Arnoldo Cuellar
28/09/2017 - 8:37 am
Guanajuato, entre el dengue y crimen
Violencia y crisis de salud son problemas reales, no inventos de la oposición
Dos temas centrales del actual momento público de Guanajuato son sin duda el incremento de la violencia homicida, creciendo a niveles brutales, y la emergencia sanitaria por la proliferación del dengue en una veintena de municipios de la entidad.
Son situaciones que están en proceso y en progreso, que han tomado por asalto la realidad de la entidad y que ameritarían respuestas de las autoridades en sus distintos niveles, pero principalmente el gobierno del estado que monopoliza el mayor volumen de inversión para atender esos ámbitos.
Nadie está responsabilizando al gobierno de ser el causante de estos flagelos, aunque sin duda hay omisiones de funcionarios y deficiencias de políticas públicas que han contribuido a su fortalecimiento.
En cambio, el gobierno del estado y los de los municipios si son plenamente responsables de eludir la atención frontal a un problema que está preocupando, y mucho, a sus gobernados y que además les está costando afectaciones directas de muchas formas.
Atender la inseguridad, con las cotas de violencia, de penetración de instituciones policiales y quizá políticas, con la escasez de recursos y la debilidad orgánica y moral de las policías, además de la soberbia e insensibilidad de los grandes jefes policiales del estado, parece algo muy complicado.
Sin embargo, como se ha probado en muchas otras geografías, algunas de ellas próximas a nosotros en idiosincrasia y condiciones materiales, no es imposible. Solo que para hacerlo se requiere primero aceptación del estado de cosas, información profunda de los alcances del problema y una estrategia no solo policial sino también social y, por ende, política.
En el otro caso, el de la epidemia de dengue que puede estar afectando a más de cinco mil personas en este momento en Guanajuato y multiplicándose a una gran velocidad, también ocurre lo mismo: hace falta reconocer el problema, compartir la información con la sociedad y hacer estrategias adecuadas, una inteligencia epidemiológica dijo un experto, y no medidas de relumbrón e ineficaces como las nebulizaciones que se han multiplicado en estos días para calmar la inquietud de la población pero no para atender la amenaza del vector.
En ambos aspectos, la situación es parecida: el gobierno no quiere reconocer el problema para no “quedar mal” ante los ciudadanos y no dar lugar a que se piense en que hubo descuidos y responsabilidades gubernamentales.
Es el método de esconder la basura debajo de la alfombra, algo que nunca ha funcionado más que en el cortísimo plazo y que es lo más parecido al autoengaño.
Miguel Márquez Márquez, el Gobernador de Guanajuato y responsable de las áreas de seguridad y de salud que más pueden hacer para enfrentar ambos problemas, ha dicho una y otra vez que le podrán decir lo que quieran, pero que no es “ni transa ni flojo”.
Debería agregar para redondear un verdadero compromiso de ética pública, así sea al estilo campirano, que tampoco es mentiroso ni pretende engañar a sus conciudadanos.
Así que ni en materia de seguridad, donde palidecen las cifras alegres con las que quiere paliar la catástrofe que se cierne sobre el estado; ni en materia de salud, donde el maquillaje de casos no impide que nos mantengamos como el estado con la mayor emergencia, está funcionado la táctica de la alfombra.
Sería bueno que el gobierno que encabeza Márquez, que ha lanzado su cuarto a espadas sobre la posibilidad de buscar una candidatura nacional, rectifique y deje de pensar que los ciudadanos que le otorgaron su confianza son sujetos a los que se puede engañar.
Violencia y crisis de salud son problemas reales, no inventos de la oposición (¿cuál?) ni guerra sucia. Desatenderlos pude ser uno de los mayores errores de un gobernador al que hasta ahora había acompañado la buena fortuna, más que la capacidad política.
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