«Lipovetsky sostiene con su fuerza habitual que lo ligero no es un fenómeno de moda ni un efecto de superficie. Es un hecho social total. Hablar de “civilización de lo ligero” se ha vuelto hoy legítimo, dice Roger-Pol Droit en Le Monde. Para el pensador francés, la ligereza del mundo contemporáneo no debe establecer las bases morales que pongan en duda principios como la igualdad, la fraternidad y el trabajo.
Ciudad de México, 28 de agosto (SinEmbargo).- Todo es muy ligero en el mundo. Es lo liviano, lo escuálido, lo light, lo mínimo, lo que pinta el rostro de la cultura contemporánea. En el estricto sentido del pensamiento, ¿la corrección política constituiría el sostén moral de la ligereza? Esas ideas ligeras y poco profundas que dan marco a una manera de enfrentar el mundo moderno, con la virtud de un “individuo solitario y zapeador”, ¿son el espíritu de nuestra época?
De las artes plásticas a la industria de la energía, de la informática a las prácticas consumistas, de la educación al deporte y el cultivo del cuerpo, de la tecnología a la medicina, del diseño a las relaciones sexuales, de los imaginarios colectivos a las fantasías individuales, el fantasma de la ligereza, la miniaturización, la provisionalidad, la liberación de todas las ataduras, la evanescencia, la frivolidad y la virtualidad recorre Occidente como expresión de deseos, aspiraciones, sueños, esperanzas y utopías.
La ligereza es “un valor, un ideal, un imperativo”: estamos en la civilización de lo ligero, afirma el sociólogo francés Gilles Lipovetsky (París, 1944), quien se encuentra en México para presentar su ensayo De la ligereza, editado por Anagrama.
Pese a ello, el intelectual sostiene en entrevista con SinEmbargo que “la moral no puede ser ligera”.
“La ligereza es un ideal estético, técnico, existencial, pero no es moral. Tampoco es inmoral. Es otra categoría. Por lo tanto, el feminismo, lo políticamente correcto, no tienen un vínculo directo con la ligereza”, afirma Lipovetsky.
La ligereza, según su visión, es una respuesta moderna a la pesadez y el rigor que la cultura del pasado imponía en la vida personal de la gente. Esta fuerza liberadora de la ligereza, presenta de todos modos una “doble cara”.
Por un lado defiende valores primordiales como la libertad individual, pero establece la paradoja cuando estos individuos también aspiran a establecer vínculos sólidos con el prójimo.
Lo que sin duda puede describirse como una estructura estética caracterizada por la comodidad, la indiferencia, lo cool, la relajación interior, también genera lo que el autor de La era del vacío llama “una angustia que no cesa”.
“Precisamente por eso no he desarrollado mucho el tema de la moral en mi libro, porque la ligereza se cuece aparte. En tiempos pasados, efectivamente, la moral era lo que regía y condicionaba la vida de las personas. Por ejemplo, en el mundo antiguo decir que una mujer era “ligera” implicaba una condena moral que hoy ese término ya no tiene”, explica el pensador francés.
Para Lipovetsky, la tendencia de lo ligero en la existencia contemporánea, contempla la incultura de los estudiantes, las agresiones y faltas de respeto cotidianas, la desinformación de los medios de información, la inmoralidad de los representantes públicos, el número de suicidios, los neofascismos disfrazados de progresismos, la distancia económica entre pobres y ricos. Y estamos sólo en los comienzos.
“Hablar de “civilización de lo ligero” se ha vuelto hoy legítimo”, opina Roger-Pol Droit, en Le Monde, mientras que Lipovetsky es muy firme a la hora de aclarar que “el mundo de la ligereza no puede ni debe absorberlo todo”.
“Hay valores esenciales que no pueden ser discutidos por la cultura de la ligereza, como el respeto a las personas, la igualdad ante la ley, la fraternidad, la solidaridad, el trabajo, esas no son cosas ligeras, sino los valores fundamentales para una existencia humana verdadera”, afirma.
“No hay que pensar que estar en la Internet alcanza para la participación social. En la escuela no se acepta la totalidad de la ligereza. Los que tienen niños saben que ellos no pueden estar todo el día mirando la televisión, queremos niños activos, que jueguen, que crezcan interesados en algo más que una pantalla”, agrega.
¿QUIÉN ES GILLES LIPOVETSKY?
Gilles Lipovetsky es el autor de los celebrados ensayos La era del vacío, El imperio de lo efímero, El crepúsculo del deber, La tercera mujer, Metamorfosis de la cultura liberal, (con Elyette Roux) El lujo eterno, (con Sébastien Charles) Los tiempos hipermodernos, La felicidad paradójica, La sociedad de la decepción, (con Jean Serroy) La pantalla global y La cultura-mundo y, junto con Hervé Juvin, El Occidente globalizado.
Ha sido considerado “el heredero de Tocqueville y Louis Dumont” (Luc Ferry) y “una estrella de los analistas de la contemporaneidad” (Vicente Verdú). Es Caballero de la Legión de Honor y doctor honoris causa de las universidades de Sherbrooke (Quebec, Canadá), de Sofía (Bulgaria) y de Aveiro (Portugal).
Aunque De la ligereza es esencialmente crítico, en las entrevistas el siempre apasionado Lipovetsky insiste con marcar más que nada la paradoja en que se encuentra la existencia humana en estos momentos del mundo. No se trata –dice- de condenar per se la vida ligera a la que la clase media se ha volcado con ahínco, sino de “pensar que hay cosas que no pueden ser ligeras como la ciencia”, afirma.
“Por otro lado, la ligereza tiene un sentido favorable si la comparamos con la moral rígida de otros tiempos. Somos más relajados con la vida sexual, con los niños, con la libertad individual y eso me gusta. Sin embargo, hay que también demostrar que en este mundo no podemos tener la ligereza como un fin. El mundo de la ligereza te da libertad, pero también te da adicción. En lo que concierne a la educación, no podemos movernos sólo con la ligereza, no podemos decir que los alumnos hagan lo que quieran, que no se esfuercen. Para ser ligero, hay que trabajar”, advierte.
“Hay que trabajar para bailar, para tocar el piano. Hay una ligereza frívola, que no es mala, pero no es todo. Hay otra ligereza que es fruto del trabajo y produce el progreso. Comprar cosas de marca todo el tiempo no puede ser un ideal del mundo”, agrega.
En relación con el concepto de ligereza acuñado por Friedrich Nietzsche, Lipovetsky explica que “no satanizo la ligereza, Nietzsche sí. Él habla de la ligereza sólida y odiaba el mundo liberal. El mundo frívolo también es interesante, pero no hay que desaparecer el otro”, expresa.
“No estoy de acuerdo con la falta de compromiso, con el consumismo, pero tampoco dejo de advertir que este mundo de la ligereza ha permitido reforzar la democracia y nos ha liberado de la locura revolucionaria y nacionalista, no tenemos más las guerras que devastaron Europa”, concluye.