En Las caras ocultas de Hernán Cortés, el historiador mexicano Alejandro Rosas ahonda en los aspectos menos conocidos del español, como su empatía hacia Moctezuma, el trato que le dio a «La Malinche» y su admiración hacia México.
«No fue ni héroe ni villano; fue un hombre definido por sus circunstancias, las mismas en las que coincidieron Moctezuma, Marina, Alvarado, Bernal Díaz y miles de indígenas que cruzaron sus destinos en un mismo punto de la historia», señala Rosas.
Ciudad de México, 28 de marzo (SinEmbargo).- Con los libros de texto gratuitos nos han enseñado que la historia se trata de «buenos contra malos», de «héroes contra villanos»; nos han mostrado versiones equívocas de aquellos nombres y hombres que han forjado los sucesos a través del tiempo… y la de México no es la excepción.
Hemos aprendido que Miguel Hidalgo es «El padre de la patria»; que Agustín de Iturbide fue un traidor luego de instaurar el Primer Imperio Mexicano; que Antonio López de Santa Anna «vendió» la mitad del territorio nacional. Aprendimos también que Maximiliano fue el villano conservador de 1864 a 1867, y que Benito Juárez nos libró de él al implementar la República Restaurada… Y qué decir de Porfirio Díaz, que si bien tuvo sus pasajes oscuros, para bien o para mal, modernizó a México.
Algo similar ocurre con el conquistador español Hernán Cortés, a quien los mexicanos vemos como el desalmado militar ibérico que terminó con 200 años de imperio mexica, que orilló a la muerte de Moctezuma Xocoyotzin, y que le quemó los pies al último Huey Tlatoani Cuauhtémoc. O con doña Marina, a quien conocemos más por el nombre de «La Malinche«, misma que acusamos de traidora por inclinarse hacia el conquistador europeo.
Sin embargo, como dice el historiador mexicano Alejandro Rosas en su libro Las caras ocultas de Hernán Cortés, basado en la serie televisiva de Amazon Prime Hernán —estrenada en conmemoración por los 500 años del encuentro entre Moctezuma II y Hernán Cortés—, en pleno siglo XXI no pueden seguir imperando los prejuicios sobre el principal némesis de los mexicanos.
«Hernán Cortés no fue ni héroe ni villano; fue un hombre definido por sus circunstancias, las mismas en las que coincidieron Moctezuma, Marina, Alvarado, Bernal Díaz y miles de indígenas que cruzaron sus destinos en un mismo punto de la historia», señala Rosas.
De acuerdo con el autor —quien lleva más de 30 años como divulgador de la historia mexicana— para conocer a fondo del tema, es más conveniente recurrir a fuentes primarias, es decir, crónicas, cartas, memorias o recuerdos de los propios protagonistas del hecho histórico.
Y es lo que él ha hecho en Las caras ocultas de Hernán Cortés y otras obras previas. No basta con estudiar las biografías y estudios que existen a la fecha de los grandes personajes, sino, más bien obtener los datos de quienes vivieron el momento, como por ejemplo, Bernal Díaz del Castillo que, si bien escribió Historia verdadera de la conquista de la Nueva España tiempo después del acontecimiento, fue testigo y protagonista de la historia.
Así es como Alejandro Rosas, de forma ligera y ágil, relata los días del conquistador español a su llegada a lo que hoy conocemos como Veracruz y hasta su quizá más dolorosa derrota: «La noche triste».
Rosas ahonda en los aspectos menos conocidos de Cortés, como su casi inadvertida empatía hacia Moctezuma; el trato que el ibérico le dio a doña Marina —razón por la cual «La Malinche» decidió irse con él— y su admiración hacia las tierras mexicanas.
Por ello es que el autor invita al lector a buscar en las que considera fuentes recomendadas: obras de Fernando de Alva Ixtlixóchitil, Francisco Javier Clavijero, incluso Las cartas de relación, del propio Cortés.
Finalmente, no existe una historia verdadera, ésta no es más que una interpretación y reconstrucción de los hechos. Esa es la razón primordial por la que Alejandro Rosas insta al público a «hacerse su propia opinión» con base en las fuentes históricas que se han mencionado, y otras más.