Un día después de una caravana más del movimiento FRENA, opositor al Presidente Andrés Manuel López Obrador, los integrantes del plantón en el Zócalo de la Ciudad de México continúan. Dicen estar por convicción y tener diversas creencias religiosas. Para pasar las horas, además de lo esencial como una lona de alimentos, atención médica y baños públicos, cuentan con una biblioteca y un altar católico.
Ciudad de México, 28 de septiembre (SinEmbargo).– Sentado en un pequeño banco con una pierna cruzada, Eduardo leía Grito de Independencia de Fernando Serrano. Llegó de León, Guanajuato la semana pasada. A su lado, pilas de libros y revistas, incluyendo una TV Notas, se acumulan en la biblioteca del Frente Nacional Anti Andrés Manuel López Obrador (FRENA), el movimiento a nivel nacional que hace cinco días se trasladó de Avenida Reforma y Juárez para instalar un plantón de unas 400 casas de campaña en la mitad de la plancha del Zócalo de la Ciudad de México. Son donaciones y, a diferencia de otros sistemas bibliotecarios, son regalados. Francisco, de Morelia, Michoacán, también leía algo sobre depresión bajo la sombra de la carpa.
–Les voy a pedir que por favor se retiren. No pueden estar aquí –les interrumpió el coordinador–. Les doy libros, se les regalan, y se los llevan.
–Pero es una biblioteca… ¿no podemos leer aquí? –respondió uno de ellos.
–No, por la COVID. Es un espacio muy reducido.
Fuera de la carpa verde con techo azul cuelgan dos cartulinas amarillo chillón con el letrero «Biblioteca FRENA». En la entrada, el coordinador colgó una cartulina verde fosforescente con la frase: «Biblioteca. Leer para entender». La oferta, al ser material donado, es variada. Un diccionario Larousse, un libro en inglés sobre los récord Guiness, La quinta montaña de Paulo Coehlo o Canek. Historia y leyenda de un héroe maya, de Emilio Abreu.
Eduardo tomó su banquito, su sombrero y salió a leer afuera, a un lado de la biblioteca. En la sombra. El sol, poco antes del mediodía, quemaba. Minutos antes de ser retirados, el guanajuatense comentó que conforme el calor aminora se ve más gente. Llegó sin invitación al plantón nacional para sumarse a la exigencia de que renuncie el Presidente Andrés Manuel López Obrador, quien en ese momento recibía en Palacio Nacional a un grupo de empresarios para abordar el plan millonario de infraestructura.
«Es un movimiento grande y fuerte a nivel nacional», dijo Eduardo. Ante la presencia de carpas con imágenes de la virgen de Guadalupe o Jesucristo, incluso un altar, aclaró que también hay cristianos, agnósticos, ateos y, además, de todas las condiciones sociales. Él soporta calor, lluvias y problemas de saneamiento para destituir al Mandatario federal «por su pésimo trabajo en la dirección del país. ¡En todo! Salud, economía, ecología… No le importa el medio ambiente. Regresa a energías fósiles, viejas, sucias solo para beneficiar a [Manuel] Bartlett [director de la Comisión Federal de Electricidad]».
Francisco, quien llegó de Morelia este domingo, comenzaba a expresar que siente que el movimiento de FRENA «es una familia con compañerismo y unidad», que quiere apoyarlos por «valientes y honestos», cuando se les solicitó salirse de la biblioteca. Entre casas de campaña, baños públicos y botes de basura, también cuentan con una lona con atención médica. Dentro, hay medicamentos «COVID» y toallas femeninas. Otra carpa es centro de acopio y en una se almacenan los alimentos donados. Nada se cocina ahí, por la emergencia sanitaria. Nadie toca nada salvo dos mujeres que reparten la comida con guantes y en platos desechables.
Las carpas coloridas lucen banderas de México, letreros contra el Presidente Andrés Manuel López Obrador o el lugar de origen de los manifestantes. Se han trasladado al centro de la capital del país de Oaxaca, Coahuila, Guanajuato, Hidalgo, Chihuahua, Querétaro, Michoacán, e incluso Nevada, Estados Unidos. Laura, ubicada a lado del altar con figuras de la Virgen de Guadalupe, viene desde Las Vegas. Asegura que el viaje valió la pena. Mientras desayuna molletes y café –el desayuno del día ofertado en la carpa de alimentos–, mostró fotos de su celular para compartir que también del otro lado están preocupados por la gestión del Presidente, al menos en las ciudades de Dallas, Nueva York y Florida. Para apoyar a que el plantón continúe, realizaron una venta de garage, cuyo dinero, aseguró, es transparente.
«No veo acciones en bien de la Nación. Veo a un dictador y a un sistema castro-chavista-bolivariano. Un híbrido. Es lo peor de todos», aseguró Laura, protegida con careta y cubrebocas durante la charla. «Estamos muy enojados, no podemos quedarnos con los brazos cruzados».
El campamento de cientos de carpas no está solo. Los vigila un operativo policiaco. Cuerpos policiales y rejas rodean al plantón y a la zona aledaña. Las estaciones del Metro Zócalo y Allende están cerradas.
Laura, al igual que Eduardo, el lector de la biblioteca, coincidieron en que están de acuerdo en que los cuiden de provocadores «chairos» y «amlovers» que intentan entrar a agredirlos. Pero Laura aventuró a asegurar que «están sitiados», lo cual le recuerda «la matanza de Tlatelolco, el México del 68».
Ante las críticas de que las carpas lucen vacías, la mexicana que vive en Las Vegas argumentó que hay protestantes que se van a trabajar, y también hay otras para esperar a la gente que vendrá. Un grupo de rarámuris, cuya lucha para exigir políticas contra el hambre en la Sierra Tarahumara lleva meses, arribará en los próximos días. «Son a parte, pero se unirán. FRENA lo que ha hecho es unir a todos», dijo orgullosa. Nacho, de Guanajuato, comentó desde su carpa cercana a las letras CDMX en la plancha que no le extraña que resalten las críticas que buscan desunirlos.
Él, dijo, protesta para poner su granito de arena para que el Gobierno cumpla con su deber. «Me preocupa hacia dónde quiere llevarnos. Sería iluso pensar que el Presidente puede mejorar», planteó.
La música patriótica estridente que salía de una gran bocina fue interrumpida por un tono de llamada «Turu-rú-turu-tun», cuyas ondas invadieron el plantón. Alguien rápido desconectó el celular. Fuera de una casa de campaña, tres hombres desayunaban galletas y jugo. Se conocieron en la protesta. Juan Ramón, quien se cubría con un suéter del sol, viene de Monterrey, Nuevo León; Gustavo, de Silao, Guanajuato; y Aurelio, con doble gorra, de Metepec, Estado de México. Mientras platicaban, pasaron desfilando unos diez miembros de FRENA con banderas y gritando «¡Viva México!». La bandera principal, la del Zócalo, fue retirada desde el miércoles pasado cuando arribó el plantón.
Aurelio, el mayor del trío de nuevos amigos, se siente traicionado por el Presidente Andrés Manuel López Obrador por su política migratoria. «Somete a México con invasión de centroamericanos», dijo una y otra vez. «Ya invadió a México con centroamericanos».
Al cuestionarle si le preocupa que acaparen empleos, el mexiquense dijo que no, que el problema, considera, es que se conviertan en policías. Por eso y porque votó por él en 2018, afirmó, se siente con la obligación de protestar para que renuncie. En Venezuela, ejemplificó Juan Ramón, «su Guardia Nacional está conformada por colombianos».
Sobre la carpa dos cargadores solares absorbían los rayos solares, aunque también cuentan con una lona para cargar aparatos electrónicos. El regio, quien ha estado desconectado, preguntó a este medio si el Presidente estaba frente a ellos, en Palacio Nacional. Está convencido de que la presión de la protesta, «para que no nos lleve al socialismo y la miseria», logrará sacarlo de ahí y de la silla presidencial.