La Secretaria de Salud de la Ciudad de México asegura que los servicios sanitarios en la capital del país son de calidad, pese a los problemas heredados y a la demanda relacionada con el coronavirus.
Ciudad de México, 28 de septiembre (SinEmbargo).- Los servicios públicos de atención médica en la capital del país tienen muchas deficiencias que enfrentar, pero mejoraron desde diciembre de 2018. La pandemia de COVID-19 complicó la situación del sistema de salud capitalino y pese a ello, la organización y esfuerzo de las instituciones logró evitar la saturación de hospitales, sobrellevar el pico de infectados y prepararlo para un eventual repunte de contagios, dijo en entrevista la doctora Oliva López Arellano, titular de la Secretaría de Salud de la Ciudad de México (Sedesa).
Para López Arellano, hablar de la capital del país es referirse a un lugar complejo lleno de contrastes. Una ciudad heterogénea en que la vanguardia, las inequidades sanitarias y las desigualdades sociales conviven; y un reto en términos administrativos que implica atender a más de nueve millones de residentes, además de los pacientes de la Zona Metropolitana del Valle de México.
En términos de salud, la funcionaria pública explicó que cuando ella y su equipo de trabajo llegaron a la Sedesa en 2018, se encontraron con una dependencia debilitada que han logrado fortalecer en poco más de año y medio de trabajo. Aunque la labor de renovación y mejora es enorme y complicada, la Secretaria capitalina de Salud reconoció que trabajar en la Ciudad de México tiene beneficios por la alta concentración de recursos públicos y privados, que hacen que la capital del país tenga «mayores condiciones de disponibilidad de servicios de salud que otras entidades federativos”.
La información oficial indica que la red de hospitales y centros de salud de la Sedesa incluye 32 hospitales y 230 centros de salud, así como «una serie de unidades ambulatorias que atienden padecimientos específicos” con personal capacitado para tratar problemas sanitarios y ejercer labores de vigilancia epidemiológica.
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–¿Qué nos dice el manejo de la COVID-19 acerca de los servicios de salud y de la infraestructura sanitaria en la capital del país?
–Que estamos preparados, porque como ustedes saben, se ha venido desplegando un conjunto de estrategias desde una perspectiva integral de atender los casos graves, brindar una cama de hospitalización a quien lo requiera, pero simultáneamente también monitorear en territorio, a través de telemedicina, […] los casos ambulatorios que permanecen en domicilio. También se ha intensificado todo el trabajo en las colonias de acción prioritaria, que en éste momento son 158. Además, se está fortaleciendo la atención temprana, sobre todo para evitar cuadros muy graves en personas que tienen comorbilidades, o que tienen alguna condición de riesgo.
Todo esto permitió que durante el primer pico de la pandemia, que fue a mediados de mayo, no colapsara el sistema hospitalario. Tuvimos espacio para todas las personas que requirieron hospitalizarse, porque el sistema hospitalario funcionó como un sistema unificado, independientemente de la condición de aseguramiento de las personas. […] Eso hay que mantenerlo y eso nos permite estar preparados para un segundo momento.
–Sabemos por la Encuesta Nacional de Calidad e Impacto Gubernamental 2019, que sólo cuatro de cada 10 capitalinos atendidos en los servicios de salud estatal o en el Seguro Popular quedan satisfechos, siendo así la octava entidad federativa con los índices más bajos en ésta categoría a nivel nacional. Asimismo, la satisfacción generalizada de los usuarios de 18 y más años con respecto a los servicios de salud de la Ciudad de México es inferior a la media nacional. ¿Cuáles son los retos en la capital, y cuál es el plan o la estrategia a mediano y largo plazos para impulsar el acceso y garantizar el bienestar de la ciudadanía?
–Aquí es muy importante señalar que cuando nosotros llegamos […] encontramos una Secretaría de Salud con muchas dificultades, con muchos deterioros, con plantillas incompletas, sin equipamiento suficiente, con muchas irregularidades y con problemas también de falta de inversión. Eso se fue paleando durante 2019: se fue frenando ese deterioro, se empezó a invertir, a reordenar plantilla, a recuperar plazas que estaban de licencia sindical o que estaban de permisos y empezamos a fortalecer las unidades […].
También hay que decir que el Seguro Popular desmanteló la parte de salud pública y se concentró en algunas atenciones como el [programa] Cauces, que era éste catálogo de atenciones básicamente curativas. […] Todas las otras actividades que quedaban fuera de éste Cauces, que era lo que se visibilizaba, que además se monitoreaba y era lo que se pagaba y lo que servía para el intercambio de servicios, pues lo que se hizo fue, lo que no era Cauces, dejarlo muy debilitado.
A pesar de todo eso, hay una enorme riqueza de la experiencia de los trabajadores de la salud, de la gente que sigue comprometida trabajando con los recursos que tiene, y además en la pandemia de COVID-19, no queda mas que reconocer su profesionalismo y su compromiso, porque con las dificultades, aun cuando empezamos a corregir, pues no habíamos conseguido remontar toda la situación difícil de las unidades ambulatorias y hospitalarias […].
Tenemos también otra situación en la Ciudad de México, y eso es importante señalarlo, porque forma parte de nuestra perspectiva: las personas en Ciudad de México son personas que tienen una perspectiva más de derecho, de exigencia. Expectativas mucho más claras o más contundentes sobre lo que debe de brindar un servicio de salud, y por lo tanto, son personas que exigen, y eso es muy importante, porque presionan al sistema de salud para que mejore sus procesos, para que mejore su forma de atención, para que tenga un mejor servicio.
– En su informe del miércoles usted habló de los desafíos de salud en la Ciudad de México. Enfermedades infecto-contagiosas, crónico-degenerativas, lesiones, entre otras, a las que se suma la COVID-19. Habló de logros y compromisos, ¿pero cómo califica la calidad de los servicios de salud estatal?
–En el periodo que se presenta el informe, del primero de agosto al 31 de julio del 2020, pues las unidades médicas de la Secretaría de Salud del Gobierno de la Ciudad de México tuvieron más de 11 millones de atenciones, más de dos millones y medio de consultas, casi medio millón de atenciones de urgencias, 50 mil intervenciones quirúrgicas y atendieron 26 mil nacimientos. Esto para que vean la dimensión de la cantidad de servicios que se otorgan. Tenemos cuatro millones de personas registradas en nuestro padrón de Gratuidad. Los servicios en la Ciudad son gratuitos y universales.
–¿Es igual o aumentó la cobertura?
–Sí ha incrementado la cobertura y, además, se ha extendido la gratuidad. La gratuidad en la Ciudad de México tiene ya muchos años, desde el 2001 como un programa y desde el 2006 como ley. Pero a partir del Seguro Popular esto se quedó un poco en el olvido y más bien eran gratuitos sólo los servicios y las intervenciones del Cauces. Al resto de los programas se les daba poca importancia. Entonces se recuperó ésta idea de todos los servicios y medicamentos gratuitos en el nivel ambulatorio y en el hospitalario para residentes de la Ciudad de México. Entonces sí tenemos una buena cobertura.
¿Qué nos falta? Una mejor cobertura y cero rechazos, una política de cero rechazos. ¿Qué nos falta? Por ejemplo, que éstas coberturas también sean […] de acceso efectivo. O sea, no es solamente tener cobertura, registro y que las personas estén en un centro de salud y tengan una referencia a un centro de salud, sino que si son diabéticas que estén en control, si son hipertensas que estén controladas, que se les dé seguimiento, que a los adolescentes se les esté permanentemente dando información de prevención, información sobre salud sexual y reproductiva.
–¿Qué tanto impactó la COVID-19 a la Ciudad de México? ¿Qué implica en términos de servicio de salud?
–La pandemia de COVID-19 lo que nos muestra es que la apuesta tiene que ser una apuesta para fortalecer las instituciones públicas, porque fueron las instituciones públicas las que permitieron contender con el COVID-19, sin demeritar el papel importante […] de los hospitales privados y de los actores privados. […] En la pandemia se hizo una articulación de múltiples actores, pero el eje, el organizador tiene que ser la institución pública. También, de las cosas que se hicieron muy rápido y que van a ser muy útiles hacia adelante, fue trabajar como un sistema unificado de salud de dimensión metropolitana; trabajar muy aceleradamente en la reconversión hospitalaria que permitió construir equipos calificados y capacitados […] y tener equipamiento para atender la pandemia, pero que es un equipamiento que ya se queda para la atención crítica de distintas enfermedades respiratorias agudas severas.
–La Ciudad de México está en semáforo naranja, lo que implica que además de las actividades económicas esenciales, las empresas de bienes y servicios no esenciales pueden operar con el 30 por ciento de su planta y el aforo en lugares públicos no puede superar el 50 por ciento de su capacidad. ¿Qué tan grave es el riesgo de un repunte de la enfermedad y qué tan preparada está la capital para enfrentar un rebrote de la COVID-19?
–¿Qué estamos nosotros previendo? Como el plan global hacia una nueva normalidad ha sido ordenado, ha sido gradual, ha sido abriendo poco a poco comercios, servicios, primero aquellos que tenían menos riesgo, pero con medidas de seguridad sanitaria extremas como los filtros, la regulación del aforo, los flujos ordenados, […] la sana distancia y todas las medidas personales como el uso de cubrebocas, la careta, lavado de manos… Todo eso lo que nos ha permitido es tener un balance, digamos, en ésta ciudad compleja, viva y con tal concentración de gente, tener una contención de la velocidad de contagios, una contención del número de casos, una reducción de hospitalizados graves y de defunciones, y también estar preparados hacia adelante.
–Hemos tenido la oportunidad de hablar con personal de clínicas de la Sedesa y nos dijeron que a veces no les dan el equipamiento de protección necesario y que sólo les permiten hacerse una prueba de COVID-19 mientras hay contagios y recontagios. ¿Cómo ve la situación?
–No es una situación generalizada. Tuvimos un poco de dificultad en los inicios, estamos hablando de marzo o abril, para surtir con suficiencia el equipo de protección personal, sobre todo por la enorme especulación que había sobre éste equipo. Era muy difícil conseguir en esos momentos, por ejemplo, las mascarillas N-95 o las batas de calidad […]. Fue una coyuntura de un momento específico. A partir de que empezaron a llegar las compras del extranjero, los aviones que venían ya con equipo de protección de personal que se compraron en China, esto se redujo y ya no tuvimos mayor problema.
Hemos estado surtiendo permanentemente y sí hay un problema de que es equipo que se desecha. Entonces de repente en un día de mucha demanda puede disminuir la cantidad de equipo, pero tenemos un monitoreo permanente en campo para que, si empieza a disminuir éste equipo de protección personal, luego luego resurtir pata proteger a nuestros trabajadores de la salud que son sumamente valiosos para atender la pandemia, como personas, como profesionales de la salud. Estamos muy comprometidos en que eso no les falte y que tengan las mejores condiciones.
Ahora, sí pasa algo que luego no se entiende mucho: dependiendo de cada función y de cada espacio donde están las personas, se les dota de cierto equipo de protección personal, porque tenemos también demandas de repente de áreas que no están en contacto, que no son COVID-19. Hospitales no COVID-19 que quieren un equipo de protección personal como si estuvieran en zonas de terapia intensiva. Eso no es pertinente. Entonces, se está dotando el equipo que corresponde al puesto y a la función.
–¿Lo mismo sucede en el caso de las pruebas?
–En el caso de las pruebas nosotros nos apegamos a los criterios clínicos, a los criterios para la aplicación de pruebas, pero todo nuestro personal que tiene riesgo, que tiene una situación de sintomatología o contacto directo con caso confirmado, aún cuando haya estado en resguardo domiciliario, es decir, que no estuvo en hospitales, que no estuvo en centro de salud, que estuvo en su casa y aparece con que tiene sintomatología o tuvo contacto con un caso confirmado, se le toma la muestra.
No es lógico tomar dos, tres, cuatro, diez muestras. Se toma una muestra […] y es mejor cuando […] está en los días tres-cuatro de los síntomas, del inicio de síntomas, y después, si resultara positiva, la recomendación es el resguardo domiciliario 15 días. Después de 15 días ya la persona puede reincorporarse. En el caso de los trabajadores de la salud, nosotros hemos dejado hasta 21 días para asegurarnos de que se reponen suficiente y de que regresan sin tener riesgo de contagiar, sobre todo.