Tejedoras de la Sierra de Zongolica, un colectivo que promueve la tradición artesanal

28/02/2021 - 12:06 am

Miguel Ángel Sosme es un promotor veracruzano que en 2018 recibió el Premio Nacional de la Juventud por su labor con las tejedoras indígenas del estado. Desde entonces, ha continuado con su labor a través del colectivo Tejedoras de la Sierra de Zongolica, el cual busca visibilizar el trabajo artesanal de las mujeres veracruzanas, además de brindarles apoyo para vender sus prendas, en especial en la situación actual ocasionada por la pandemia.

Ciudad de México, 28 de febrero (SinEmbargo).- Veracruz está lleno de color, de rica gastronomía, bailes típicos espectaculares, música que cautiva a cada visitante y una gran calidez que sus habitantes demuestran en cada palabra y bienvenida. Sin embargo, cuando se habla de artesanías suele pensarse en otras entidades del país que gozan de mayor popularidad, pero en este estado, también existe un trabajo artesanal muy valioso con una tradición muy antigua que realizan las mujeres de diversas comunidades, una de ellas es la Sierra de Zongolica.

La pandemia provocada por la COVID-19 ha causado estragos en diversos sectores, uno de ellos es el turismo, el cual ha traído efectos negativos para los comerciantes y artesanos. Con esto en mente, el veracruzano Miguel Ángel Sosme Campos, antropólogo social, ha creado la asociación Tejedoras de la Sierra de Zongolica, con el fin de visibilizar el trabajo de las mujeres artesanas y crear una ventana de oportunidad para que puedan realizar sus ventas.

Miguel Ángel Sosme Campos es egresado de la carrera de Antropología Social y de la Maestría en Ciencias Sociales de la Universidad Veracruzana, en 2018 recibió el Premio Nacional de la Juventud por su labor con las tejedoras indígenas, tarea que continúa ahora a través de esta asociación. Para el joven nacido en Coatzacoalcos, los veracruzanos se caracterizan por su alegría y su ambiente festivo. Para él, su tierra está llena de historia, cultura y tradición.

Las tejedoras de Zongolica mantienen viva una tradición que requiere de conocimientos ancestrales, tarea que cada vez resulta más difícil. Fotos: Cortesía

«[Veracruz] significa de inicio la tierra en la que yo nací, pero también es un lugar de paisajes diversos y contrastantes, es la costa, el mar, la playa, las palmeras, es el Puerto al que le escribiera Agustín Lara y también la región de montañas, de bosques. Recordemos que aquí está la elevación más alta de México, que es el Citlaltépetl o Pico de Orizaba, es también la tierra del son, del fandango, del son jarocho, la tierra de la música. También muchas veces, aunque menos conocida, es la región de numerosos tintes naturales, sobre todo la región del bosque», expresó Sosme Campos en entrevista con SinEmbargo.

TRADICIÓN EN RIESGO

El antropólogo mencionó que en varias comunidades indígenas de Veracruz, aún existe la tradición de usar los tintes naturales que provienen de plantas o insectos, aspecto que da cuenta de la relación del entorno con la naturaleza y las tradiciones. «Nos habla también de un aprovechamiento selectivo a través de generaciones, que nos ha llevado a saber cuáles son las plantas que tiñen y cuáles son las fibras que se pueden emplear en la confección de textiles o en los tejidos», agregó.

En el centro de Veracruz, en la Sierra de Zongolica, al sur de la entidad donde están municipios como Cosoleacaque o en el norte con las comunidades Totonacas próximas a Papantla y a Ixhuatlán de Madero, existen artesanas que han recurrido al color para expresar su cosmovisión a través de los tejidos. «La producción textil es distinta según la región, en el norte se emplean fibras vegetales como el ixtle y el algodón, en el centro se utiliza principalmente la lana y en el sur vamos a encontrar nuevamente el algodón con algunos tintes naturales», contó Miguel Ángel.

La situación resulta apremiante para las comunidades indígenas que se dedican a las artesanías, en este caso, a los textiles. A pesar de que había falta de espacios para presentar su trabajo y venderlo, aprovechaban las ferias o eventos como escaparate para sus productos, ya que aunque estos eran escasos, servían de ayuda para la producción artesanal de la región.

Sierra de Zongolica en Veracruz. Foto: Cortesía

«Son saberes que están en riesgo y que son escasamente conocidos, cuando pensamos en artesanías pocas veces pensamos en Veracruz. Sin embargo, Veracruz es un estado con una producción bastante amplia en cerámica y en textiles, creo que es un buen momento para hacer mayor difusión del trabajo artesanal que se hace en el estado», puntualizó.

El Coordinador de Tejedoras de la Sierra de Zongolica contó que en la región, hay mujeres que han dejado de tejer para dedicarse mejor al cultivo y tener así asegurada la cosecha y la comida porque no hay suficiente dinero para comprar productos y alimentos, ante esto están regresando al auto sostenimiento para depender menos del exterior.

Miguel Ángel Sosme destacó la capacidad de las tejedoras para crear un trabajo artístico desde cero. «Ellas prácticamente de la nada son capaces de trasquilar, hilar, teñir y tejer, esto es algo que ya prácticamente casi no se mira en ninguna parte de mundo, tampoco es algo tan común en México, esta capacidad y esta creatividad para combinar los colores y crear piezas, para crear belleza a través de la naturaleza. Yo creo que es un don y un privilegio que muy pocos pueblos en el mundo tienen, además de la sensibilidad y el conocimiento de origen precolombino que sigue vigente hasta nuestros días, a pesar de los influjos de la modernidad, a pesar  de la pobreza, el regateo y la marginación en la que viven las creadoras».

ASOCIACIÓN PARA VISIBILIZAR LAS ARTESANÍAS

Con el fin de visibilizar la problemática que viven las tejedoras, Miguel Ángel Sosme inició el proyecto de Tejedoras de la Sierra de Zongolica con el que incluso creó un documental llamado Tlakimilolli: Voces del telar, el cual, es el primero en filmarse en náhuatl en torno a la temática textil en México. Aunque trataron de conformar una Asociación Civil, la contingencia frenó este proceso por lo que aún se presenta como un colectivo que, en esta ocasión, se dedica a la comercialización del trabajo textil de las artesanas.

La creación de un textil requiere de un gran trabajo y esfuerzo de las artesanas. Foto: Cortesía

«Hemos procurado o ingeniado nuevas estrategias para la comercialización, una de ellas ha sido la comercialización en línea. Mencionar que, en un contexto como éste, han surgido ideas para poder comercializar y en línea fue una buena estrategia que ha permitido que ante la ausencia de estos espacios de venta, eventos y ferias que antes había, si bien eran escasos eran de gran ayuda para mover la producción artesanal de la región, actualmente con estas cancelaciones, prácticamente no queda más lugar de venta que lo que se logra vender en las páginas y las redes», señaló el joven.

El camino no ha sido sencillo ya que ha tenido sus altibajos, en algunos momentos se vende bien y en otros nada. Tal fue el caso de la llamada «cuesta de enero» en la que disminuyeron considerablemente las ventas de los artículos, las cuales sirven de ingreso a las artesanas.

«Es importante mencionar el tema generalizado de la desigualdad que existe en México, quienes participan en menor medida de los beneficios del comercio electrónico son precisamente las personas y las comunidades más pobres, es decir, aquellas que no tienen acceso a Internet, que no tienen un teléfono, datos y no tienen una manera de llevar su mercancía a la ciudad más próxima para hacer sus envíos. Estos también son retos a los que nos enfrentamos quienes estamos en la promoción del trabajo artesanal y que muchas veces quisiéramos incluir a todos», compartió Sosme.

Miguel Ángel explicó que la brecha digital se siente con mucha fuerza en este contexto de escasez, incluso lo lleva a sentir frustración en su labor de promoción cultural para conectar a artesanos con clientes. Agregó que quienes más padecen de la desigualdad son las mujeres indígenas que son analfabetas y monolingües, porque sólo hablan náhuatl y no tienen forma de comunicarse con agencias gubernamentales o proyectos sociales que ayuden a comercializar su labor.

En la página de Tejedoras de Zongolica se muestran las prendas que realizan las artesanas y se ponen a la venta. Foto: Cortesía

Respecto a los resultados de la asociación y la ayuda que brindan a las tejedoras para promocionar sus productos y concretar ventas, Miguel Ángel, que conoció el trabajo de las mujeres y todo el conocimiento y tradiciones que conlleva el telar durante una estancia académica, comentó que han sido positivos principalmente porque les permite dar una visibilidad a esta labor, lo que permite que el proyecto crezca y que cada vez más artesanos busquen participar y soliciten el apoyo.

«Nos ha funcionado mucho el hacer visible lo que hay detrás del trabajo artesanal, de algún modo ya lo habíamos hecho con el documental, pero nos ayuda mucho mencionar cómo se hizo la pieza, cuáles con los tintes que se emplearon, los procesos y las técnicas. Muchas veces hay proyectos que se dedican a comercializar y venden una pieza como tal, nosotros además buscamos mucho el tema de la formación de los públicos, nos interesa que la gente sepa qué está comprando, si no lo compra de todos modos que sepa qué es lo que está apreciando, como una forma de sensibilizar y mostrar que son trabajos complejos que requieren tiempo, conocimientos, muchos de estos de origen prehispánico, y que finalmente contribuyen también por un lado a la generación de ingresos para las familias en estos tiempos de contingencia y por el otro contribuyen a la continuidad de los saberes tradicionales», dijo el antropólogo social.

Nancy Chávez
Periodista egresada de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), editora del suplemento Magazine enfocado en cultura, entretenimiento, gastronomía, viajes y temas de actualidad.
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