Pese al enorme cambio al que se han tenido que adaptar los museos, los visitantes se pasean frente a los Van Goghs y Picassos del MoMA y las esculturas egipcias del Met con total normalidad, acostumbrados ya a la presencia constante de la mascarilla y la necesidad de permanecer alejados unos de otros.
Por Helen Cook
Nueva York, 28 ago (EFE).- Tras casi seis meses de un silencio sepulcral por parte de los grandes museos de Nueva York causado por la pandemia del coronavirus, la vida cultural de la Gran Manzana comienza a resucitar con la reapertura esta semana de algunas de las instituciones más importantes del mundo, que han implementado importantes medidas de seguridad y reducido drásticamente el número de visitantes permitidos.
Una de ellas ha sido el Museo de Arte Moderno de Nueva York (MoMA), que este jueves abrió las puertas al público con unas medidas tan estrictas que apenas un puñado de personas se paseaban por el amplio hall de llegada del lujoso edificio.
Para empezar, el MoMA solo puede recibir a 100 personas cada hora, y la obligación de los visitantes de presentarse a la hora que indique su ticket les garantiza precisamente que la gente no se acumule en la entrada, mientras que un despliegue de tecnología de última generación posibilita que no haya contacto físico alguno durante el registro de seguridad.
ÚLTIMA TECNOLOGÍA PARA REABRIR
«Hemos pensado durante mucho tiempo y de manera cuidadosa cómo volver a dar la bienvenida a los visitantes de la manera más segura posible, pero también de la manera más acogedora posible», explica a Efe la directora del Departamento de Contacto con el Visitante, Sonya Shrier.
«Se comprobará la temperatura de todos los visitantes con tecnología que evita el contacto, y también tenemos un scanner de seguridad para las bolsas sin contacto», agrega Shrier.
Por supuesto, los visitantes del MoMa tienen que llevar puesta una mascarilla a todas horas y respetar la distancia de seguridad, al igual que todo aquel que quiera ir a ver las extensas galerías del Museo Metropolitano de Nueva York (Met), que empezará a recibir al público general el sábado, pero que este jueves ha comenzado a admitir a todo aquel que paga una membresía de la institución.
Ambos museos han distribuido por sus pasillos carteles que recuerdan los dos metros de distanciamiento, la capacidad limitada de los cuartos de baño y de los ascensores, las escaleras que se pueden usar sólo en una dirección y los rótulos en el suelo que indican dónde se debe situar cada uno cuando espera en una fila, mientras que la distribución de dispensadores de gel hidroalcohólico recuerdan la necesidad de mantener las manos limpias.
LA REAPERTURA DE LOS MUSEOS CREA ESPERANZA
Pese al enorme cambio al que se han tenido que adaptar los museos, los visitantes se pasean frente a los Van Goghs y Picassos del MoMA y las esculturas egipcias del Met con total normalidad, acostumbrados ya a la presencia constante de la mascarilla y la necesidad de permanecer alejados unos de otros.
«No me he sentido incómoda en ningún momento. Y por supuesto, prefiero esto de llevar mascarilla y por lo menos poder venir a ver estas obras de arte tan maravillosas», cuenta a Efe Rita DeCassia, una brasileña afincada en Nueva York, en una de las nuevas exposiciones del MoMA.
«Esto de volver a los museos nos da esperanza. Que abran sus puertas nos hace pensar que todo podrá volver a la normalidad en algún momento», aseveró.
Sentimiento de esperanza, precisamente, es lo que ha querido despertar el MoMa con una de las piezas nuevas que ha instalado en la entrada del museo, que puede verse desde la calle. Se trata de un enorme «I Love NY», el icónico logotipo protagonizado por un gran corazón rojo que está plasmado en tazas, llaveros, y cualquier souvenir que se precie de la Gran Manzana.
La imagen, en realidad, fue diseñada por Milton Glaser en 1975 durante varias crisis que ocurrieron ese año, y que durante casi medio siglo ha sido un símbolo de esperanza y de amor imperecedero por la ciudad de los rascacielos.
«Siempre ha sido un importante símbolo de esperanza, de resiliencia y de fortaleza de los neoyorquinos, y no podemos pensar en mejor pieza para dar la bienvenida a los visitantes que regresan al MoMA», opinó Shrier.
REDUCCIÓN DRÁSTICA DE VISITANTES
Pese a las enormes superficies que abarcan estas dos instituciones -más de 185.000 metros cuadrados el Met y unos 58.000 metros cuadrados el MoMA- una de las medidas que más afectará a la ya frágil situación financiera de estos museos es el escaso número de visitantes que podrá recibir.
«Creo que el mayor factor que controlará la situación es el límite de ocupación. Nosotros solíamos recibir a unas 15.000 personas al día, y ahora vamos a tener unas 100 personas por hora», cuenta la representante del MoMA, lo que supone que, teniendo en cuenta que el museo abrirá de momento menos de 8 horas cada jornada, recibirán, como máximo, 800 visitantes al día.
«Habrá muchas, muchas personas menos en las galerías, y eso significa que es un muy buen momento para venir a ver nuestros cuadros», agrega Shrier.
Eso significa, sin embargo, que los ingresos del museo, que precisamente el año pasado estuvo cerrado cuatro meses para pasar por un proceso de renovación que costó 450 millones de dólares, también bajarán drásticamente.
El Met, que hasta su cierre en marzo venía recibiendo a unas 20 mil personas al día, también ha tenido que rebajar su ocupación al 25 %, como marcan lar normativas impuestas por el estado de Nueva York, y por lo tanto también sus ingresos.
Con el coronavirus, el MoMA ha anunciado un recorte de presupuesto de 45 millones de dólares, mientras que el Met informó en su rueda de prensa virtual de apertura que prevén unas pérdidas de 150 millones de dólares.