde aborda y crítica la situación de la seguridad en el país “desde las entrañas y sus 20 años experiencia como policía de carrera». En entrevista con SinEmbargo, el Comisionado de la PF en EU y Canadá expone que su libro aborda parte de las grandes causas y efectos de México en materia de seguridad.
“Hacemos una narrativa de la policía en México, cómo nació y qué ha pasado en los temas de seguridad, económico y social. Es toda una radiografía histórica que al final del día nos lleva a este presente donde la sociedad está totalmente divorciada de las instituciones, de la misma policía donde las estrategias han sido fallidas”, asegura.
González Perrín coincide con varios especialistas en que la estrategia de seguridad del actual Gobierno federal falló, entre otros aspectos, porque se enfocó sólo en descabezar a los cárteles del narcotráfico y no se combatió a la base de las organizaciones delincuenciales.
«Por querer tener logros mediáticos van en busca de los grandes nombres, de las grandes detenciones, pero realmente descuidaron lo que es la baja y mediana estructuras de los grupos criminales. ¿…Y qué es lo que terminó pasando? que esas bases y medianas estructuras se atomizaron y empezaron a convertirse en unas células radicales, violentas, y ahí la ciudadana se quedó sola ante el terror”.
El comisionado hace una seria crítica a la estrategia pues asegura que uno de los principales errores fue abandonar a las corporaciones preventivas, al policía cercano a la ciudadanía.
“Hablamos muchísimo de la Policía Municipal, de cómo han estado abandonadas y, al final del día, la seguridad publica recae en ellos. Por eso, si no se tienen policías municipales fortalecidas, nunca vamos a tener una seguridad pública o seguridad ciudadana. […] Eso se ha ido incrementado en los últimos 20 años, hemos estado viendo cómo la policía se ha ido deteriorando a lo largo de estas ultimas dos décadas. Si empoderas al policía, empoderas también a la ciudadanía, porque al final del día, todos somos parte de la solución y a la vez del problema de la seguridad pública. Creo que eso se ha perdido mucho, desde los conceptos ideológicos. Las estructuras institucionales están totalmente abandonadas y las bases criminales descuidadas, nada más se han concentrado en los grandes nombres que puedan vender”, comenta.
El especialista no considera que el Plan Mérida fue en sí mismo una causa de malas decisiones. Para González Perrín el error de dicho Plan es que fue mal ejecutado por el Gobierno mexicano y no se planearon los recursos con una visión a mediano y largo plazos. Sobre el policía de academia, considera que, igualmente, se usó para obtener logros rápidos y para destacarlos en la prensa.
“Yo siento que lo que pasó con el Plan Mérida no dio resultados por no generar proyectos a largo plazo. Por sacar rápido el recurso, generaron proyectos de manera inmediata, cosas que se pudieran ver. Pero nadie pronosticó el uso, las herramientas y el buen diagnostico para el implemento del recurso a mediano y largo plazos. Eso ha sido el error y fracaso de Plan Mérida”, expone.
Sobre los retos del Gobierno entrante, el que encabezará Andrés Manuel López Obrador, el Ministro se dice esperanzado en que “ ahora sí se vayan a estructurar proyectos concretos a largo plazo, que fortalezcan a las instituciones y que den más acercamiento con la ciudadania”.
«Yo tengo la esperanza, como todos los mexicanos, que se cambien todas esas cosas que sabemos que se tienen que cambiar y que se deje de usar la seguridad publica como un instrumento mediático para una política momentánea». plantea.
Para el especialista en seguridad también es necesaria una reestructuración de la Policía Federal, la cual ha sido impactada en su desempeño por un flujo lento de presupuesto y donde la policía procesal ha menguado al interior de la institución.
«La Policía Federal, siento, se necesita reestructurar, se necesita analizar bien de fondo cómo hacer la reestructuración de presupuesto, incluso una reestructuración de las divisiones”, comenta.
En la trayectoria del Ministro Agregado destacan cargos como Director General de Planes de Supervisión a cargo de la División de Seguridad Regional, Coordinador Estatal de la Policía Federal en Sinaloa y Director de la División Preventiva en Chihuahua, en esta última integró la hoy extinta Policía Única.
González Perrín, además de ser responsable del arresto de «El Chapo» Guzmán, también fue el encargado de la detención de Enrique Jiménez Zavala, alias “El Wicked”, supuesto asesino de la activista Marisela Escobedo Ortiz, victimada a balazos la noche de 16 de diciembre de 2010 a las puertas de Palacio de Gobierno en Chihuahua.
El presunto criminal, quien habría declarado la participación en al menos 30 asesinatos, fue imputado por el homicidio de la activista pero jamás sentenciado; sólo fue condenado por su responsabilidad en la masacre de El Bar El Colado, donde murieron 16 personas, en febrero de 2012. Jiménez Zavala fue asesinado el 31 de diciembre de 14 diciembre, presuntamente por Jaime Noel Cuevas, alias «El Jimmy», este último detenido e involucrado en la masacre del bar por el propio Wicked.
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–¿A qué atribuye la actual crisis violencia en México?
–Son varios factores. Yo creo que principalmente por no tener la capacidad de construir instituciones sólidas. Que no sean un instrumento político del Gobierno que sirva nada más para que los gobiernos se vendan, que no sea una frase, un slogan y que les estén cambiando de nombre y de colores. Eso ha mermado al interior de las instituciones: la falta de empoderar al policía, de los tres niveles de gobierno principalmente al policía municipal. Ha hecho falta empoderar al policía porque no se le ha dado servicio civil de carrera, no se han generado cuadros de mando dentro de las instituciones y una serie de cosas que han golpeado al interior de todas las intuiciones de seguridad pública, eso ha mermado el actuar de las policías y las instituciones. Si a eso le sumamos que la estrategia ha sido totalmente fallida en el sentido de México ha enfocado siempre de arriba hacía abajo.
Por querer tener logros mediáticos se van a los grandes nombres, a las grandes detenciones pero se descuidó lo que es la baja y mediana estructuras de los grupos criminales. ¿Y que es lo que terminó pasando? que esas bases y medianas estructuras se atomizaron y empezaron a convertirse en unas células radicales, violentas, y es ahí donde la ciudadanía se quedó sola ante el horror, porque empezaron los secuestros, la extorsión, el robo a casa habitación, el robo en las calles, todo se empieza a disparar, porque esas células que antes eran controladas por grupos criminales ahora están independientes y lo único que les interesa es la generación del dinero.
También es una estrategia que no ha cambiado. México no ha mutado. El resto de los países del mundo, especialmente los vecinos del norte, han cambiado los conceptos de seguridad. Nosotros seguimos trabajando el concepto de Security, que es usar las fuerzas del orden público a favor del Estado para el mantenimiento del orden y la procuración de justicia. Simplemente y sencillamente se utiliza para que se cumplan las leyes, cuando en el resto del mundo, en países como Chile, se tienen policías que practican la prevención y son queridísimos por la sociedad; en Estados Unidos y Canadá también los policías son súper queridos por la ciudadanía, porque han cambiado su concepto a “Safety”, donde la policía se enfoca al ciudado de las personas y sus bienes. Ese cambio de mentalidad provoca que el ciudadano cambie su forma de pensar. Desde el modelo y el concepto ha sido fallido el esquema de seguridad. Otra de las grandes cosas que narramos es que somos el único país en Latinoamérica que sus jefes de policía no son policías y eso ha mermado mucho. Al final del día, los tomadores de decisiones terminan siendo civiles o expertos académicos en seguridad pero no gente que realmente tenga una carrera de seguridad.
Somos las única institución en América donde el cadete ya no puede aspirar a ser policía como antes. Eso pasa en todas las instituciones de México y eso es ilógico. Por ejemplo, se necesita que alguien conozca las entrañas de las instituciones para poder dar solución a los grandes males, y hacer los cambios necesarios. Hace dos años, la unidad fronteriza de Estados Unidos nombró como jefe de su Unidad Fronteriza a un elemento del FBI, con 25 años de carrera, tenía una excelente trayectoria, súper agente y todo, y lo nombran jefe de la Unidad Fronteriza con la finalidad de darle ese dinamismo –de inyectar más temas de investigación– a una unidad que más que nada es preventiva; lo que pasó es que duró tres meses en el cargo y el mismo Gobierno estadounidense si dio cuenta de la estrategia es fallida, porque no conocía las entrañas de la institución y a pesar de ser un gran perfil, con 25 años en una agenda reconocida a nivel mundial, no funcionó para mandar una institución porque no la conocía. Lo que sí hizo el Gobierno de EUA es reaccionar rápido y puso a alguien que sí es de carrera dentro de la institución. Eso es lo que nos ha faltado en México: que no hemos aprendido y nos cuesta trabajo aprender.
–Habla de abandono a las policías municipales, ¿desde cuándo y cómo se dio ese proceso?
–Vamos por lo más palpable: los sueldos. Hay policías municipales que en su mayoría ganan entre 3 mil 500 y 4 mil pesos quincenales. Hay municipales que ganan hasta 2 mil 500 pesos quincenales. Obviamente son policías a los que no se les inyectado infraestructura. Muchas de esas policías no tienen tecnología, no tienen un servicio civil de carrera –que es tan importante para poder generar el sentido de pertenencia– y a lo largo del tiempo se vuelve una estrategia fallida, con gente que no conoce y a la que le han dado funciones que no son de ellos, como el tema del narcomenudeo. Así, las policías trabajan un tema que es totalmente ajeno a sus funciones básicas iniciales y lo único que pasa es que ese policía, mal remunerado, mal pagado, se convierte en una presa fácil para ser captado por los grupos criminales y ahí inicia el sentido inverso de la seguridad. Pero eso sucede porque no ha habido un plan nacional de homologación de criterios de operación, prestaciones y sueldos.
González Perrín añade que si aquí vemos un policía de Tapachula, Chiapas, o de alguno de los municipios de Oaxaca y hacemos una comparación con la policía municipal de San Pedro Garza García, Nuevo León, vemos que hay una diferencia abismal en todo: en el tema de capacitación, entrenamiento, infraestructura, tecnología y no se diga sueldos y prestaciones. «Yo creo que es algo muy fácil y simple de ver para darnos cuenta de cómo hemos estado tan mal», insiste.
Eso se ha incrementado en los últimos 20 años, asegura, y la policía se ha ido deteriorando a lo largo de esas últimas dos décadas. «La estrategia fallida en los gobiernos, en el actual y en el anterior, ha sido mantener un plan de arriba hacía abajo. Enfocarse, tanto en las instituciones policíacas como en las estructuras criminales, irse de arriba para abajo y descuidar las bases. La bajas y medianas estructuras han sido totalmente descuidadas, y lo que ha provocado es que estalle la violencia, que se pierda la confianza en las instituciones, se atomicen las células, se incremente la violencia, la ciudadanía entre en un estado de pánico y sensación de inseguridad eterna y que, junto con esa inseguridad y la desarticulación de las instituciones de seguridad pública, venga un divorcio entre la sociedad y las instituciones», explica.
«Si tu empoderas al policía, empoderas a las ciudadanía, porque al final del día, todos somos parte de la solución y a la vez del problema de la seguridad pública. Creo que eso se ha perdido mucho: desde los conceptos ideológicos, las estructuras institucionales totalmente abandonadas y las bases criminales descuidadas, nada más se han concentrado en los grandes nombres que puedan vender», agrega..
–Hay expertos que piensan que el Plan Mérida también influyó en la estrategia fallida…
–No, yo creo que el Plan Mérida fue un instrumento que se ejecutó mal. El Plan Mérida sale en la época de violencia con Felipe Calderón Hinojosa y es una aportación económica que el Gobierno de Estados Unidos hace para apoyar el tema de seguridad, porque obviamente todo lo que pasa en materia de seguridad en México impacta directamente en Estados Unidos, es un tema totalmente lógico que se ve en las fronteras de todos lados del mundo. El Plan Mérida, como lo tenemos para México, no es el único. Ellos [el Gobierno de EU] tienen distintos planes con otros países. Siento que lo pasó con el Plan Mérida no es que haya servido para el incremento de la violencia, sino todo lo contrario. Lo que pasó fue que no se generaron proyectos a largo plazo. Por sacar rápido el recurso, generaron proyectos de manera inmediata, cosas que se pudieran ver. Pero nadie pronosticó el uso, las herramientas y el buen diagnóstico para el implemento del recurso a mediano y largo plazos. Ese ha sido el error y fracaso de Plan Mérida.
Otra cosa del Plan Mérida, y eso lo vemos como algo muy tangible, es la carencia de proyectos nacionales de seguridad. Si tú ves los esquemas y planes de la Marina, de la Sedena y de la Policía Federal, incluso los mismos municipios fronterizos con Estados Unidos, que son también acreedores al beneficio de Plan Mérida, si ves las estrategias –por ejemplo– de frontera sur: cada institución tiene su propia visión y su propia estrategia de seguridad en la frontera sur, y es como si cada quien se metiera a un campo de fútbol con un balón distinto y cada quien jugara su propio juego. Lo que hace falta es generar estrategias nacionales con un solo fin para que el recurso que está destinado para un tema específico sea implementado con una estrategia nacional, que las tres grandes instancias del Gobierno federal vayan hacía un mismo rumbo, con una estrategia sólida. No nos vamos más allá: el recurso de Plan Mérida fue para computadoras, equipamiento, vehículos de rayos gama, entre otros; se compraron y se hicieron inversiones de 6 millones de dólares para equipos que se usaron en un año porque nunca previeron el uso del equipo a diez años, se perdió la visión que son equipos que requieren mantenimiento, actualización en su software, y ese tipo de recursos –como no viene en el erario– pues se quedó ahí parado. Si lo hubieran hecho con un proyecto a mediano y largo plazos, todo ese tipo de gastos ya vendrían incluidos en el Plan Mérida.
–La presión que ha ejercido Estados Unidos en el tema de combate al narcotráfico, ¿no cree que impactó en las malas decisiones?
–La presión ahí está. Ahorita la presión que tenemos es el tema de la heroína y el de la sobredosis por fentanilo –que lo mezclan con heroína– en Estados Unidos. El Congreso de EU ha estado presionando a sus autoridades federales para que trabaje en esos temas específicos. Siempre va a estar la presión de Estados Unidos con México en materia de seguridad. Pero creo que es una herramienta que tiene fortaleza para ganar y ganar. Porque con base en nuestras estrategias nosotros ayudamos a fortalecer la frontera norte, que nos sirve a nosotros para bajar la violencia fronteriza en nuestro lado. Al final del día, por más que se presione nosotros tenemos que cuidar nuestros intereses nacionales, por más que haya presión se tienen que cuidar los intereses de México, los intereses de seguridad de la frontera y de ahí, como consecuencia, la reducción de violencia va a impactar en la frontera norte, y las cosas van a fluir de manera adecuada para ambos países. Pero siempre tenemos que ver por las necesidades y los intereses de nuestro país, independiente de los acuerdos de cooperación internacional que tengamos con Estados Unidos.
–La legalización de la droga, ¿ayudaría a disminuir la violencia?
–Más que la legalización creo que hay muchos instrumentos jurídicos administrativos que podríamos aplicar para sacarle beneficio a lo que hoy es problema. Todos conocemos el Triángulo Dorado, la sierra de Guerrero, con el tema de la amapola y que ha sido un situación que nos ha causado mucho problema político con Estados Unidos, y el problema de inseguridad con México. Hay una serie de propuestas que veo dignas de analizar. Todas esas zonas y esas regiones, de industrializarlas. ¿Por qué necesitamos comprar morfina de otros países cuando aquí en México producimos tanto amapola como sus derivados? Creo que son los temas que deberíamos de profundizar y analizar a fondo, verlos en materia económica y política, y en materia de relaciones nacionales y multinacionales, para ver cómo podemos transformar eso como otros países ya lo han hecho.
–¿Cual es su diagnóstico o cómo ve el panorama en materia de seguridad para la próxima administración, con el Gobierno entrante?
–Realmente no conozco bien a fondo cuál sea el plan de seguridad que tenga definido [la nueva administración]. Conozco sobre ciertas políticas públicas que han anunciado a los medios. El plan estratégico de seguridad lo desconozco, no sé cual se el rumbo que vaya a tomar el nuevo Gobierno. Lo que sí sé, es que debe ser un parteaguas importantísimo para México. Tiene todo para hacer un cambio necesario y esperado por los mexicanos, creo que es una oportunidad única o de las muy pocas oportunidades que ha tenido México en esta nueva y moderna historia para cambiar tantas cosas que se hicieron mal de fondo. Tengo la esperanza, como todos los mexicanos, que ahora sí se vayan a estructurar proyectos concretos a largo plazo y que fortalezcan a las instituciones, que les den más acercamiento con la ciudadanía, que se cambien todas esas cosas que sabemos que hay que cambiar y que se deje de usar la seguridad pública como un instrumento mediático para una política momentánea .
–¿Qué opina de los perfiles de los próximos encargados de seguridad en el siguiente sexenio?
–Únicamente conozco a quien se ha propuesto como Secretario de Seguridad, Alfonso Durazo Montaño, de ahí en fuera la estructura que va a manejar él, la verdad la desconozco. No he visto algo definido. Aparecen varios nombres en medios pero no he visto una postura oficial por parte del Gobierno entrante. Al doctor Durazo se le está poniendo toda la confianza del mundo en el tema más sensible y el eje tiene que madurar para de ahí empezar a desarrollar muchos otros temas. Hasta donde sé, el doctor es una persona comprometida con el proyecto y supongo que está estructurando su plan de acción.
–Sobre la propuesta de dividir a México en al menos 265 de regiones para plan de seguridad, ¿qué opina?
–La verdad la desconozco. Necesito estudiarla o leerla para poder criticarla o apoyarla.
–Y en relación a la propuesta de reclutar a 50 mil personas para las fuerzas de seguridad públicamente, ¿cuál es su opinión?
–El incremento de personal siempre es ideal, pero algo que en lo que se necesita prestar atención es en la forma de reclutamiento. Es importante que no nos pasé como nos pasó con la Policía Federal: de ser 5 mil, por hacerla rápidamente monstruosa y enorme, la hicimos de 35 mil, pero tampoco sirvió. Los controles de confianza y el reclutamiento de quienes estaban ingresando, no tenían los perfiles ideales y después se tuvo que batallar al interior de la institución para poder controlar ese flujo enorme de personal que no tenía ni la capacitación, ni el perfil de seguridad. Como en cualquier institución es importante incrementar el personal, pero tiene que ir de la mano con que tenga el perfil y la capacitación adecuada, y que sean proyectos concretos de incorporación, porque no nada más se trata de llenar de gente a las instituciones sino fortalecerlas, y que después crezcan con su personal. La grandeza de las instituciones llegan con la grandeza de sus elementos. Sería ideal que se incrementarán las filas de las fuerzas federales pero que sea bien encauzados, con buenos controles y estructurando bien las instituciones para que crezcan de fondo y con bases sólidas.
–Hablando de la Policía Federal, AMLO ha mencionado se dejó desmantelada, ¿coincide?
–Efectivamente, el tema de presupuesto ha pegado mucho a la Policía Federal últimamente. No ha habido convocatorias para muchas de las divisiones que tienen despliegue nacional. El tema de la policía procesal ha mermado mucho el tema del personal que tiene activo la Policía Federal. El que exista una Secretaría de Seguridad Pública Federal va a ayudar mucho en que el recuso sea más dinámico y de flujo más rápido; hoy en día es más lento porque pertenecemos a la Segob [Secretaría de Gobernación], y luego de la Comisión General y eso merma mucho el tiempo del flujo de recurso. La Policía Federal se necesita reestructurar, analizar de fondo el el presupuesto, incluso una reestructuración de las divisiones para que se generen cuadros de mando institucionales y que sean policías de carrera quienes tengan voz y voto en la toma de decisiones dentro de la institución. Creo que debe generarse esa dinámica que es tan necesaria para coordinar el trabajo muy de la mano entre las siete divisiones de la Policía Federal. Creo que ahí se podría crear un futuro próximo positivo para la Policía Federal.