Acaba de aparecer el libro Los suspirantes 2018 (Planeta), coordinado por Jorge Zepeda Patterson, un libro de semblanzas de aquellos políticos que aspiran a gobernar al país. Inscrito en la tradición del periodismo de semblanza es un libro ameno y no por ello falto de rigor que nos pone al día sobre la trayectoria de 15 personajes y que con mayor o menor fortuna aparecen en todas las encuestas de intención de voto. Algunos de los textos compilados son mesurados, políticamente correctos y otros más atrevidos y llegan a delatar pasajes de actos personales que son inevitablemente insumo de escándalo mediático.
La amplia mayoría son hombres, sólo Margarita Zavala e Ivonne Ortega, aparecen entre los quince aspirantes, las mujeres están infrarrepresentadas con solo un 14 por ciento en un país que tiene 52 por ciento, además, ambas políticas no pintan mucho en la intención de voto.
Ahora bien, esta es una generación de políticos de clase media con más preparación académica, con carreras político administrativas veloces y menos dispersas a las de los políticos del pasado, varios de ellos hablan idiomas y hasta presumen haber realizado estudios en el extranjero son, salvo excepciones, parte de las grandes familias de la política mexicana que se formaron en la llamada transición mexicana y que aspiran todos, con mayores o menores méritos, a gobernar a México (o al menos, en el siguiente sexenio no estar fuera del presupuesto público).
La mayoría de ellos y ellas nunca llegaran a la Presidencia de la República pero son factores reales de poder en sus partidos. Son de tres partidos y hay tres a los que no se les conoce militancia partidaria. No obstante, José Antonio Meade y Miguel Ángel Mancera ocupan actualmente posiciones de gobierno en la federación y en el gobierno de la hoy Ciudad de México. Esta además el declaradamente independiente: Emilio Álvarez Icaza, quien tiene una larga trayectoria en la defensa de los derechos humanos.
Las trayectorias políticas de cada uno de ellos y ellas son convencionales. Arribaron a la política la mayoría de ellos en los años ochenta y noventa. Se integraron algunos de ellos y ellas desde muy jóvenes a un partido incluso los hay que han estado más de uno. Hicieron talacha militante en las campañas electorales pero hay otros que llegaron por arriba sin pasar por la aduana partidaria. Incluso, no deja de ser azarosa la forma en que varios de ellos escalaron en la pirámide partidaria y la burocracia del gobierno. Es el caso de Manlio Fabio Beltrones quién llega a la Secretaria de Gobernación en los tiempos siniestros de Fernando Gutiérrez Barrios o Eruviel Ávila que hacía política en Ecatepec de la mano de Onécimo Cepeda: “quien llegaba a las fiestas siempre con un grupo de jovencitos” en clara alusión a su pederastia. No menos tacha es la trayectoria sombría de Margarita Zavala que alcanza visibilidad gracias a su marido Felipe Calderón, quien hoy es su peor negativo por la decenas de miles de homicidios dolosos y desaparecidos que ocurrieron durante su gobierno y están impunes.
Son, repito, la mayoría de ellos producto de la transición política que vivió el país luego del ciclo de reformas electorales que iniciaron en 1977 y que favoreció nuevas oportunidades para los interesados en hacer política de manera abierta. Legal. Atrás quedaba el tiempo de la marginalidad y la persecución política de quienes se atrevían a cuestionar el status quo para dar paso a un sistema más o menos ordenado de competencia por los votos. Con instituciones más o menos eficaces para contar los votos y distribuir el poder.
Sin embargo, no todo lo viejo de la política se ha ido, permanecen inercias autoritarias en este complejo mosaico llamado México, que se hacen presente a cada momento. Más, el papel de actores emergentes criminales que influyen en los resultados electorales de algunas regiones. Y es justo lo que tendremos a prueba en 2018 y antes dentro de los mismos partidos. AMLO no tiene adversario interno en Morena, es el único seguro de aparecer en la papeleta en tanto en el PRI y el PAN las corrientes escenifican una lucha interna feroz por la candidatura presidencial.
Esto sucede, cuando México, pasa por un momento especialmente complicado producto de la violencia criminal y la corrupción. Y varios de los suspirantes no son ajenos a la aplicación de políticas de exclusión social. Son los casos notorios de Aurelio Nuño, Miguel Ángel Osorio Chong, José Antonio Meade, Luis Videgaray y Manlio Fabio Beltrones, quienes juntos con el también aspirante panista Ricardo Anaya o el perredista Silvano Aureoles, fueron piezas claves para la firma del llamado Pacto por México. Pacto interpartidista que lejos se encuentra de otorgar los beneficios que en su momento se hicieron públicos en discurso y publicidad oficialista y, dicho de paso, explica la irritación social frente al poder.
No se hable de la molestia pública por lo que se conoce como “puerta giratoria”, donde funcionarios públicos con información privilegiada un día dejan de estar en la nómina de gobierno para el otro ser inversionistas y asesores de grandes empresas interesadas en hacer negocios en México. Esto ha sido una de las marcas del gobierno de Enrique Peña Nieto y el mismo y su familia se han beneficiado como sucedió con el affaire de la Casa Blanca donde en abierto conflicto de interés aceptó una propiedad a nombre de su esposa.
En fin, el texto de marras, ofrece información periodística relevante, más en unos que en otros capítulos y sobre cada uno de los miembros de este selecto grupo de personajes de donde saldrá seguramente el próximo Presidente de la República.
Recomendable!