En us primera semana en el cargo, Donald Trump anunció una nueva era en la ONU, declaró el final de los esfuerzos por alcanzar acuerdos comerciales multinacionales y empleó su primera orden ejecutiva para retirar a Estados Unidos del Acuerdo Transpacífico . También ordenó iniciar el muro con México y cerró en la práctica el país a los refugiados, al menos de forma temporal, y se arriesgó a contrariar al mundo árabe al congelar durante al menos tres meses los visados para personas de siete países de mayoría musulmana.
Y si fue una semana mala para México, fue peor para Trump. La prensa estadounidense castigó entre ayer y hoy con severidad al Presidente de EU. Los editoriales de la casa cuestionaron al mandatario duramente por el ataque a nuestro país: The Wall Street Journal publicó “La pequeña guerra mexicana de Trump”; The New York Times: “El berrinche de Donald Trump con México”; The Washington Post tituló su texto “Trump está empezando una guerra comercial que no necesitamos”; Bloomberg: “El muro de Trump: un derrochador, tonto despilfarro”.
El diario USA Today dijo: “El muro de Trump es una pérdida enorme de dinero»; The Boston Globe: “México le enseña a Trump una importante lección sobre los límites del poder presidencial”; San Francisco Chronicle: “El muro de Trump no va a funcionar”; el Chicago Tribune: “Señor Presidente, no construya ese muro”.
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WASHINGTON, 28 de enero (AP) — Tras una semana en el cargo, el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, trataba de arreglar su primer incidente diplomático internacional.
El Presidente cambió una apretada agenda el viernes para dejar espacio a una llamada telefónica de una hora con el Presidente de México, Enrique Peña Nieto, que había hecho un desaire al nuevo presidente al cancelar una visita. El equipo de Trump pareció responder amenazando con un cuantioso arancel a las importaciones mexicanas.
Para cuando terminó la conversación, Trump había encargado a su yerno y asesor destacado, Jared Kushner —un directivo del sector de bienes raíces sin experiencia en seguridad nacional— gestionar la disputa, según un miembro del gobierno con información sobre la llamada.
El episodio, un accidentado debut diplomático, mostró un primer indicio de cómo piensa el mandatario manejar los asuntos globales. En cuestión de días alarmó y tranquilizó a socios internacionales. Buscó confrontaciones y después las abandonó con rapidez. Habló con dureza y luego rebajó el tono. A cada paso, Trump confió en el pequeño núcleo de asesores que guiaron su rompedora campaña, un grupo con escasa experiencia en política internacional pero que cuenta con la confianza del Presidente.
Buena parte de las decisiones sobre política exterior ha recaído en Kushner y Steve Bannon, directivo de un medio conservador y convertido en asesor de la Casa Blanca, según diplomáticos y miembros del gobierno. Rex Tillerson, su candidato a secretario de Estado, aún está a la espera de confirmación del Congreso. Los funcionarios del Consejo de Seguridad Nacional, una agencia que Trump ha descrito como inflada, siguen esperando órdenes del nuevo gobierno.
Algunas de las primeras iniciativas diplomáticas de Trump han seguido el protocolo. Planificó llamadas telefónicas con aliados como el primer ministro canadiense, Justin Trudeau, y el primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, que tienen previsto reunirse el mes que viene con Trump en la Casa Blanca. El sábado se programaron llamadas adicionales con la canciller alemana, Angela Merkel, y el Presidente de Francia, François Hollande, socios europeos clave.
Pero Trump también se apresuró a anunciar una nueva era. Declaró el final de los esfuerzos por alcanzar acuerdos comerciales multinacionales y empleó su primera orden ejecutiva para retirar a Estados Unidos del amplio pacto del Pacífico. También cerró en la práctica el país a los refugiados, al menos de forma temporal, y se arriesgó a contrariar al mundo árabe al congelar durante al menos tres meses los visados para personas de siete países de mayoría musulmana.
En su primer día completo como Presidente, dijo a miembros de los cuerpos de inteligencia reunidos en la sede de la CIA que Estados Unidos debería haberse llevado el petróleo de Irak por «motivos económicos», dados los esfuerzos estadounidenses en el país. Y añadió «Pero de acuerdo, quizá tengan otra oportunidad».
Algunos miembros del Consejo de Seguridad Nacional expresaron su preocupación por varios aspectos de la medida sobre los refugiados, así como por otras primeras medidas en seguridad de fronteras. Sin embargo, miembros del gobierno señalaron que el círculo interno de Trump había resuelto pocas de esas preocupaciones.
Los funcionarios y diplomáticos consultados insistieron en permanecer en el anonimato para hablar sobre mecanismos internos de la Casa Blanca.
Kushner y Bannon han jugado un papel importante en las primeras interacciones del gobierno con algunos socios europeos, con una posición destacada tanto en llamadas telefónicas como en reuniones en persona con diplomáticos y miembros del gobierno.
En una conversación con funcionarios británicos se dijo que Kushner había criticado con indignación el apoyo británico a una resolución del Consejo de Seguridad de la ONU que condena la expansión de los asentamientos israelíes.
Estados Unidos se abstuvo en la votación antes de que el Presidente Barack Obama dejara el cargo, ignorando las exigencias de Trump que de Washington empleara su derecho de veto.
A diferencia de las firmes opiniones del equipo de Trump sobre Israel, sus socios europeos han tenido poca información sobre los planes de Trump sobre Rusia. Algunos aguardaban con nerviosismo su llamada telefónica con Putin del sábado y temían que pudiera llegar a un acuerdo para retirar las sanciones de Estados Unidos sobre Rusia. Se cree que la llamada fue organizada por el asesor de seguridad nacional Mike Flynn, que se ha mantenido en segundo plano en los últimos días en medio del escrutinio sobre sus lazos con autoridades rusas.
Trump hizo poco por calmar las preocupaciones el viernes, cuando rechazó directamente decir si tenía previsto mantener las sanciones impuestas a Rusia en represalia por sus provocaciones en Ucrania.
«Veremos lo que ocurre», dijo Trump durante una rueda de prensa con la primera ministra británica, Theresa May.
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La primera ministra fue la primera líder global en reunirse con Trump tras su investidura de la semana pasada, reflejando el interés de May en formarse una opinión de un hombre que es un misterio para muchos mandatarios. Trump se mostró moderado durante su rueda de prensa conjunta, pero también mostró algunas dosis de encanto, bromeando con May sobre la directa pregunta de un reportero británico sobre la tortura y felicitando a la mandataria por ser una «persona sociable».
Estaba previsto que Peña Nieto visitara Washington después de May. Pero después de que Trump se enzarzara con el Presidente de México en Twitter, indicando que sería mejor que no fuera si no podía comprometerse a pagar el muro prometido por Trump a lo largo de la frontera entre los dos países, Peña Nieto informó a la Casa Blanca que no asistiría.
La Casa Blanca amenazó rápidamente con imponer un impuesto del 20% sobre las importaciones de México para financiar el muro, aunque las autoridades se apresuraron a retirar la propuesta, diciendo que era sólo una de las opciones que se barajaban.
Se espera que Kushner, que ya tiene una gran influencia en el gobierno, gestione la disputa con el ministro mexicano de Exteriores, Luis Videgaray. Los dos hombres, que se conocen por haber coincidido en el sector financiero, también trabajaron juntos para organizar una inesperada visita de Trump a México durante la campaña presidencial.
Los comunicados publicados por ambos países tras la llamada del viernes se referían al trabajo pendiente. El comunicado de México señaló que los presidentes habían acordado no volver a hablar públicamente sobre la disputa del coste del muro fronterizo.
El comunicado de la Casa Blanca no mencionaba esa promesa.
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El corresponsal diplomático de AP Matthew Lee contribuyó a este despacho.